Declaraciones de la hija de Miguel Boyer

La imagen de Isabel Preysler empieza a resquebrajarse para siempre (y no por Mario Vargas Llosa)

Isabel Preysler y Ana Boyer en el funeral por Miguel Boyer, en 2014

Isabel Preysler y Ana Boyer en el funeral por Miguel Boyer, en 2014 / EFE

La economista Laura Boyer, hija del ex ministro Miguel Boyer, fallecía a los 57 años la semana pasada víctima de un cáncer y los últimos años de su vida estuvo marcada por la muerte de sus padres. La ginecóloga Elena Arnedo se hizo cargo de sus dos hijos adolescentes tras el divorcio con el 'superministro' y no terminó de superar la traición de su marido al casarse con la que creía una de sus mejores amigas, Isabel Preysler, con la que intimó siendo marquesa de Griñón.

Y Miguel Boyer, pareja de Preysler desde 1986 hasta su fallecimiento en 2014, se vio abrumado por los gastos de su convalecencia por un ictus tras una vida entregada a las finanzas y creyendo que tenía una renta suficiente para imprevistos.

Las confesiones de Laura Boyer, convertidas en una entrevista póstuma como la que ha publicado la revista Semana, vienen a revelar la mala relación que tuvo Isabel Preysler con los hijos de su fallecido marido a los que escamoteó tener un vínculo afectivo con su hija y hermanastra, Ana Boyer (los hijos de Elena Arnedo llegaron a tener una relación más fluida con Tamara Falcó y con los hijos de Julio Iglesias). "Muchísima hipocresía" es el resumen que hace la fallecida hija del financiero sobre su relación con la viuda. Tras la muerte de Miguel Boyer su indiferencia se transformó "en odio".

Isabel Preysler y Miguel Boyer en su boda íntima de 1988 Isabel Preysler y Miguel Boyer en su boda íntima de 1988

Isabel Preysler y Miguel Boyer en su boda íntima de 1988 / EFE

La asistencia a su padre durante el ictus y sus crueles consecuencias se iba solucionando a través de un costoso equipo de atención personal en el que no se involucró Isabel Preysler, acusa la hija. Boyer se veía reconfortado con la visita de sus familiares ante la ausencia de su esposa. "Puso mucha gente a cuidarle, pero ella no le cuidó", zanja. Ese coste de enfermeras y asistentes fue literalmente una ruina.

Entre los dolorosos momentos de su juventud que relata la economista evoca cuando su padre se iba con Isabel en las noches marbellíes y dejaba a su esposa e hijos en su casa. "Noches de gritos en las familia", como recuerda, algo que no había sucedido nunca y que originó la infidelidad con Isabel. Elena Arnedo comunicó su divorcio a los hijos "en un restaurante chino". "Le dije que estaba loca, pero al final me lo creí", admite Laura, que era apenas una quinceañera cuando sus padres se separaron.

Al poco se produjo la boda y el nacimiento de Ana, acontecimientos de los que los hijos del ex ministro vivieron en la distancia, como la compra de la mansión familiar en Puerta de Hierro, 'Villa Meona'. Una propiedad que pasó a escriturarse en favor de Isabel Preysler y de ahí que no formara parte de la herencia. Laura Boyer recuerda esperar a ver a su padre en aquel inmenso chalet esperando en un vestíbulo con un "incómodo" retrato de la dueña de la casa a su espaldas. Los terrenos de la mansión fueron adquiridos por Miguel Boyer a Fernando Fernández-Tapias (Fefé).

Laura Boyer, a la izquierda, en el entierro de Miguel Boyer junto a Tamara Falcó Laura Boyer, a la izquierda, en el entierro de Miguel Boyer junto a Tamara Falcó

Laura Boyer, a la izquierda, en el entierro de Miguel Boyer junto a Tamara Falcó / EP

Laura renunció en favor de sus hijos a la parte que le correspondía en herencia ante la precariedad de recursos con que su padre había pasado sus últimos días. Miguel Boyer dejó en legado una biblioteca de unos 6.000 volúmenes (los mejores se los quedó en usufructo su viuda) y bienes como distintas obras de arte y un busto de un antepasado labrado por Mariano Benlliure "que pesa más de lo que vale", lamenta la hija de Miguel Boyer. 

Su retrato de Isabel Preysler justifica que no tuviera un exceso de relación con ella, entre el recelo y el odio: "No me parece una mujer interesante. Es muy fría y muy calculadora". A lo que añade: "no soy una persona rencorosa, no soy yo la que tiene que perdonarla".

Laura Boyer no deja en buen lugar a Isabel Preysler. El extraño culebrón de Tamara Falcó con Íñigo Onieva y la aparatosa ruptura con Mario Vargas Llosa, con crudos reproches desde el entorno del premio Nobel, vienen a emborronar esa imagen perfecta que creía tener controlada la hispano-filipina en los últimos años.

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