Manuel Portero Frías. Abogado

De Tablada a las cláusulas suelo: un recorrido por 50 años de abogacía sevillana

  • “Aprendí de Adolfo Cuéllar Contreras que hay que estar en el turno de oficio por obligación moral con la sociedad”

Manuel Portero con uno de los legajos antiguos que conserva en su despacho

Manuel Portero con uno de los legajos antiguos que conserva en su despacho

El abogado sevillano Manuel Portero Frías lleva trabajando desde 1970 y su trayectoria de 50 años ha conocido los hitos más importantes de la historia judicial de Sevilla: desde ser uno de los primeros que intentó recuperar los terrenos expropiados de Tablada hasta participar ahora en uno de los bufetes más activos contra las cláusulas suelo, que lleva su propio nombre de Portero&Peña.

Curiosamente, no empezó trabajando como abogado sino como funcionario interino en el Ministerio de Justicia en Madrid, en un departamento que llevaba los libros de la familia real. De aquella experiencia recuerda para este periódico las semanas que tardaron en hacer la certificación de matrimonio de Alfonso XIII y Victoria Eugenia debido a la cantidad de nombres compuestos y extranjeros que figuraban como testigos.

En aquellos primeros años trabajó en Madrid para el Banco Popular, que pronto le envió a Sevilla para abrir su oficina de Plaza Nueva. Pero su experiencia bancaria duró poco y entró a trabajar con Adolfo Cuéllar Contreras, maestro de muchos letrados sevillanos.

De él cuenta que se quedó con un consejo: “hay que apuntarse al turno de oficio por obligación moral con la sociedad”.

Ejerció 40 años como abogado de oficio y como tal llevó uno de los casos “más tenebrosos” de su carrera: la defensa de un joven de 23 años que en 2010 violó y asesinó de 33 puñaladas a su vecina de 78 años, después pasar la noche en una fiesta de alcohol y pastillas. “Yo veía a un muchacho normal, con estudios. No sé si fue sincero conmigo, pero siempre me aseguró que no recordaba nada, que llegó a su casa, se vio lleno de sangre, se duchó y se acostó”. Fue condenado a 29 años de cárcel, que luego Portero rebajó a 18 en el Tribunal Supremo.

Recuerda que un día Adolfo Cuéllar le pidió que le ayudase a quemar los pleitos antiguos de su padre, Adolfo Cuéllar Rodríguez, que “había sido uno de tres mejores abogados de España”. Ojeando aquellos legajos, se le quedó grabado el cuaderno particional de la herencia del duque de Medinaceli, fallecido en 1956, que Cuéllar había llevado hasta el Tribunal Supremo por el conflicto entre la segunda esposa del aristócrata y las dos hijas de su primer matrimonio.

Aparte de sus numerosas propiedades, la finca La Almoraima y la Casa de Pilatos, en el cuaderno particional había “tres cuadros de Goya, medio centenar de Claudio Coello y 36 millones de pesetas solo en botonaduras y gemelos de oro”, relata.

Portero cuenta a este periódico que, ya en Sevilla, fue uno de los primeros en abrir el frente de batalla de los terrenos de Tablada, que habían sido expropiados en los años 60 para ampliar las pistas de la base militar. Ante la paralización del proyecto, aconsejó a los propietarios -varios miembros de una misma familia- intentar la reversión.

Ni corto ni perezoso, se presentó a primera hora de la tarde de un mes de julio con una cámara de fotos y un notario para tomar medidas de aquel terreno sembrado de cereales. Tardaron poco en ser detenidos por los soldados y conducidos al cuerpo de guardia. Afortunadamente su amistad con un capitán jurídico dejó el incidente en solo una sugerencia: “La próxima vez pedid permiso, que esto es una zona militar”.

Los dueños de la dehesa le ofrecieron no cobrar minuta sino llevarse el 10% de lo que ganaran. Portero explica que lo rechazó diciendo a su interlocutor que “si ganamos, tu acabas más rico pero si perdemos yo sigo igual de pobre”. Fue otro abogado quien terminó el litigio, con un importante beneficio para los reclamantes.

Su pleito preferido: el de la mujer andaluza en los envases de aceite

Cuando se le pregunta por el pleito que más le gustó, responde sin dudarlo que el que enfrentó durante 25 años a Carbonell y la empresa sevillana para la que él trabajaba, Aceites del Sur, por la etiqueta de sus botellas de aceite: Carbonell denunció un plagio porque ambas mostraban una mujer morena con los brazos desnudos, ropa del mismo color y una flor en el pelo, sentada bajo un olivo.

Portero ganó la causa en España, cuando el Tribunal Supremo dictaminó en 1999 que “todos los envases de aceites de primeras marcas se parecen” pero posteriormente el Tribunal de Justicia Europeo rechazó registrar a escala comunitaria la marca de Aceites del Sur, “La Española”, por el parecido de los envases.

Portero es uno de los abogados españoles que más sabe de aceite de oliva, pues trabajó casi veinte años para Aceites del Sur. “Hasta aprendí a descifrar un boletín de análisis”, afirma.

Trabajó con Cuéllar nueve años hasta que en 1979 se asoció con el laboralista José Ignacio Bidón, con el que compartió despacho casi veinte años. Luego cada uno siguió su camino y Portero abrió un bufete con su hijo Javier.

En 2013, cuando empezó la guerra con los bancos por las cláusulas suelo, Manuel Pérez Peña se incorporó a su despacho que, con el nombre de Portero&Peña se convirtió en uno de los más activos con sus novedosas fórmulas de gestión.

Pionero en la defensa de la justicia gratuita, Manuel Portero verá este lunes como su colegio profesional reconoce, por primera vez, a 222 abogados sevillanos que este año han cumplido 25 años en el turno de oficio.

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