Juicio militar

La Guardia Civil desmonta “al 100%” las teorías del sargento acusado de matar a un legionario

Juan José Jiménez y Chari Cruz, los padres del legionario fallecido, entran en la Delegación de Defensa.

Juan José Jiménez y Chari Cruz, los padres del legionario fallecido, entran en la Delegación de Defensa. / Juan Carlos Vázquez

Las teorías del sargento de la Legión acusado de matar a un compañero durante un ejercicio de tiro con fuego real, que en resumen se basan en que él no disparó y que la bala llegó rebotada desde otro pelotón que estaba realizando la misma práctica en paralelo, quedaron desbaratadas este miércoles por los expertos en balística de la Guardia Civil. Ante el Tribunal Militar Territorial 2º, con sede en Sevilla, los peritos manifestaron su “certeza absoluta, al cien por cien”, alcanzada tras un sinfín de pruebas y cotejos, de que el proyectil que acabó con la vida de Alejandro Jiménez el 25 de marzo de 2019 salió del fusil de Saúl Antonio G.P. y de que fue un disparo directo. “Las señales no son claras, son clarísimas. Lo puedo decir más alto pero no más claro”, llegó a decir el sargento que hizo de portavoz.

La declaración por videoconferencia desde Madrid de los tres agentes, que duró casi tres horas, fue la comparecencia estelar de la quinta sesión del juicio. Allí explicaron que, de los cinco fragmentos de bala hallados en el cuerpo de la víctima, sólo uno permitió identificar “sin duda” el arma de procedencia. Ese trozo “tenía seis estrías y seis campos con unas dimensiones muy concretas”. Las primeras “habían generado unas microlesiones que a todos los efectos son producidas por un arma concreta”. “No hay otra posibilidad, son las huellas dactilares del arma. Y no sólo había correlación en las seis estrías, también en los campos. Afirmamos categóricamente que es ese arma la que lo disparó”, detallaron los peritos. “Ese arma” era el fusil HK del principal acusado.

Los expertos también comprobaron que el rifle sufría una “anomalía” y no podía lanzar ráfagas. “Disparaba el primer tiro, expulsaba el casquillo y al introducir el segundo no disparaba”, relataron. Así pues, funcionaba “de tiro en tiro”.

Otro hecho clave: el disparo fue directo, aunque antes rozó el culatín del fusil de Alejandro. “Esas marcas [en la culata] sólo las podía causar un disparo directo”, afirmaron. La bala dio en la culata en un ángulo de 90º y después entró por el pecho del legionario. También le habría dado aunque no hubiese tocado la culata, aclararon. Y si hubiese impactado en otro obstáculo (una piedra, por ejemplo), como piensan las defensas, la bala “se habría hecho papilla”. No fue así.

El otro hecho fundamental: el proyectil no provino del otro pelotón. De acuerdo con las dos posibles ubicaciones de la víctima, según el croquis salido de las reconstrucciones sobre el terreno, “sólo tenían línea visual” con Alejandro tres miembros de la otra sección, “pero en ningún caso los impactos eran compatibles” con la situación del fallecido.

La víctima estaba "con la guardia baja" cuando recibió el impacto del proyectil, según los expertos

El legionario herido, además, estaba “rodilla en tierra y con la guardia baja” cuando recibió el impacto. Es decir, con el fusil apuntando al suelo y pegado al tórax. “Su chaleco permitía poca o ninguna flexibilidad y presentaba una doblez sólo compatible con esa posición. No hay otra manera de generar ese pliegue”, indicaron. En otra postura, el proyectil no habría ido al pecho.

Algunas preguntas de los abogados del sargento G.P. y del capitán Antonio C.R., orientadas a probar que las certezas de los peritos no eran tales, provocaron cierta tensión. Los científicos incluso fueron cuestionados por las horas que habían dedicado a su pericia. “Nos dijeron que dejáramos lo que estábamos haciendo y que nos dedicáramos sólo a esto”, replicó el portavoz. También atajó otras cuestiones con comentarios como “el perito soy yo, no usted”, “nosotros no conjeturamos” o “aquí llegan balas de todo el mundo y nunca fallamos”.

El juicio se celebra en Sevilla porque la competencia de la Sala abarca toda Andalucía (junto con Ceuta y Melilla) y, aunque los hechos ocurrieron en un campo de entrenamiento de Agost (Alicante), el pelotón pertenecía al acuartelamiento de Viator (Almería). La víctima había nacido en Mallorca y desde allí viajan todas las semanas sus padres, ambos gaditanos (la madre es de Arcos y el padre, de Jerez). La primera parte del juicio concluye este jueves con nuevas periciales, incluida una de última hora presentada por la defensa del sargento Saúl Antonio G.P. el mismo día que comenzó la vista oral. Después, las sesiones se reanudarán a mediados de marzo.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios