celui qui tombe | crítica de teatro

Concepción perfecta

La gravedad desafiada en 'Celui qui tombe'

La gravedad desafiada en 'Celui qui tombe' / Geraldine Areseanu

’El que cae’, traducción del título del espectáculo ideado por el codirector del Centro Coreográfico Nacional de Grenoble, Yoann Bourgeois, sublima el ‘más difícil todavía’ circense en una propuesta total y absorbente.

Como un Ferran Adrià que deconstruye la cocina, Bourgeois elabora un plato que rezuma el riesgo y el desafío del circo clásico jugando con las leyes de la gravedad y las leyes físicas de sus bailarines-acróbatas para entregarnos una deliciosa, subyugante, envolvente, emocionante, admirable y temible versión de un circo contemporáneo que mezcla la danza, la acrobacia y el teatro.

Seis bailarines, parejas heterosexuales, caminan, escalan, resbalan y dominan una impresionante plataforma de 36 metros cuadrados de madera de pino y unas tres toneladas de peso suspendida, a veces, y que pivota, otras, en un ingenio que le da movimiento. La perfección de estos acróbatas nos hace olvidar que están trabajando a cinco metros del suelo.

Actúan, ingenuos, como una humanidad que se enfrenta a la inseguridad de un suelo que se mueve bajo sus pies, que balancea y gira arrastrando sus/nuestras vidas.

La maravilla escénica de la técnica, un deus ex-machine en conjunción con estos aspirantes a astronautas, inefables, provocó, además de enorme placer, una profunda envidia sana al constatar cuán lejos están las artes escénicas andaluzas de conocer unos sistemas de producción que permitan crear momentos como el que vivimos anoche.

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