Carlos Ballesteros. Integrante de Hidrogenesse

"Es más fácil conectar desde el quejido, pero este disco es divertido y amable"

  • El dúo presenta este jueves en el CAAC 'Joterías bobas', un álbum que destila una rara esperanza.

  • "No todo tiene que ser grave y descorazonador. Nuestra apuesta es por lo lúdico y lo ligero"

Genís Segarra y Carlos Ballesteros, Hidrogenesse.

Genís Segarra y Carlos Ballesteros, Hidrogenesse.

Hidrogenesse, una de las propuestas más libres y felices de la música actual, regresa este jueves (21:30, entradas a 15 euros, 12 en promoción, en www.wegow.comal Pop CAAC para presentar Joterías bobas, un disco en el que el dúo compuesto por Genís Segarra y Carlos Ballesteros manifiesta una inesperada y pertinente fe en el mundo. Ballesteros habla en esta entrevista sobre este álbum grabado en París pero atravesado por aires y sones de México, y sobre esa constante invitación al disfrute y al asombro que ha sido y es la ya larga trayectoria del grupo.

–En una de las canciones, Llorreír, dicen: "El suelo se abre bajo tus pies. Pero no te traga". En cierto modo, esa letra resume la filosofía del álbum, que les ha salido esperanzado.

–Sí. Aunque de alguna manera ya defendíamos eso en No hay nada más triste que lo tuyo. Con este disco venimos a decirle a esa gente que está tan metida en sus problemas que espabile, que no hay que estar tan pendiente de uno mismo, que el mundo tiene cosas buenas y hay que tirar adelante. Oyes a menudo ese lamento de: Jo, es que no me hacen caso, no recibo todo lo que merezco... Pensamos que la vida no se está portando como debe y en realidad es uno mismo el que debería tener un cambio de actitud. Ese mensaje, esa apuesta por la esperanza, está en varios de los cortes del disco: en Llorreír, en La carta exagerada o incluso en Xochimilco, donde abrimos una puerta a un desenlace positivo.

–Aseguran que en la producción de este disco han luchado contra su "impulso barroco", y que grabar esta vez en París y no en su estudio ha contribuido a una mayor sobriedad en el conjunto.

–Hablar de sobriedad quizás sea excesivo [ríe], porque también hay elementos que no podemos frenar. Si oíamos unos golpes de orquesta, unos orchestral hits que son muy escandalosos, no podíamos evitar meterlos... Pero sí que la intención era hacer canciones más sencillas, más melódicas, y que las estructuras no se alargasen más de lo debido, porque a nosotros habitualmente nos da por meter todo lo que se nos ocurre. En esta ocasión hemos buscado también una paleta de sonidos más homogénea. Si por ejemplo encontrábamos, allí en el estudio de Jérémie Orsel donde grabábamos, un bajo que nos gustaba decidíamos utilizarlo en varias canciones. En otros discos nuestros no funcionaba así, cada tema no se parecía en nada al siguiente. Y aquí en vez de tener cinco arreglos hechos por sintetizadores dejábamos dos, y para las otras ideas invitábamos a gente que las cantase, como hemos hecho con Jérémie o con Teresa [Iturrioz] e Ibon [Errazkin, los integrantes de Single]. Así hemos conseguido esa cierta sobriedad...

"En México nos han marcado personas, lugares, películas. El disco deja constancia de esa influencia"

–Este álbum refleja la fascinación que sienten por México, un país que, sin embargo, tardaron en visitar...

–Hace diez años fuimos a Estados Unidos y actuamos en Chicago, Nueva York y Los Ángeles. Nos dimos cuenta de algo previsible, que el público que teníamos era latino, gente que quería oír música en su idioma pero que no buscaba un repertorio tradicional, sino otro estilo y unas letras con los que pudieran reconocerse. A esos espectadores les parecía muy marciano que ofreciéramos conciertos en Estados Unidos y que no hubiésemos ido a México. Ese mismo año salió la oportunidad de saldar esa deuda. Fuimos sin expectativas, pero nos encantó el país y cada vez que volvíamos nos gustaba más, nos sentíamos muy cómodos. Hemos descubierto lugares, personas, películas que nos han marcado, y algunas canciones hablan de esa inspiración.

