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Karzai pierde el respeto de Occidente

Tras jurar ayer su nueva investidura, el presidente aparece como un paria a ojos de la comunidad internacional

El presidente afgano, Hamid Karzai, durante su discurso tras jurar su nuevo mandato en Kabul.
Thibauld Malterre / Kabul

20 de noviembre 2009 - 05:03

Ocho años después de llegar al poder, la popularidad del presidente afgano Hamid Karzai se ha venido abajo y, tras responder ayer a las inquietudes de sus socios en la jura de su nuevo mandato, el ex niño mimado de Occidente aparece más bien como un paria a ojos de la comunidad internacional.

En junio de 2006, Karzai era aún "la persona más admirada y respetada en el seno de la comunidad internacional", según la secretaria de Estado norteamericana del momento, Condoleezza Rice.

El mes pasado, el mismo hombre aceptaba de mala gana, bajo la mirada atenta del senador estadounidense John Kerry y del representante de la ONU Kai Eide, la celebración de una segunda vuelta de la elección presidencial después de una primera votación marcada por fraudes masivos en su favor.

Mientras, la situación en Afganistán se deterioró considerablemente con el avance de la insurrección de los talibanes y una corrupción endémica hasta los más altos niveles del Estado.

"Estamos de acuerdo, Karzai es corrupto, pero es nuestro hombre", resumió hace unos días con una asombrosa franqueza el ministro francés de Relaciones Exteriores, Bernard Kouchner.

"Realmente no ha cambiado, sigue siendo el mismo Karzai de siempre. La diferencia es que Occidente aprendió a conocerlo", estimó Waheed Mudja, un analista político afgano.

"Primero, Karzai fue muy popular: diferente de los antiguos dirigentes implicados en la guerra civil, hijo de un hombre poderoso y respetado, apoyado por el Occidente", recordó el universitario Nasrulá Stanikzai.

"Después, Estados Unidos multiplicó los errores en Afganistán y trató de justificarse acusando a Karzai, que cada vez tenía la osadía de oponerse a él", afirmó el estudiante.

Si Karzai tenía relaciones privilegiadas con las administraciones de Bush y de Blair (éste último le consiguió una orden de honor entregada por Isabel II en 2003), mantuvo relaciones ambiguas con los caudillos que devastaron Afganistán.

Irónicamente, sus críticos lo había apodado el alcalde de Kabul, haciendo notar que no hacía ningún tipo de frente a los grandes señores feudales.

"Karzai fue reelegido para un nuevo mandato. La comunidad internacional hizo saber claramente cuales eran sus expectativas. Y los primeros gestos no fueron buenos, como su primera aparición junto a Jalili y Fahim", estimó un responsable internacional que pidió mantener el anonimato.

Estos dos ex caudillos son sus nuevos vicepresidentes: el hazara Karim Jalili y sobre todo el tayiko Mohamed Qasim Fahim, sospechoso de crímenes de guerra, tráfico de droga y corrupción.

"Karzai tiene que comprender que no puede seguir así. El apoyo de la comunidad internacional no lo tiene asegurado para siempre", agregó el responsable.

Para el investigador Anthony Bubalo, el presidente afgano no es más que la víctima de las expectativas sin sentido del mundo de Occidente.

"Hemos colocado a Karzai con enormes esperanzas de que construiría un Estado estable y democrático a partir de nada. Luego perdimos nuestras ilusiones y denunciamos su entorno corrupto", resumió Bubalo en un artículo en el periódico The Australian.

Pero los caudillos en los que se apoya también fueron los aliados de Occidente frente a los talibanes. "Incluso entre ellos hay algunos de los ex verdugos. Pero Karzai no tiene opción, frente a las promesas de ayuda militar y económica que Occidente no cumplió".

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