Dorothee Oberlinger & Edin Karamazov | Crítica

Un Bach explosivo

Dorothee Oberlinger y Edin Karamazov, durante su concierto en el Espacio Turina.

Dorothee Oberlinger y Edin Karamazov, durante su concierto en el Espacio Turina. / M. G.

Es probable que ante un programa Bach interpretado por el recatado dúo de flauta de pico y laúd muchos espectadores acudieran al concierto de la tarde de este viernes tarde esperando una plácida sesión de música académica. Se llevaron una buena sorpresa, y no ya por la presencia escénica de los músicos –muy moderna ella y muy gesticulante él, pero asunto al cabo anecdótico– , sino por la extremada forma de interpretar a un compositor del que suele creerse que basta con dar sus notas para que suene bien.

Al contrario, Oberlinger y, sobre todo, Karamazov no ahorraron un solo recurso para dar color y hacer llegar al espectador el sentido de cada compás de esa música, o al menos el que ellos han querido darle. La flautista, siempre muy sólida técnicamente (tras domar una flauta de agudos rebeldes en la suite que abrió el concierto), sacó de su instrumento un rango poco usual de dinámicas con una notable técnica de soplo y digitaciones especiales, nada sencillas en flautas dulces barrocas. Pero a donde no llegase Oberlinger lo hacía su laudista, que desplegó un repertorio infinito de recursos de acompañamiento para realizar un continuo heterodoxo, fallón (escalas desiguales, incluso entradas falsas), a veces casi histriónico, pero muy eficiente y sobre todo muy musical: el dúo, flexible pero bien conjuntado, llenó de sentido cada frase y cada gesto de la música, en una interpretación fiel a Bach y al tiempo muy personal. El bellísimo Nun komm der Heiden Heiland puso un final apacible.

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