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Cultura

El Arbós, un trío con memoria

  • Recién reconocido con el Premio Nacional de Música, el Trío Arbós presenta un disco en el que recupera música de cámara de dos compositores de la Generación de la República.

A mediados de noviembre pasado, el Premio Nacional de Música sorprendió al Trío Arbós con su último disco recién puesto en circulación. "Los primeros días no sabía ni cómo me llamaba. No me imaginaba hasta qué punto podía ser importante este premio", comenta el pianista motrileño Juan Carlos Garvayo. "La alegría es grande, porque nuestro trabajo es muy callado, muy sacrificado, de mucha tenacidad, de hacer repertorio a veces no muy agradecido. Es un trabajo de hormiguita, vocacional". "Tal y como está el panorama de la música de cámara en este país", añade el violinista Miguel Borrego, "con tan escaso reconocimiento, es una forma de hacerle justicia, porque la música de cámara es el súmmum, es la gran música".

Garvayo y Borrego fundaron junto al violonchelista José Miguel Gómez el Trío Arbós en 1996. Desde entonces, el conjunto ha combinado el gran repertorio internacional con la exploración intensiva de la música española. "Arrancamos con la interpretación del Trío nº2 de Luis de Pablo en la fundación Juan March. Ahí dejamos claras nuestras intenciones", comenta Borrego. Unas intenciones que han pasado, entre otras cosas, por encargar obras a auténticos faros de la modernidad musical como Georges Aperghis, Toshio Hosokawa, Ivan Fedele, Luis de Pablo, Hilda Paredes o José María Sánchez Verdú.

Pero el Trío Arbós también ha demostrado siempre tener memoria. Para su último disco, que ha grabado la marca granadina Iberia, solicitó la colaboración de la viola madrileña Rocío Gómez para acercarse a tres Cuartetos con piano escritos por otros tantos compositores españoles entre 1931 y 1938: el sevillano Joaquín Turina y dos de los más importantes maestros de la llamada Generación de la República, Fernando Remacha y Julián Bautista. Para Garvayo, "la relación musical entre las tres obras es tirante. Turina es el nacionalista por excelencia de los tres, un nacionalismo del que participaban los otros dos, pero con el aire nuevo de Stravinski y del último Falla. Aunque pienso que en el fondo tienen la misma idea de partida: ese uso del folclore como esencia que está ya en Pedrell". "Son tres obras maestras", piensa Miguel Borrego. "De Turina es difícil añadir algo que no se sepa", comenta Garvayo, para quien este cuarteto es una de sus obras preferidas del músico sevillano, "muy concisa, esencial". El pianista de Motril se quedó sorprendido con la pieza de Bautista: "No se escucha nunca. De hecho estaba en la Biblioteca Nacional, sin editar. Tritó va a publicar nuestra edición. Es una obra muy personal, porque Bautista era un músico muy ecléctico, de un oficio impresionante, y aquí se aprecia una especie de hiperromanticismo exacerbado, acaso por influencia de Conrado del Campo, que fue profesor de muchos de los compositores de esta generación. En cambio, la obra de Remacha es mucho más neoclásica, de clara raíz stravinskiana".

Además de los estudios comunes con Del Campo, hay más lazos que unen a estos compositores: Joaquín Turina formó parte del jurado que otorgó por unanimidad a la obra de Fernando Remacha el Premio Nacional de Música en 1933. La de Bautista también fue premiada: en 1938, un jurado formado por Arthur Honegger, Jacques Ibert, Alfredo Casella, Arthur Bliss y Alexander Tasmann le otorgó el Premio Internacional de Música de Cámara de Bruselas. "De Bélgica, Bautista salió directamente para el exilio argentino, donde vivió hasta su muerte, evitando hablar de España. Hasta su hijo se emocionaba cuando yo le contaba cosas que ni él mismo sabía de la vida de su padre en nuestro país", añade Garvayo.

La escasa difusión de la Generación de la República la achaca Miguel Borrego a cierto desinterés por parte de los intérpretes, que Garvayo extiende a editores e instituciones: "Hay que hacer auténtico trabajo detectivesco para encontrar y tocar mucha de esta música. Es increíble que no se haya hecho casi nada por editarla y difundirla, porque es de una calidad impresionante".

"La difusión de la actual música española le debe mucho a la Fundación BBVA", comenta Miguel Borrego, "su apoyo ha sido crucial para que hoy se le dedique una gran atención, especialmente a través de grabaciones, aunque también hay festivales notables, por más que desgraciadamente haya desaparecido alguno muy significativo, como el de Alicante". La tendencia a que la creación contemporánea se refugie en el gueto de los festivales especializados es para Garvayo relativamente lógica: "Es la última manera que tienen muchos compositores de que sus obras al menos se escuchen. Porque los programadores se niegan, sobre todo ahora con la crisis, en la que muchos te exigen no programar nada que tenga derechos de autor. Creo que es una necesidad de nuestra música presentar repertorios nuevos. Hay música muy atractiva que la gente puede disfrutar con absoluta normalidad, sin provocar ningún tipo de shock, pero las resistencias siguen siendo grandes. Recluir la música actual en los centros de arte contemporáneo me parece un error: hay que tratarla con absoluta normalidad, junto a las grandes obras clásicas. Otra cosa son las residencias de grupos en museos y centros parecidos, como la que nosotros tuvimos en el Reina Sofía. Esa es una figura muy habitual en Inglaterra o en Estados Unidos y que debería imitarse y extenderse, porque los beneficios para todas las partes son indiscutibles".

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