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Juan Carlos Garvayo | Pianista

“En los boleros hay un mundo infinito de matices”

  • El Trío Arbós se une a Sandra Carrasco para un disco de boleros arreglados para la formación por Ricard Miralles

El trío Arbós con Sandra Carrasco en el estudio de Juan Carlos Garvayo

El trío Arbós con Sandra Carrasco en el estudio de Juan Carlos Garvayo / José Luis Sánchez (IG @wienlared)

Tras sus actuaciones en el pasado Festival de Música y Danza de Granada y mientras ultima los detalles del próximo Música Sur, el festival que organiza en su Motril natal, Juan Carlos Garvayo sacó tiempo para hablarme del último registro con su conjunto, el Trío Arbós, un disco de boleros grabado en noviembre de 2021 junto a la cantaora onubense Sandra Carrasco.

–¿Por qué un disco de boleros ahora?

–Son confluencias. A mí me encantan los boleros. Me parece un género musical excelso, repleto de joyas literarias y musicales. Siempre me ha atraído muchísimo. A eso le añades el haber conocido a Sandra Carrasco, con la que habíamos hecho algunas cosas y para la que yo compuse música. Y siempre me quedaron las ganas de hacer algo más. Y luego, está Ricard Miralles, con el que ya habíamos trabajado en un disco con arreglos de zarzuela. Sandra es más conocida como cantaora, pero la había escuchado cantar boleros, y se me encendió la bombilla: Sandra, Miralles y Boleros. Se lo dije primero a ella, a la que le pareció una idea magnífica, y luego a Miralles, que lo único que me preguntó fue: "Título del bolero y tono", y así fue. Entre Sandra y yo fuimos haciendo la selección de los boleros y Miralles nos mandaba los arreglos sobre la marcha. Es un portento cómo trabaja.

–¿Y en qué se basó la selección?

–Había algunos que cada uno de los dos quería meter sí o sí, y buscamos también poner algunos menos conocidos pero que nos encantaban. Es el caso de Como un milagro, que me parece una auténtica joya. Es obra de Juanito Márquez, un guitarrista cubano que se movía en los circuitos del jazz y que vivió en Madrid mucho tiempo. Ricard Miralles lo conocía, había coincidido con él y habían tocado juntos. Fue además el primer bolero que le pedimos, un poco como prueba, a ver cómo funcionaba. Ese lo llegamos a grabar en mi casa incluso, y después vinieron todos los demás. Algunos arreglos son extraordinarios. Con alguno Ricard me llegó a decir que a lo mejor hasta se había excedido armónicamente. Pero yo le dije que no, que era eso lo que quería, no el típico bolero con las maracas y los tres acordes, aunque los hay que tienen más de tres acordes. Y de eso es buen ejemplo también Como un milagro, que  tiene unos saltos ahí…

Boleros - Carrasco & Trío Arbós Boleros - Carrasco & Trío Arbós

Boleros - Carrasco & Trío Arbós

–¿Qué tiene el bolero para llegar a tanta gente de forma tan directa?

–Primero, es una forma musical dulce, que entra sola. Como recojo en mis notas que decía Cabrera Infante es una “canción con ritmo”, ese ritmo interno, que está apelando a lo básico: melodía y ritmo. Pero va mucho más allá. Es como una manera de entender las relaciones amorosas: parece un cliché, pero ahí entre el despecho y la euforia, en los boleros hay un mundo infinito de matices. Me atrae mucho que se manifieste hacia el exterior de esa manera, porque además concuerda con experiencias personales de muchísima gente, yo incluido, y eso te toca, te llega. Casi siempre hay también razones sentimentales profundas, alimentadas por el tiempo: yo escuchaba a mi madre cantarlos, tocarlos con la guitarra. Además siempre he estado muy cerca de toda esa canción de autor, por ejemplo de la nueva trova cubana, muchos de sus representantes han cantado y compuesto boleros. Incluimos uno de Marta Valdés, Llora, que es un prodigio tal y como lo hace ella con la guitarra. Miralles lo complica todavía más con una armonía muy escurridiza. A veces parece que estás tocando Pierrot lunaire o algo así, y a Sandra le costó encontrarse, pero es muy talentosa y al fin todo hizo clic.

