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JAVIER NÚÑEZ | CRÍTICA

Bach, buen compañero de camino

Javier Núñez en el Espacio Turina.

Javier Núñez en el Espacio Turina. / Federico Mantecón

Con el marbete de Qvintaesencia, el clavecinista sevillano Javier Núñez presentó ayer una nueva aproximación a la música de Bach tras su aterior autorretrato bachiano titulado Affectus. No hay mejor piedra de toque para cualquier clavecinista que la música del genio de Eisenach, ya que supo recoger todas las tendencias de la Europa de su época y firmar una síntesis magistral que llevó al instrumento a su máximo nivel de excelencia técnica y expresiva.

Así se pudo comprobar en este programa, desde la juvenil Fantasía BWV 922, abordada por Núñez con rapídísimos arpegios de perfecta resolucion y fraseada con plenitud de identificación con el stylus phantasticus propio de los maestros del norte de Alemania a los que Bach frecuentó y admiró en sus años juveniles. Lo cual se manifestó en un libre fraseo que alternó aceleraciones y retenciones, con silencios muy expresivos intercalados. Más en la órbita gala (a pesar de su apelativo), la Suite BWV 808 sonó en manos del sevillano muy a la francesa, con riqueza de ornamentaciones y de apoyaturas. A despecho de algunas notas falsas al inicio de la Courante, la precisión fue muy relevante, así como la manera tan sutil de diferenciar mediante la articulación la Gavotte de la Musette, fraseada ésta con mucha delicadeza y rubateada con buen sentido retórico. La distribución de los acentos y el cálculo del peso específico de algunas notas fue notable toda la velada, pero especialmente relevante en su brillante versión de la Sonata BWV 1001, en transcripción de Gustav Leonhardt del original para violín.

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