El Yaki admite que disparó al Tapón "por un pánico terrorífico", pero exculpa a sus hermanos

El principal acusado del crimen sostiene que le "ha aguantado lo inaguantable" a la víctima durante años

Los familiares del Tapón aseturan que éste quedó "totalmente vegetal"

Casa quemada en Torreblanca en represalia por el tiroteo en el que murió el Tapón.
Casa quemada en Torreblanca en represalia por el tiroteo en el que murió el Tapón. / David Arjona / EFE

José Antonio N. N., alias el Yaki, admitió este martes que disparó varias veces a José C. B., conocido como el Tapón, pero aseguró que lo hizo solo y que sus hermanos no estaban con él en el momento del tiroteo. Dijo que disparó "por un pánico terrorífico" y que mantenía desde hace años unas rencillas con la víctima, a la que había "aguantado lo inaguantable". El motivo de esta inquina era la relación que el Yaki había tenido en el pasado con la que después fue la mujer del Tapón.

Así lo explicó el principal acusado del crimen del Tapón durante la cuarta sesión del juicio que se celebra contra él y sus hermanos Manuel José y José Lucas en la Audiencia Provincial de Sevilla. El Yaki contestó a las preguntas de la Fiscalía y a las de su abogado defensor. "Voy a ser breve, para no hacer perder el tiempo a nadie en la sala. Esto no viene de ahora. Yo tuve una relación con su pareja actual. No nos fueron bien las cosas y cada uno cogimos nuestros caminos. A los seis meses o al año, ella empezó una relación con él y estaban juntos hasta ahora. Eran primos hermanos. Cuando me veía, me buscaba la boca, amenazaba a mis familiares e intentaba tener trifulcas con nosotros", expuso el Yaki.

"Yo he aguantado lo inaguantable, nos faltarían días para explicar todas las situaciones. Lo que cualquier ser humano puede aguantar se lo he aguantado, a él y a su fmailia. Vejaciones, extorsión, humillaciones... hasta el punto de que me fui del barrio porque sabía que me iba a buscar la ruina", insistió José Antonio N. N.

"Pero la vida es muy caprichosa y su hija se enamoró de mi hijo. Yo de eso no me enteré en su momento. Si lo hubiera hecho, a lo mejor no se hubiera dado esta situación tan desagradable y estos hechos tan horrorosos". El 19 de noviembre de 2022, el Yaki estaba en casa de sus padres, en la calle Torrelaguna, pero se encontraba solo. "Fue el día más amargante de mi vida. Vino este señor, pegando voces y buscando a mi padre. Yo me cago en esto, yo me cago en lo otro... Para los gitanos hay palabras que son imperdonables y yo aguanté esas palabras".

Acto seguido, explicó que el Tapón le dio dos o tres puñetazos y él lo agarró por la pechera. Tras una primera pelea, el Tapón le insistió en que lo matara. "Mátame, mátame. Él sabía que yo tenía mis armas, escopetas porque soy cazador furtivo y una pistola de fogueo porque voy al tiro olímpico. Yo le dije que no mato a un hombre descalzo. Y en la puerta me dijo que le iba a pegar un tiro a mi padre que le iba a llegar la cabeza a San Rafael (barriada que pertenece a Alcalá de Guadaíra pero que linda con Torreblanca). Hasta aquí has llegado, moreno, te voy a demostrar lo que tú eres para mí".

Ambos se enzarzaron y se dieron "una señora paliza". "No me matas porque no tienes huevos de pagar veinte años por mí, pero yo sí voy a matarte", contó el Yaki que le dijo el Tapón. Éste se marchó y su rival se quedó "aturdido, porque yo entonces era una persona obesa" y lavándose la cara en la casa de sus padres.

El Yaki subió a la azotea de la vivienda y al poco vio el coche del Tapón venir en contramano hacia la casa, "como alma que lleva el diablo y sin ningún respeto por la vida de las muchas personas que había en la calle". José Antonio disparó un primer tiro con una pistola. "Lo hice en dirección a la parada del autobús, es obvio que no quise darle. Fue un tiro de advertencia". Luego, en un segundo disparo, se le encasquilló el arma.

En este punto, el Yaki sostuvo que el Tapón comenzó a dispararle. "Me entró un pánico terrorífico, venía a arrebatarme mi vida. Bajé, tropecé y eché mano a mi escopeta", arma que recargó dos veces. Dijo que le disparó a la parte trasera del coche y al espejo retrovisor para asustarlo, "para que viera que se había colmado ya el vaso". "Si yo tuviera malas intenciones, con un tiro hubiera bastado, pues lo tenía de cara. Se habría acabado, ni muere al año ni nada".

No se ha encontrado ninguna evidencia de que el Tapón disparara. Tras el tiroteo, el Yaki se marchó en su coche y fue a recoger a su mujer. Luego estuvo en Portugal, donde pasó un par de semanas para tranquilizarse. "En ningún momento me he escondido de las autoridades, que yo no he estado en Venezuela, he estado cerca".