–Entre esos lugares está un enclave tan pintoresco como Xochimilco, en cuyo lago pervive una técnica agrícola ancestral, una zona a la que dedican una canción.

–Ya habíamos estado en la parte que pueden visitar los turistas, pero una de las ventajas de conocer a más gente allí es que este año pudimos ir a los huertos, a las chinampas. Pudimos estar allí paseando y hablando con los agricultores, y comprar verdura y flores. Estuvo muy bien ver que más allá de la parte folclórica quedaba algo de la vida que se cuenta en la película María Candelaria [una cinta mítica de 1943, dirigida por Emilio Indio Fernández y protagonizada por Dolores del Río y Pedro Armendáriz], en la que nos inspiramos.

Hidrogenesse, en otra imagen promocional. Hidrogenesse, en otra imagen promocional.

Hidrogenesse, en otra imagen promocional.

–El título de Joterías bobas parte de un tuit mexicano que pretendía ser despectivo. ¿Es la ironía la mejor forma de contestar a un agravio?

–Si te digo la verdad, no teníamos muy claro lo que significaba ese tuit cuando lo leímos, pero nos parecía tan sonoro que respondimos: Claro que sí. Alguien pretendía descalificarnos diciendo que lo que hacíamos eran mariconadas tontas sin sospechar que lo acabaríamos reivindicando. No sólo lo de joterías, sino lo de bobas... en el sentido de algo lúdico y ligero. Lo defendemos porque no todo tiene que ser grave, descorazonador, lacrimógeno. Nosotros queríamos un disco más amable y divertido, rasgos que vemos que no se estilan tanto en la música popular. Es más fácil conectar a través del quejido, de la herida y todas esas metáforas, pero también se puede hacer música de esta manera. Esa es nuestra apuesta.

–Es sugerente también que en Joterías bobas tengan cabida los sonidos del mambo, el chachachá o el danzón.

–Nuestros gustos han ido ampliándose con el tiempo. Cuando empezamos a hacer música todos nuestros referentes eran ingleses, luego nos dimos cuenta de que había mucha música italiana o francesa que era buenísima... Y llegar al continente americano nos cambió en este sentido. Oíamos un disco de danzón y nos decíamos: qué estructura más graciosa tienen estos bailes... De lo latino, ahora, sólo nos llega el reguetón, que está muy bien, pero nos interesaban otras músicas. Nuestro afán no ha sido nunca replicar géneros, eso de este grupo que ha querido hacer un bolero y lo ha clavado... Lo que nos atraía era investigar por qué un mambo es tan excitante, a nivel de frecuencias, de golpes de sonido... y meter algo de eso en nuestras canciones.

–Aunque no han sido muy prolíficos, llevan muchos años en activo: formaron Hidrogenesse a mediados de los 90. ¿Cómo se llevan con su repertorio? ¿Les cansa, por ejemplo, que la gente les pida siempre esos himnos de No hay nada más triste que lo tuyo y Disfraz de tigre?

–Hay canciones que son más del público que de un grupo, y eso pasa con Disfraz de tigre, que le gusta a gente que igual no se ha detenido mucho en nuestro repertorio. Pero eso está bien, ojalá tuviésemos más canciones así. No nos hemos cansado, en absoluto, vemos la reacción cuando la tocamos y, oye, qué alegría. Crear una canción es un misterio, no sabes si va a funcionar... También te gustaría que otros temas tuvieran mejor acogida, pero nos quedamos con lo positivo, estamos contentos. Disfraz de tigre o No hay nada más triste... nos permiten tocar en muchos sitios. En el concierto del CAAC, haremos un balance entre las canciones que la gente espera oír, las que nos divierten tocar, entre canciones del nuevo disco y de todas las épocas.

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