–No pueden tocarse igual tríos clásicos que boleros, ¿cómo afectó eso al grupo?

–Por supuesto. La manera de acompañar, de tocar, es muy distinta. Estamos acostumbrados a producir mucho sonido, un sonido grueso, muy ligado, y aquí tienes que aprender a aligerar las texturas, para que la voz pueda entrar y establecer un diálogo con ella. No fue fácil en principio. Pero al final, cuando todo se ajusta, es una delicia. Cada vez que hacemos un concierto lo disfrutamos muchísimo.

–¿Y lo han hecho mucho en concierto?

–Lo hemos hecho unas cuantas veces y tenemos un par de actuaciones más este año, pero no todo lo que nos hubiera gustado. Es lo que pasa siempre cuando te sales del mainstream. ¿Qué hace un trío de música clásica tocando boleros y una cantaora de flamenco cantándolos? Además hay alguna gente que ve al bolero como algo antiguo y casposo. Y las cabezas son muy cuadradas. Hay muchos programadores que no terminan de entender ni de atreverse, nos pasó ya con los programas que hicimos de flamenco. Luego se alegran de programarlo, pero no es fácil romper determinados clichés.

–Después de cumplir 25 años y ya con su propio sello, parece que el Trío Arbós ha girado y pasado de hacer mucha música contemporánea, muchos estrenos, a otros mundos. ¿Es esto así o sólo es una impresión mía?

–Esos mundos siempre han estado ahí, pero están saliendo ahora. Tener sello propio significa hacer sin imposiciones lo que tú quieres. Te permite hacer estas cosas y no discutir con nadie no ya en el contenido, sino ni siquiera en el diseño. Pero por ejemplo el siguiente disco, que grabamos en septiembre, será el Concerto de Manuel de Falla en las dos versiones, la de clave y la de piano. Lo haremos con el clave de Rafael Puyana que conserva el Archivo Manuel de Falla. Lo grabamos allí, en el Auditorio, y hacemos además el Quinteto de Joaquín Nin Culmell, que lo trabajó como alumno de Falla en el Carmen de la Antequeruela, adonde lo llevaba Conchita Badía, y un cuarteto con piano de Carlos Suriñach. Entre medias, también hemos grabado un disco con canciones de Beethoven, hay un poco de todo. Van saliendo las cosas como vienen, de manera natural.

Juan Carlos Garvayo, Sandra Carrasco, Ferdinando Trematore y José Miguel Gómez. Juan Carlos Garvayo, Sandra Carrasco, Ferdinando Trematore y José Miguel Gómez.

Juan Carlos Garvayo, Sandra Carrasco, Ferdinando Trematore y José Miguel Gómez. / Jorge Cueto

–¿El Concerto de Falla llega en el momento adecuado?

–Creo que sí. Necesitaba grabarlo. Para mí es fundamental. Admiro y adoro esta obra desde siempre, y quería grabarla en las dos versiones. No hay discos que traigan las dos. Lo hizo Achúcarro hace muchos años, pero es una grabación que no se encuentra en las plataformas. En LP quedó descatalogada muy rápido. La grabación está muy desequilibrada desde el punto de vista técnico, y a lo mejor Achúcarro la desautorizó, no estoy seguro de eso. Pero es la única vez que se habían puesto juntas las dos versiones, y no se encuentra. Así que me pareció una buena idea, y aprovechamos para rescatar las otras dos obras, que me parece que están muy bien y tienen mucho que ver con el mundo de Falla.

–El disco de boleros nació en medio de la pandemia. ¿Cómo les afectó como grupo?

–La música clásica fue lo primero en recuperarse en España. Más allá obviamente del sufrimiento de tanta gente y la muerte de muchas personas, incluso cercanas (el padre de José Miguel, nuestro cellista, sin ir más lejos), no nos podemos quejar. Ha servido para terminar proyectos, ordenarlos, investigar. Tuve tiempo de terminar mi tesis doctoral sobre el Trío de Granados. En lo artístico ha sido un momento de cierto reposo. Aunque en realidad tampoco paramos. Este proyecto nos movió: Miralles nos enviaba los arreglos y los grabábamos cada uno en casa individualmente y hacíamos experimentos simultaneando vídeos. Eso en 2021, porque 2022 está siendo un no parar.

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