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Urpina & Del Campo | Crítica

Discontinuo recital barroco

Eva del Campo y Anna Urpina en el Alcázar

Eva del Campo y Anna Urpina en el Alcázar / Actidea

El 18 de septiembre del año pasado una tormenta retrasó primero e hizo cancelar definitivamente poco después la participación en el ciclo veraniego del Alcázar de la violinista barcelonesa Anna Urpina, que se presentaba en Sevilla junto a la clavecinista, también de Barcelona, Eva del Campo. Entonces las dos jóvenes músicas catalanas tuvieron al menos ocasión de interpretar la Sonata del Rosario nº1 de Biber, aunque lo hicieron en condiciones muy desfavorables

La recuperación de aquel recital (con un programa en el que sólo coincidían las obras más tempranas, las de Castello y Fontana) se hizo en mejores condiciones, aunque tampoco las ideales: alto grado de humedad y viento racheado que provocaron una discontinuidad (paradas largas para afinar y asegurar las partituras en los atriles; incluso una interrupción en medio de la obra de Castello) que sin duda afectó a los resultados globales de la propuesta.

Aun con algún pequeño apuro en el comienzo de la Follia de Corelli, Urpina mostró agilidad sobrada y conocimiento del estilo en articulación, fraseo y acentos, pero su arco se crispó a menudo y su sonido, que tiende a lo grueso y dramático más que a lo lírico, rozó con frecuencia lo estridente. Su estilo interpretativo pasa además por sugestivos contrastes de color, aunque los cambios pueden resultar a menudo abruptos. Tuvo además problemas de afinación durante toda la noche, que se hicieron muy evidentes en el arranque de la Sonata de Albinoni, de línea errática. En cambio, en el tercer movimiento de la obra, su arco pareció relajarse y la intérprete encontró el afecto expresivo preciso, tierno y ornamentado con delicadeza.

Entre cortes y paradas, la compenetración con su compañera empezó resultando problemática. En cualquier caso, Eva del Campo hizo un continuo de notable discreción, acentuando su participación en los pasajes imitativos, aunque siempre desde un segundo plano que facilitó el tono mate del instrumento empleado. Interpretó en solitario una Tocata de Frescobaldi con tempi lentos, admirable claridad y comedida administración de contrastes.

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