Cerró la OBS su temporada de abono visitando uno de esos mil micromundos musicales que se engloban dentro de la llamada música barroca: el de la magnífica orquesta de la corte de Dresde en tiempos de Federico Augusto II de Sajonia, formada por una pléyade de compositores brillantes para los que bien valía el tópico del ejército de generales. Paradojas del destino, sería Federico el Grande de Prusia, el rey melómano por excelencia, quien acabaría con esa corte y su archivo musical.

Aun así, aún podemos disfrutar de su sinfonismo avant la lettre, para el que la OBS reunió una amplia y lujosa formación que añadía vientos a una nutrida cuerda. Alfonso Sebastián, cuyos comentarios ilustraron generosamente el concierto desde su infinita cultura en torno al siglo XVIII, dirigió poniendo el foco en la claridad, en hacernos escuchar la compleja polifonía de Zelenka et al. a libro abierto, con una articulación incisiva, arcos cortos, nitidez en el fraseo y ritmos bien marcados para las obras más afrancesadas del programa.

Algo destemplado el inicio del concierto, el sonido más suntuoso se guardó para los concerti finales de Heinichen, de estilo ya mucho más italianizado y en los que lucieron el empuje en los tutti, un legato generoso y las intervenciones de los grupos solísticos de viento, ágiles las flautas y bravas las trompas de caza. Sebastián reguló hábilmente el tempo para ellas, e infundió a todo el programa una contagiosa alegría de vivir. Sobresalieron durante todo el concierto los oboes y su excelente empaste con los violines.