Supongo que el título del recital (Danzas españolas) sería un  error, pues no describió en absoluto la actuación del joven guitarrista italiano Elia Portarena (Orvieto, 2000), que actuaba por su triunfo en 2021 en el concurso que se celebra conjuntamente con este festival. Demostró Portarena ser un músico elegante y versátil, de sonido más delicado que poderoso y bien dotado técnicamente por más que en sus primeras piezas abundaran los roces y las vibraciones espurias: fue en la fantasía inicial (Le Départ) de Coste, tocada a un tempo muy rápido, y sobre todo en un Invierno porteño de Piazzolla algo atropellado y poco definido.

Ese arranque no del todo lucido sirvió en cualquier caso para marcar la versatilidad del artista, del virtuosismo de salón del siglo XIX al nuevo tango, y de ahí a la pieza característica de Castelnuovo-Tedesco, uno de sus Caprichos sobre Goya (El sueño de la razón produce monstruos), una obra intrincada, cuyas texturas supo clarificar de forma admirable. El italiano siguió creciendo luego con las Variaciones sobre un tema de Sor de Llobet, dándole a las rápidas una grácil agilidad y una sutil expresividad a las lentas, con espléndidos pasajes en arpegios que se hicieron mágicos en el Intermezzo y en las partes tocadas a solo con la mano izquierda.

Las Tres piezas españolas de Pujol (primeros rasgueos en el Tango, ¡al fin un ritmo inequívocamente español!) parecieron planteadas casi como una introducción a la Toccata de Rodrigo, punto culminante de todo el recital, por la claridad articulatoria lograda en una pieza de extrema dificultad, que además tocó a un tempo fulgurante, destacando a la vez los aspectos más espontáneos (casi improvisados) de la partitura y su rica polifonía. Después de ese tour de force hasta las Variaciones de Tárrega sobre Paganini resultaron amables.