Hugh Grosvenor, duque atípico

Todos los focos se han girado hacia él, de esa forma ávida que provoca la falta de información y que hace acelerar las ansias por saber quién es este nuevo aristócrata que ha sido durante estos días protagonista absoluto de los medios de comunicación ingleses. Con tan sólo 25 años, Hugh Richard Louis Grosvenor se ha convertido de sopetón y sin esperarlo, en el séptimo duque de Westminster y, de paso, en el joven más rico de Inglaterra, después de la muerte de su padre, el pasado 9 de agosto, ocupando así el tercer puesto en el ranking de las fortunas más caudalosas del país. Algo que también le coloca en el puesto número 68 en la lista de los más ricos del planeta, según publica la revista Forbes.

El tercero de los hijos y único varón del matrimonio formado por Gerald Grosvenor y Natalia Phillips, es un heredero discreto que ha huido de las excentricidades que le podría haber permitido su juventud y prolijo legado, llegando a ser casi imposible encontrar imágenes públicas de este joven pálido, pelirrojo y de aspecto aniñado, que no se ha exhibido con frecuencia ante la prensa. Un joven atípico que ha recibido educación pública como sus dos hermanas mayores a diferencia de todo su círculo social, acostumbrados a recibir formación en prestigiosos internados. Ha compartido vivencias con la familia real de Inglaterra, llegando a ser uno de los padrinos del pequeño George, el primer hijo de los duques de Cambridge. Hugh Grosvenor era precisamente el más joven de los siete padrinos del primogénito de los príncipes Catalina y Guillermo. Familia a la que le une una relación de amistad, iniciada largo tiempo atrás por la princesa Diana, igualmente madrina de una de sus hermanas.

Continuó con su formación en el Colegio de Ellesmere y respecto a sus estudios superiores escogió para su futuro la carrera de gestión de tierras y del paisaje impartida en la Universidad de Newcastle y en la de Oxford. Una filosofía educativa inculcada por su propio padre que en alguna ocasión admitió no sentir apego por las cosas materiales, desde la comodidad que le proporcionaba un estado como el suyo.

La herencia en cuestión acumula en su totalidad 9.000 millones de libras a las que se unen propiedades repartidas por toda la capital inglesa, algunas de las cuales en los barrios más exclusivos de la misma. Del mismo modo, posee terrenos en Belgravia, situada junto al palacio de Buckingham y de Mayfair y terrenos más allá de las fronteras de la isla, entre los cuales se encuentra un enorme latifundio en nuestro país, en el Valle de Alcudia (Ciudad Real). Un coto privado del que disfrutan personalidades como el rey Juan Carlos o Carolina de Mónaco y su marido, Ernesto de Hannover. Tales son sus atesorados bienes que la prensa inglesa lo ha rebautizado como el "dueño de medio Londres" y, lo cierto, es que no les falta razón.

Los inicios laborales del joven Hugh estuvieron unidos a varias oficinas del Grupo Grosvenor, empresa familiar que posee gran parte de oficinas en Londres, EEUU y China, y que dedica su gestión a labores relacionadas con el sector de la alimentación y energías renovables. Entrenamiento previo que le llevó a convertirse en gestor en una compañía de energía verde, ya desvinculada de las ramas empresariales cosanguíneas. El futuro del nuevo duque se asienta en la base de la elegancia, de la discreción y de la normalidad. Debido a ello, se ha convertido en el protagonista directo de los focos que intentan escribir una biografía de la que han trascendido muy pocos datos personales. Poco más que alguna que otra juerga universitaria propias de la edad, o alguna fiesta de cumpleaños desenfrenada, sacadas a la luz en las portadas de los tabloides sensacionalistas ingleses.

Nada sobre cómo afrontará esta etapa en la que tendrá que gestionar un vasto patrimonio que aún, por aquellas cosas de la corta edad, le queda bastante grande.