Marina, la sevillana de Operación Triunfo, habla de su depresión y su trabajo como teleoperadora: “Es imposible vivir de la música”

La exconcursante de OT 2017 reflexiona ocho años después de su paso por el programa sobre la fama, la salud mental y las dificultades de mantenerse en la industria musical.

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Marina fue concursante de 'OT 2017', misma edición de la que salieron artistas como Aitana o Lola Índigo
Marina fue concursante de 'OT 2017', misma edición de la que salieron artistas como Aitana o Lola Índigo / Operación Triunfo Oficial

Operación Triunfo 2017 fue un auténtico fenómeno televisivo que marcó un antes y un después en la historia del formato. Tras años fuera de emisión, el programa regresó con fuerza, reviviendo el espíritu de la primera edición de 2001 y conquistando a una nueva generación de espectadores. El talent show se convirtió en un rotundo éxito de audiencias y un potente fenómeno social que trascendió la televisión.

De aquella edición surgieron algunos de los nombres más destacados del panorama musical actual, como Aitana o Lola Índigo, artistas que hoy llenan estadios y encabezan las listas de éxitos. La gira posterior, que recorrió 23 ciudades españolas, reunió a cerca de 300.000 personas, consolidando el impacto mediático de esa generación.

No obstante, no todos los concursantes de aquella edición corrieron la misma suerte. Entre ellos se encuentra la sevillana Marina Rodríguez, conocida artísticamente como Marina Jade, que con solo 19 años se convirtió en la cuarta expulsada del programa. Al igual que sus compañeros, fue partícipe del éxito rotundo del formato y de la posterior gira, e incluso llegó a publicar un single en 2018 con la discográfica Universal Music. Sin embargo, con el paso del tiempo, y por distintas circunstancias, su camino se fue alejando poco a poco de la música.

Ocho años después de su paso por el programa, Marina ha vuelto a hablar públicamente sobre su experiencia en el podcast “Supersónica Podcast con Celia Becks”. En él, la sevillana confiesa que actualmente su vida “no es muy musical, porque es imposible vivir de la música”. Tras el programa, asegura, el golpe con la realidad fue muy duro. Aunque desde el programa les advertían constantemente que aprovecharan la oportunidad, explica que “una cosa es no aprovechar la ocasión y otra es tener mala suerte”, recordando que llegó a estar en manos de personas que “le prometieron mucho y la guardaron en un cajón”.

Consciente de que la fama no garantiza una carrera sólida, Marina reconoce que “al salir de Operación Triunfo no tienes la vida resuelta” y que llegó a sentirse “menos que antes” por las expectativas frustradas.

“Es difícil avanzar”

Actualmente, Marina trabaja como teleoperadora, una decisión que, según cuenta, ha tomado por necesidad y bienestar emocional. Padece depresión y acude a terapia para aprender a gestionar todo lo vivido en estos años. Relata que trabajar de cara al público se le hacía insoportable por los comentarios de algunas personas que le recordaban constantemente su paso por el programa. En una etapa anterior, mientras trabajaba en una tienda de golosinas, cuenta que muchas personas la ridiculizaban o insinuaban que era “una fracasada” por no haber triunfado en la música.

Desde la pandemia, explica, tuvo que asumir que debía trabajar “de lo que fuera” para salir adelante, un proceso que no fue fácil. Reconoce que se pasó meses “machacándose a sí misma a diario”, diciéndose que había fracasado. Aun hoy, admite que esas inseguridades la acompañan, pero considera importante visibilizar que “esto es algo que le puede pasar a cualquiera”.

Pese a todo, Marina guarda un recuerdo muy positivo de su paso por Operación Triunfo. Lo describe como “la mejor experiencia de su vida”, que le permitió entender cómo funciona la industria musical. De la gira recuerda que, aunque era consciente de que el público iba por el fenómeno del programa más que por ellos como artistas, la disfrutó intensamente.

El peso de las redes y la fama repentina

El contraste llegó cuando la fama se apagó y comenzaron las críticas en redes sociales. La sevillana reconoce que los comentarios negativos y el maltrato digital fueron especialmente duros, y que muchas veces olvidamos que “detrás de cada comentario hay una persona con sentimientos”. Recuerda que la mayoría de concursantes de OT tienen entre 18 y 20 años, edades en las que es difícil gestionar ese nivel de exposición pública.

Marina también reflexiona sobre lo que supuso la fama inmediata tras salir del programa. Antes de OT, dice, llevaba “una vida muy simple” en Sevilla. Sin embargo, apenas unos días después de abandonar la Academia, vivió el impacto de la popularidad: un recorrido por el centro de Sevilla desde la Alameda a Puerta Jerez le llevó más de una hora y media debido a la cantidad de fans que la reconocían y se acercaban a saludarla. “En ese momento es difícil no pensar que la vida te va a sonreír”.

Con el paso de los años, ha aprendido a mirar su experiencia con perspectiva. Reconoce que entró siendo muy joven, que aprendió a ser más constante y a centrarse en lo que realmente le gusta. También, dice entre risas, que aprendió tarde a “abrazar los memes de las redes sociales”.

La artista confiesa que lleva años conviviendo con la depresión, incluso desde antes de entrar en Operación Triunfo. Durante el programa asegura que se encontraba “súper bien”, pero que el problema llegó después, cuando empezó a notar que “era más un meme que algo serio”. Su gran error, reflexiona, fue fijarse más en las personas que se reían de ella o la llamaban fracasada que en las que la apoyaban, una lección que hoy trata de no olvidar.

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