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Exorcismo literario en quince viajes

  • Una guía literaria para volver a Nueva York con Cortázar, abandonar la ciudad con Salinger o para pisar sus calles con Capote, Auster o Tom Wolfe

Una ciudad para ir o para volver. "Sobre todo tengo que volver a Nueva York". "Al final decidí irme de Nueva York". El primer párrafo pertenece al relato de Julio Cortázar El perseguidor, guiño de la literatura al jazz. El segundo, a El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger. Dos de las quince lecturas que se proponen como viajes a Nueva York en estos quince años de la barbarie. Exorcismo literario para la ciudad "puesta de pie", como la ve Celine en Viaje al final de la noche.

Una ciudad que es ningún sitio ("Nueva York era el ningún sitio que había construido a su alrededor...") en Ciudad de cristal, el primer relato de Trilogía de Nueva York, de Paul Auster; una ciudad que es todos los sitios. "La historia y los personajes de este libro son imaginarios. El escenario es la ciudad de Nueva York", abre Tom Wolfe La hoguera de las vanidades. Auster nació en Nueva Jersey y Wolfe en Richmond (Virginia), pero los dos viven en Nueva York. La ciudad natal de Don DeLillo que aparece en la tercera línea de su última novela, Cero K: "... me lo dijo mi padre, de pie junto a las ventanas francesas de su despacho de Nueva York".

Hay dos historias neoyorquinas donde hay mucho tenis. La primera es Lolita, de Vladimir Nabokov. Humbert Humbert, el tutor de la ninfa, vivió en Nueva York "en apartamentos especiales para poetas y filósofos". Al autor ruso le molesta que tachen la novela de "antinorteamericana". "Esto me duele considerablemente más que la idiota acusación de inmoralidad".

La otra historia de tenis se titula Open. Son las memorias del tenista André Agassi. El primer Open de su carrera y el último los disputó en Nueva York. "Veo el perfil de Manhattan desde la ventanilla del avión y mi impaciencia se esfuma". El primero que llegó fue su padre, que de Nueva York partió a Chicago para ser ascensorista de día y boxeador de noche.

Hay un poeta que se sube a una torre. Grito hacia Roma lo escribe Federico García Lorca "desde la torre del Chrysler Building". Poeta en Nueva York es el resultado de su estancia en la ciudad, a la que llega en barco en mayo de 1929, acompañado de Fernando de los Rios, y abandona en marzo de 1930 para viajar a La Habana. Al lector le sigue conmoviendo el primer verso del poemario: "Asesinado por el cielo...". Mejor por mar: "El mascarón. ¡Mirad el mascarón! ¡Como viene del África a New York!". Estuvo en la Columbia University y le rindió la estancia: allí coincidió con León Felipe, Dámaso Alonso e Ignacio Sánchez Mejías.

"No había sabido imaginar que Nueva York no era una ciudad en blanco y negro como en las películas". Es la visión de Ignacio Abel, el arquitecto que protagoniza la novela de Antonio Muñoz Molina La noche de los tiempos. El de Úbeda vivía en Nueva York hace quince años.

Día de la Estatua de la Libertad. 4 de julio de 1986. Es el inicio de la novela de Barbara Probst Solomon Latidos en la gran ciudad, una "novela sobre Nueva York", como se lee en la solapa de Anaya&Mario Muchnik.

Diez mil hombres de infantería y varias baterías de cañones se dirigen a Nueva York en Lincoln, la biografía del abogado de ferrocarriles que presidió el país y que escribe el neoyorquino Gore Vidal. Varios relatos de Música para camaleones, de Truman Capote, y Desayuno en Tiffany's, para gloria de Audrey Hepburn y George Peppard, transcurren en la urbe del mundo moderno.

El 1 de mayo de 1915 zarpó del puerto de Nueva York el barco Lusitania. Nunca llegó a Liverpool. El 7 de mayo fue hundido por el torpedo de un submarino alemán frente a las costas irlandesas. Erik Larson contó la historia de esta torre horizontal que se saldó con la muerte de 1.198 personas, incluidos tres polizones alemanes.

Entre Chinatown y River Side es un poemario que Rafael de Cózar escribió en Nueva York en enero de 1985 y le editó Ángel Leiva en el libro Ojos de Uva, los de Katie King. Sevilla y Nueva York se abrazan en el dibujo con el que Dani Rosell ilustra la portada de ¿Qué pinto yo aquí?, libro del neoyorquino John Julius Reel, que en Sevilla se hizo bético y minero consorte. Sólo falta por el río Moby Dick, del neoyorquino Melville.

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