Su delicada salud en algunos aspectos, y la de su esposo, Felipe de Edimburgo, la han retirado de algunos de los habituales actos de su agenda, pero la soberana británica quiere demostrar que sigue estando en un estado de forma admirable para su edad en el acto de mañana en el que se conmemorará oficialmente su coronación celebrada en 1953.

Aunque con un carácter más austero frente a las galas del pasado año con motivo del jubileo de diamante en el reinado, las calles londinenses están engalanadas para exaltar ese 60º aniversario. La reina británica tuvo ayer un día tranquilo en el castillo de Windsor, guardando fuerzas  para la cita de este martes. Durante el fin de semana también estuvo en una competición hípica en Epsom donde compartió grada con su hijo Andrés y sus hijas, las princesas Beatriz y Eugenia. La soberana y su marido, el duque de Edimburgo, asistieron a un acto religioso en la capilla del palacio para festejar la fecha de la conmemoración.

El recuerdo de la coronación se producirá el martes ante 2.000 invitados, la élite política y social del Reino Unido, en un acto en la abadía de Westminster que presidirá  el  arzobispo de Canterbury, Justin Welby.

Aunque  en el año pasado se celebraba el 60º aniversario del ascenso al trono, acaecido en febrero de 1952 tras la muerte de su padre, Jorge VI, Isabel II no fue coronada en Westminster hasta casi dieciséis meses después, para tener un lapso de tiempo suficiente a la inesperada muerte del rey Jorge. La entonces princesa Isabel y su marido se hallaban en Kenia cuando se produjo el fallecimiento.

Antes de la conmemoración, los británicos adquirían en este fin de semana los sellos de correos que suceden la estampa de la reina con su corona.  La último reprentación oficial de la reina es un óleo de la artista Nicky Phillips, que la ha dibujado con una de las coronas del tesoro y  la gran capa de la Orden de la Jarretera.