Hace doce días que Vladimir Putin dio la orden a sus militares de invadir Ucrania. Desde entonces las teorías de sus motivaciones se han disparado. Algunas asociadas a episodios bélicos antiguos, otras a cuestiones ideológicas como el comunismo, empujados porque fue jefe de los servicios secretos del KGB, y otras basadas en su personalidad y el componente personal, egocéntrico y megalómano de un dictador, "que quiere volver a la Rusia de Pedro el Grande". ¿Qué ideología tiene Putin y cuál es su partido? Diferentes especialistas han aportado su visión particular en el HuffPost Internacional.
Araceli Mangas Martín, catedrática de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid, Rafael Calduch, catedrático en Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales por la Complutense, Javier Roldán Barbero, catedrático y director del Departamento de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad de Granada, y el periodista José Miguel Vila debaten sobre las aristas que impulsan la acción de Putin y explican claves que inclinan sus posiciones hacia uno u otro argumentando.
La principal conclusión a la que se llega es que Putin fue comunista mientras el régimen soviético estuvo operando pero que en lo que realmente cree es en la nación rusa y en el Estado ruso. Lo que busca realmente es la grandeza de Rusia, de la Rusia de los zares. Y que en lo que coinciden todos es que por encima de todo Putin es un dictador.
Claves para entender la política de Putin
Putin pertenece a un partido, Rusia Unida, que se define como conservador. Un nacionalista convencido. Un defensor a ultranza del poder del Estado ruso que, bajo dos paradigmas fundamentales, el nacionalismo y la religión ortodoxa, busca restablecer el orden y el respeto perdido por parte de Occidente.
La historia reciente determina que tras la desaparición de la URSS y con un sector comunista minoritario en Rusia, emerge la figura de Vladimir Putin para apoyar estos vestigios y ejercer su liderazgo político, alejado de una ideología en concreto, centrado en la defensa de los valores tradicionales de Oriente frente a Occidente. El conflicto en la antigua Yugoslavia puso en alerta a Putin, consciente de que el mapa geopolítico estaba cambiando y al fragmentarse el mapa se esfumaba su ambición imperialista.
El reconocimiento de la independencia de Kosovo y los flirteos de Occidente con Ucrania fueron los detonantes para proclamar la república independiente de Osetia en Georgia y años después tomar Crimea y las regiones pro rusas. Y de aquellos polvos vienen estos lodos. Un cóctel explosivo capaz de romper el equilibrio internacional. Ni de izquierdas, ni de derechas. Por la fuerza. Sin cumplir su palabra y con excusas inexactas.
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