El juicio del "crimen de las cuñadas"

Los tres acusados del "crimen de las cuñadas" niegan su participación en el asesinato

  • Aseguran que el día de autos, el 19 de abril de 2016, llevaban semanas sin ver a la víctima, y sostiene que las relaciones con ella eran "normales" y no tenían desavenencias familiares con ellas.

Las hermanas Carmen y Rosa N. S. y Francisco Javier M. R., sentados en el banquillo.

Las hermanas Carmen y Rosa N. S. y Francisco Javier M. R., sentados en el banquillo. / Belén Vargas

Todos niegan su participación, aunque no han querido responder a las preguntas de la Fiscalía y de la acusación particular que ejerce la Junta de Andalucía. Las hermanas Carmen y Rosa N. S. y el novio de esta última, Francisco Javier M. R. han negado que tengan cualquier relación con el asesinato de Anabel Deza Vázquez, la joven de 26 años que fue asesinada de 61 puñaladas el 19 de abril de 2016 en su domicilio de La Rinconada, hechos por los que se enfrentan a una condena de 25 años de cárcel.

Los tres acusados, que están actualmente en libertad tras haber pasado dos de ellos más de dos años en prisión provisional por estos hechos, han acudido este lunes a la Audiencia de Sevilla, donde ha comenzado el juicio ante un jurado popular. Lo que no ha pasado desapercibido al inicio de la vista oral es que las hermanas Carmen y Rosa N. S. iban vestidas de forma idéntica, con pantalón vaquero, los mismos zapatos de color marrón claro, una camisa blanca y una rebeca de color granate, lo que ha motivado incluso una alusión del fiscal del caso, Gabriel González, quien ha recordado en su alegato inicial que los acusados tienen derecho a mentir en su declaración e incluso "pueden vestir iguales".

Los tres acusados se han acogido a su derecho a no declarar a las acusaciones, sólo han respondido a sus respectivos abogados defensores, aunque el fiscal y la Junta han hecho constar en el acta las preguntas que pretendían formularles. La primera en declarar, Carmen N. S., ha dicho que tenía una relación "normal" con su cuñada Anabel Deza, con la que nunca había tenido una pelea. Cuando ocurrió el crimen llevaba, según esta acusada -que fue imputada en la causa después de que un testigo protegido exculpara a su hermana Elena, que pasó dos años y tres meses en prisión- una semana sin verla, dado que solía acudir a su casa una vez a la semana y siempre en compañía de sus padres.

Carmen ha añadido que "en ningún momento" la familia obligó a Anabel a cumplir el luto por la muerte de su marido, Diego N. S. -hermano de las dos acusadas- y también ha negado que pretendieran retirarle a una niña de tres años para educarla según sus costumbres. La acusada se ha referido de esta forma a las afirmaciones que realiza la Fiscalía en su escrito de conclusiones provisionales, en el que señala que había "desavenencias familiares" por la condición de "paya" de Anabel y por la educación y custodia de la niña que había tenido con el hermano fallecido de ambas acusadas.

Esta cuñada ha dicho que la víctima tenía en casa un "kiosco ilegal", en el que vendía chucherías, tabaco y cerveza, por lo que su casa estaba "todo el día abierta" y la gente "entraba y salía". El día del crimen asegura que fue a la oficina del INEM en San José de la Rinconada sobre las 11:30 horas y después se volvió a su casa, donde se enteró de la muerte de Anabel por sus familiares, momento en que ha comenzado a llorar. Ha añadido que accedió voluntariamente a que le tomaran muestras para obtener su ADN y compararlo con los restos en el escenario del crimen, además de entregar su teléfono móvil y acudir voluntariamente a la rueda de reconocimiento en la que fue exculpada su hermana Elena, siendo a continuación imputada ella en la causa.

Tanto Carmen como su hermana Rosa han afirmado que había muchos "rumores por todo el pueblo" y en las redes sociales en las que las "culpaban" a ellas del asesinato. Rosa ha dicho que tenía un "carácter muy fuerte" e incluso había echado a su hermano de casa, pero ha insistido en que tenían una "relación normal" y estaban "muy bien", comentando incluso que a veces se preguntaban por el precio de las pipas o las palomitas que vendían, porque Rosa también tenía otro kiosco en su casa. De esta forma, ha dicho que a la hora del crimen ella estaba en su kiosco, que abre a las nueve de la mañana, asegurando que llevaba 15 días sin verla. 

También ha llorado cuando ha recordado cómo se enteró por otros familiares de la muerte de Anabel y ha reiterado que los rumores en el pueblo decían que las "mujeres gitanas son las asesinas".

Por último, Francisco Javier M. R., que supuestamente conducía el coche blanco en el que se habrían marchado tras cometer el crimen, según el relato de las acusaciones, ha afirmado que no sabe conducir y nunca ha tenido carné. Este acusado, que al igual que las anteriores sólo ha respondido a su letrado, ha señalado que no tenía mucha relación con Anabel.

Antes de comenzar el juicio las defensas plantearon a la juez que preside el jurado que levantara la protección de los cuatro testigos protegidos que identificaron a los acusados, pero la magistrada de la Audiencia de Sevilla Esperanza Jiménez ha decidido mantener dicha protección por varios motivos, entre los que ha destacado la "gravedad de los hechos", las "circunstancias especiales" que concurren en este caso, dado que el crimen tuvo lugar en una población pequeña y con pocos habitantes, y por los antecedentes policiales, dado que existe cierta conflictividad de los acusados en La Rinconada, ha afirmado.

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