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Cultura

Cézanne, un regreso esperado

  • El Thyssen acoge desde hoy la primera muestra que un museo español dedica al pintor en 30 años

En una exposición que, según sus organizadores, pasará a la historia, el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid recrea desde hoy el universo de los paisajes y las naturalezas muertas de Paul Cézanne, precursor y maestro de una generación de creadores que renovaron el panorama artístico del siglo XX. Treinta años han pasado desde la última exposición que se vio en España dedicada al artista francés, por lo que toda una generación tendrá la oportunidad de descubrirle a través de 58 pinturas, 49 óleos y nueve acuarelas, procedentes de museos y colecciones privadas de todo el mundo, que se exhiben junto a nueve pinturas de otros artistas, entre ellos Pissarro, Gauguin, Braque o Derain.

Para una exposición de este tipo "no sólo hay que conseguir alguna obra maestra", dijo ayer Guillermo Solana, director artístico del museo y comisario de la exposición, "sino que las expectativas del público son tan altas que existe mucho riesgo. Cuando reunimos arrestos para lanzarnos a ello, tuvimos que enfrentarnos a muchas dificultades". Durante los primeros tres meses, "no nos llegaron más que negativas a los préstamos que solicitábamos y estuvimos a punto de tirar la toalla. No sólo era conseguir obras importantes, sino que sirvieran para el argumento de la exposición, que no está planteada como un paseo cronológico sino como un complicado relato temático", explicó Solana.

Este argumento gira en torno a la dialéctica entre el trabajo al aire libre y el estudio, que se refleja a su vez en la relación entre paisaje y naturaleza muerta. Se trata de géneros que el pintor cultivó a lo largo de toda su carrera y entre los que estableció una íntima conexión, introduciendo en sus bodegones elementos paisajísticos y, recíprocamente, llevando a sus paisajes el orden de la naturaleza muerta.

Para contar este relato, el Thyssen "ha conseguido obras maestras muy necesarias", se felicitó el comisario. Entre ellas, mencionó Ladera en Provenza, de la National Gallery de Londres; Paseo en Chantilly, del The Toledo Museum of Art; Bañistas, del Detoir Institute of Arts; Naturaleza muerta con flores y frutas, de la Nationalgalerie de Berlín, o La montaña Sainte-Victoire, del Museo de Arte de Cleveland.

A éstas se unen también pinturas de la serie "pequeña y delicada" que Cézanne dedico al cántaro "y que es muy difícil de conseguir", según Solana, quien agradeció la colaboración de la baronesa Thyssen, ya que gracias a algunos de los prestamos de su colección particular a grandes museos "han sido posibles préstamos de estos". La baronesa quiso también estar presente en la presentación de esta "magnífica exposición, que ha superado con creces la de 1984 y que va a hacer historia".

La muestra comienza con Retrato de un campesino, propiedad del museo, y continúa con el espacio dedicado a La curva del camino, con obras en las que se contempla cómo los caminos de Cézanne no llegan a ninguna parte. Esta curva es el recurso mas frecuente del pintor para atraer la mirada del espectador y frustrarla inmediatamente, bloqueándola con la vegetación, las rocas o la misma topografía. Desnudos y árboles reúne algunas de las composiciones de bañistas que Cézanne pintó durante más de 30 años "y que constituyen la parte de su obra que mas literatura ha suscitado y, al mismo tiempo, la mas resistente a la interpretación", según el comisario.

En el siguiente espacio es protagonista la montaña de Sainte-Victoire, de la que se pueden contemplar vestigios en algunos de los bodegones del artista, llenos de ecos de sus paisajes, como en los manteles de estos bodegones que se ahuecan y levantan evocando la silueta de la montaña.

Juego de construcciones analiza la circunstancia contraria. En los cuadros de paisajes seleccionados, Cézanne trata de imponer un orden típico de los temas pintados en el estudio. "En la naturaleza muerta predomina la percepción táctil; los objetos están al alcance de la mano, son palpables. Cézanne dota a sus paisajes de un sentido táctil que consigue con la arquitectura", advirtió Solana.

Las versiones que hizo del pueblo de Gardanne "fueron fuente directa de inspiración para los primeros cubistas, a los que fascinó esa geometría del último Cézanne", como se aprecia en las obras de André Derain, Raoul Dufy, Braque o André Lhote, con las que finaliza la exposición.

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