Vanesa Martín es una de esas solistas femeninas que, muy de vez en cuando, aparecen en el panorama musical español. En los 70 tuvimos a Cecilia, en los 80 a Mari Trini, en los 90 a Rosana y ahora le toca el turno de esta malagueña que, igual que el resto la tenía, puede presumir de una personalidad propia muy bien cimentada en unas estupendas melodías (sencillas pero bellísimas), una potente y versátil voz y, sobre todo, unas desgarradoras letras capaces de recorrer todas esas autopistas que, al final, terminan desembocando irremediablemente en el corazón. Y así, desde el enamoramiento al desengaño, desde las nostalgias a la alegría del encuentro con la persona amada, desde un extremo al otro del difícil viaje hacia el amor, transcurre la obra de una mujer que, la noche del jueves, vendió las 3.537 localidades del nuevo Auditorio Fibes que, con todo lo que eso supone, la artista estrenaba presentando las canciones de su último disco, Cuestión de piel.

Reduciendo con su solvencia escénica a meras anécdotas algún que otro desajuste de luces y sonido, Vanesa hizo suyo el espacio en todos los sentidos y, más allá, conquistó a un público ante el que reconoció sentirse abrumada. "Esto es muy grande", confesó en sus primeras palabras dentro de un recorrido de más de dos horas en el que destacaron títulos como No te pude retener, Tic tac, Si pasa o no o Sintiéndonos y, como invitadas sorpresa, la presencia de Pastora Soler, India Martínez y una formación como Las migas al lado de las que se desembocó en el coplero final, casi a capela, de Limosna de amores.

Antes, guitarra y voz, banda, piano... Un derroche de talento que puso muy alto el listón para los que a partir de ahora tengan que venir y que, más allá, confirmó por qué la anfitriona de esta fiesta para los sentires cuenta ya con un lugar propio entre las mejores figuras de nuestro país.