El Yaki exculpó a sus hermanos, uno de los cuales alardeó por teléfono de que lo "habían cazado como a una liebre", que le habían "metido en la nuca" y que tenía una "cacharra" del 45 que "no falla". "Eso son sandeces y tonterías de un niño tonto empastillado que no dice ninguna verdad en concreto. La única verdad es que estaba harto de estar en busca y captura por culpa mía, y que cuanto antes me cogieran antes iba a vivir su vida. Mi Fiscalía (así se dirigió en varias ocasiones a la representante del Ministerio Público), son fantasías. No se bajó del coche, no hay tiro en la nuca, no hay 45...".

"La cosa está muy clarita. Lo he hecho yo. Le pegué los tiros a 37 metros, no a diez, entonces le hubiera hecho un boquete". Luego dijo que no vio qué arma llevaba el Tapón porque no tiene "rayos láser" para saberlo a tanta distancia y que tiró una de sus escopetas entre San Juan y Coria y la otra se la llevó a Portugal. "¿Cómo dice usted que lo he acribillado? Si no tiene ni un tiro directo. Está hablando cosas que no son, mi Fiscalía".

También admitió que consumió estupefacientes desde los 14 años y está en tratamiento para controlar su ira. A la pregunta de su abogado de si está arrepentido, respondió así: "Esa pregunta sobra, ¿quién va a querer la ruina y la desgracia que ha pasado tan grande, si al final nadie ha ganado nada?. Se trata de una muerte y veinte casas destrozadas, como el futuro de tres hermanos".

Los hermanos

El segundo de los acusados, Manuel José, aseguró que ha sido inculpado porque dejó a su perra en casa de sus padres la tarde antes, y por eso el chip del animal da esa ubicación, pero fue para ir a una pedida de mano y recogerla al día siguiente. Afirmó que no estuvo en el lugar del tiroteo y que huyó porque, a los tres días, los familiares del Tapón estaban quemando las casas de su familia. Sobre sus frases en las conversaciones telefónicas, dijo que no se reconocía, pero admitió que "todo el mundo" lo llamaba y él les "seguía el rollo". "A veces hablo lo que no debo, soy un bocachancla, la verdad es que sí".

El tercero de los hermanos, José Lucas, negó que estuviera en la calle Torrelaguna aquella mañana y explicó que estuvo trabajando en la aceituna en una finca entre Dos Hermanas y Utrera. A la una le llamó su padre para que recogiera a su mujer y a sus hijos, "que te matan, que tu hermano ha tenido un problema con una familia conflictiva". Se quedó tres días en Dos Hermanas y luego le pidió trabajo a un amigo suyo de Málaga. "Iba de Málaga a Granada, porque soy manijero, todos los días a las cinco de la mañana de lunes a sábado. Me quedé allí hasta que me dijeron que me tenía que presentar ante el Grupo de Homicidios".

Entonces llamó a su abogada, Mónica Gallardo, y se entregó. Aportó las nóminas del trabajo en el campo y su contrato. "Me fui de casa porque no podía estar. Es una familia muy grande y conflictiva. Venden droga, son atracadores, le hacen daño a la sociedad. Si me ven, me hacen daño, a mí o a mi mujer o a mis hijos".

La hija del Tapón y los forenses

Al principio de la sesión declaró como testigo la hija del Tapón, que reveló que su padre le tenía "mucho odio y asco" al Yaki, "por celos" por la relación que había mantenido éste antes con su actual mujer. La hija de la víctima, Cándida, inició una relación con el hijo del principal acusado, que estaba casado pero dejó a su mujer y se fue con ella. Ambos continúan viviendo juntos actualmente y residen en Córdoba.

Durante todo el tiempo que estuvo hospitalizado, no fue a visitar a su padre al hospital. "Quise ir a verlo, pero como mi gente me quería matar no pude ir, la verdad", explicó, y sostuvo que tenía miedo a que su familia le "hiciese algo". "Los conozco, sé como son, y sé que esto no va a quedar así", indicó.

A continuación declararon la forense que hizo el levantamiento del cadáver en el hospital, y la que practicó la autopsia al cadáver en el Instituto de Medicina Legal de Sevilla, el 1 de noviembre de 2023. La primera apuntó como causa de la defunción una neumonía relacionada con las infecciones que pacientes como el Tapón, que llevaba casi un año en coma vegetativo, contraen en los hospitales. Sin embargo, en la autopsia se descubrió que la causa final de la muerte fue un cáncer de pulmón con metástasis en el hígado, que le provocó una hemorragia interna.

La forense indicó, sin embargo, que el Tapón presentaba unas lesiones incompatibles con la vida, y que habría estado muerto de no mantenérsele con ventilación mecánica y otras medidas. Es algo, sostuvo, que no se suele prolongar durante tanto tiempo "por cuestiones de humanidad", pero que en este caso se mantuvo casi un año por decisión de la familia. En concretó, detalló que los perdigones le habían provocado una lesión en la aorta, entre otras, y que tenía el encéfalo disminuido, no era capaz de respirar ni alimentarse por sí solo, y su situación era completamente irreversible.

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