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Dallas se rinde a Murillo

  • El director del Museo Meadows sitúa al pintor sevillano "entre los grandes de la Historia"

  • El centro artístico prepara para el año próximo una gran exposición sobre Zurbarán

Allá por la década de los 50, Algur H. Meadows (1899- 1978) se plantó un día en el hotel Ritz de Madrid a la espera de noticias sobre las prospecciones petrolíferas que su compañía, la General American Oil Company, estaba realizando en España y en el norte de África. Al parecer, entretenía el tiempo paseando por el Museo del Prado, que viene a ser un fortín alucinado del mejor arte europeo. Allí, este filántropo y, ya entonces, coleccionista, descubrió la pintura española, y el impacto fue tal que decidió crear en Dallas una réplica a pequeña escala de la pinacoteca madrileña. Con fondos de su colección, el Museo Meadows abrió en 1965. Hoy es, sin duda, un centro de referencia del arte español en Estados Unidos.

Buena parte de la explosión reciente del Museo Meadows se explica por la labor en la última década de su director, Mark Roglan, madrileño de la añada del 71. En este tiempo, la institución parece que ha ido alunizando en el siglo XXI, tomando cuerpo en el presente, ajustando su mirada a su categoría, quitándose ese polvo del baúl de los cadáveres, adquiriendo luz. Sin ir más lejos, hoy presentará en Madrid la exposición Ribera. Maestro del dibujo, organizada en colaboración con el Museo del Prado. Ayer visitó en el Hospital de los Venerables la exposición Velázquez. Murillo. Sevilla. "Es fácil descubrir aquí que Murillo está entre los grandes de la Historia del Arte", asegura.

Roglan es uno de esos altos que andan con la espalda algo hacia adelante para disimular altura. Tiene algo de desgarbado bajo el paño del traje impecable. Se mueve con un ligero vaivén de gigante. Trae corbata de un azul sosegado que no estalla. Saluda con un leve apretón de manos y lanza sonrisas de cauto, que es cuando los labios dibujan un leve gesto para que no escapen por la boca palabras que no debe decir. "Es importante el diálogo que se produce en esta exposición entre Velázquez y Murillo", indica. "Algo similar intentamos hacer en Dallas. Allí, nuestros velázquez también están expuestos junto a los cuadros de Murillo", añade.

Eso es así porque el Meadows guarda obras maestras de Velázquez (tres) y Murillo (cinco), pero también de Goya (seis), El Greco, Ribera, Picasso, Juan Gris, Tàpies, Plensa, Barceló y Juan Muñoz. A las aportaciones de la colección original se han sumado las adquisiciones que periódicamente realiza la Fundación Meadows. Entre las últimas, el retrato que Goya hizo a su nieto Mariano (1827), una de las últimas obras del artista, que en una subasta celebrada a comienzos de 2013 en Sotheby's no encontró comprador. "¿Conoce usted el San José con el Niño de Murillo que subastará Christie's el 7 de diciembre?", le pregunta el periodista. "Lo vi en Nueva York. Es realmente magnífico", responde sin dar pistas sobre si le interesa un lienzo -con un precio de salida altísimo: tres millones de libras- que perteneció al coleccionista José Luis Várez Fisa.

Para la cita que promueve estos días la Fundación Focus en el Hospital de los Venerables, el Museo Meadows ha cedido los retratos de Santa Justa y Santa Rufina pintados por Murillo en 1665. Roglan no tarda en poner en valor las pesquisas desarrolladas por este centro artístico para aclarar qué pasó con estos cuadros en la II Guerra Mundial. "Le hemos dedicado seis años de trabajo", indicó el director del centro artístico de Dallas sobre unas obras envueltas en una compleja red de expolios e identidades equivocadas. Así, la investigación, cuyas conclusiones adelantó Diario de Sevilla el pasado 23 de octubre, ha permitido aclarar que estos lienzos fueron devueltos a sus legítimos propietarios -la familia Rothschild, judíos con importantes negocios en la banca- tras ser robados por los nazis en París en octubre de 1942.

Además, el estudio liderado por la conservadora Nicole Atzbach ha dado a conocer algo más sobre el origen de los lienzos pintados por Murillo en 1665 posiblemente para la devoción privada en una casa sevillana. Así, los retratos de las patronas de Sevilla no proceden, tal como se creía, de la colección del marqués de Villamanrique -un patrón del siglo XVII y amigo de Murillo-, sino de la del anticuario José Domingo de Irureta Goyena (1830-1921). "Nuestro estudio le pierde el rastro a los lienzos en el siglo XIX, pero quedan muchas preguntas por responder. Por ejemplo, ¿quién se los encargó a Murillo? ¿Cómo llegaron a las manos de Irureta Goyena? ¿Éste los compró en Sevilla o en París? Algún investigador de Sevilla debería animarse", recalcó Roglan.

El director del Meadows también ha aprovechado esta visita para ver obras de cara a la exposición -en colaboración con la Frick Collection de Nueva York- que dedicará a Zurbarán. Con esta finalidad, ha recorrido el monasterio de Guadalupe, en Cáceres, y las salas del Museo de Bellas Artes de Sevilla. La muestra sobre el pintor de Fuente de Cantos estará centrada en la serie Jacob y sus doce hijos, pintada en Sevilla en torno al año 1640. Este conjunto, que representa a las tribus de Israel, está en el castillo de Auckland, residencia del obispo de Durham, en Inglaterra. Sobre cómo llegó esta serie sevillana allí, los expertos manejan varias versiones: la compra por algún comerciante de vinos que la trasladó a Inglaterra o el encargo de un convento americano que no llegó a su destino al ser interceptado por piratas ingleses. "Sí sabemos que un obispo de Durham la utilizaba para explicar que el judaísmo está en el origen del cristianismo", expone Roglan.

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