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Mientras chefs como José Andrés recibe el Premio Princesa de Asturias a la Concordia por su labor al frente de la ONG World Central Kitchen (WCK) que, tras los peores momentos de la pandemia ahora ayudan a los damnificados por el volcán en La Palma, otros como David (Dabiz, según él) Muñoz sube el precio de la carta de DiverXO tras recoger el reconocimiento como mejor cocinero del mundo otorgado por la lista The Best Chef Awards. Si antes nos ahorrábamos 250 euros no yendo, ahora serán 365 más o menos. Lo que más me escandaliza es su postura tan oportunista y poco solidaria.
Muñoz argumenta que esta subida de precios obedece a la decisión de convertir su restaurante en un negocio rentable y poder, así, pagarle mejor a sus empleados. Si él lo dice será verdad, aunque Carmen Lomana haya puesto el grito en el cielo. Lo cierto es que su Instagram está repleto de exóticos viajes gastronómicos junto a su mujer que, ciertamente, tendrán que sufragarse de alguna manera.
Recordemos el destino que Acánthum, del onubense Xanty Elías y a la postre el restaurante con estrella Michelin más barato de España. Cerró el pasado febrero. Dani García también bajó la persiana del suyo en Marbella, renunciando a sus tres estrellas Michelin y emprendiendo nuevos proyectos, no tan relacionados ya con la alta gastronomía.
La propia idiosincrasia de un restaurante con estrellas Michelin impide que sean negocios rentables. Experiencias gastronómicas de dos horas como poco, con diez mesas como mucho a dos pases diarios. Las cuentas no salen. No les han salido a muchos, como fue el caso de Xanty y de Dani García.
Desde luego la postura del marido de Cristina Pedroche no responde a las necesidades del momento económico actual, pese a que para la mayoría de los mortales este incremento de precio se nos antoje irrelevante. Otro tema sería que nos subieran el café y la tostada del bar de enfrente de 3 euros a 5; por ahí sí que no pasamos. Pero si antes no íbamos a ir a DiverXO, ahora pues tampoco.
¿Comería yo allí si pudiera? Probablemente sí, pero antes de comprobar el ego tan enorme de un Dabiz que aprovecha el tirón de un premio para hacer aún más inaccesibles sus platos. No se me solivianten; personalmente me parece un tipo apasionado por la cocina, un currante y un provocador natos, ambas cosas a la vez. Pero también me parece que se le está yendo un poco la pinza a la vista de sus últimas fotos en el danés y estrellado Noma, imágenes de cuerpos de patos despedazados que han herido la sensibilidad de no pocos de sus seguidores. Ya lo dice el gran sabio Sánchez Dragó: pagar 365 euros por una comida le parece una “bullipollez”.
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