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Eros Jaca & Jorge Nava | Músicos
Parfums Sonores
Igor Stravinski (1882-1971): Suite italienne (1932)
Nadia Boulanger (1887-1979): Trois pièces (1914)
Gabriel Fauré (1845-1924): Après un rêve Op.7 nº1 (1878) / Sicilienne Op.78 (1893 / 1898) / Papillon Op.77 (1898)
Lili Boulanger (1893-1918): D'un soir triste (1918) / D'un matin du printemps (1918)
Igor Stravinski: Le Baiser de la fée (1928): Pas de deux / Variation / Coda
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Eros Jaca, violonchelo
Jorge Nava, piano
Columna Música
El violonchelista Eros Jaca (Zaragoza, 1988), que reside en Berna y da clases "a tiempo parcial" en Lucerna acaba de publicar su primer disco como solista. "Quería algo original como carta de presentación", y para hacerlo se buscó a un cómplice, al pianista Jorge Nava (Santander, 1990), que vive en Barcelona y da clases en el Conservatorio del Liceo, para quien este es el segundo disco de su carrera, pues en 2016 había publicado en el sello Orpheus uno dedicado a música rusa: "Fue una experiencia muy gratificante para mí". Juntos debutan con estos Parfums Sonores, que para el cellista "no es una locura de programa, pero tampoco es convencional, es algo diferente. Eso quería".
El programa del disco cristaliza intuiciones y experiencias de años atrás. Así las comenta Eros Jaca: "Hace muchos años escuché música de Lili Boulanger, y quedé encantado; se me quedó rondando en la cabeza. En 2019 tuve la oportunidad de programar con mi Ensemble Bayona su trío D'un soir triste en la Sala Mozart del Auditorio de Zaragoza en un concierto dedicado a música de compositoras, y a partir de ahí empecé a meterme cada vez más en la familia Boulanger.
Tenía en mente grabar algo relacionado con la música francesa, por cuestiones del sonido. Este era mi primer CD y pensé que esta música podía encajar muy bien con mi sonido, que aquí podría dar la mejor versión de él. Siempre me he sentido muy cómodo con la música francesa. Y busqué conectar diversas obras, que pudieran funcionar como pequeños poemas sonoros. Creo que lo hemos conseguido, porque hay una gran paleta de colores. El mundo de las hermanas Boulanger se relaciona fácil con Stravinski y Fauré. Fauré fue mentor de las dos hermanas, y Stravinski fue apadrinado por Nadia. Y en esos cuatro nombres nos centramos. Aunque siendo Nadia una pedagoga tan inmensa, que formó a tantos músicos de estilos diferentes, tirando de ella daría para varios discos más. Incluso pensamos en meter algo de Piazzolla, pero finalmente lo descartamos".
El programa se basa en buena medida en arreglos para el violonchelo y el piano, a veces originales de los propios compositores, y tiene también un componente de música de músicas. La Suite italiana de Stravinski es una selección de su ballet Pulcinella (creado a partir de obras italianas del siglo XVIII) que el compositor hizo para violonchelo y piano a principios de los años 30. El beso del hada es un ballet de 1928 que está conformado con músicas de Chaikovski. "Sí, Stravinski hizo una versión para cello y otra para violín de la Suite italiana, pero los tres fragmentos de El beso del hada son arreglos nuestros. En el caso de Fauré, las tres obras son originales suyas: Papillon fue escrita para cello y el mismo Fauré hizo estas versiones de Après un rêve y de la Siciliana".
Más interesante es el ejemplo de las dos obras de Lili Boulanger, nacidas el año de la prematura muerte de la compositora francesa: "D'un soir triste es originalmente un trío, pero ella hizo una versión para orquesta y estaba trabajando en una para violonchelo. Conseguimos sus bocetos originales y elaboramos nuestra versión a partir de ellos, en ese sentido esto que presentamos es la primera versión completa para violonchelo de la obra. Muy emparentada con esa obra está D’un matin de printemps, de la que Lili dejó también dos versiones, una para trío, pero con una flauta en lugar del violonchelo, y otra para orquesta. Pensamos que era buena idea presentar también nuestro arreglo de la obra. Era también una forma de mostrar nuestra personalidad".
Distinto es el caso de Nadia Boulanger, que debe su prestigio mucho más a su magisterio como profesora de grandes maestros del siglo XX que a su labor como compositora. "En realidad, ella dejó de componer a la muerte de su hermana, porque pensaba que su música jamás alcanzaría la calidad de la de Lili. Pero las tres obras que grabamos me parecen fantásticas", comenta Jorge Nava, y su compañero añade: "Yo diría que conforman casi una pequeña sonatina. Pero cada pieza en un estilo diferente, incluso el tiempo rápido tiene raíces españolas. Nadia Boulanger no era nada ortodoxa como compositora. Y eso es algo que se aprecia también en su ideología como profesora, que se basaba no en fomentar un tipo de compositor concreto, sino en desarrollar al máximo las posibilidades y los intereses de cada alumno".
"Grabamos en los Estudios Elefante de Valencia, que tienen un Bechstein gran cola extraordinario", dice el pianista cántabro, "además de unas bóvedas de nueve metros que crean una reverberación natural que en otros estudios de grabación son imposibles de lograr, porque es todo más cerrado". "Mi idea era conseguir un disco en el que todo estuviera engarzado, pero que fueran como poemas sonoros independientes. Que no haga falta escucharlo de una vez, que uno pueda escuchar una pieza cada día. Vivimos en un mundo en que todo va muy rápido. Y este es un disco ligero, que se puede escuchar como pequeñas píldoras. Además está muy relacionado con la pintura, que es algo que me gusta mucho. Cuando escucho un sonido veo colores e imágenes muy definidas. Las Hermanas Boulanger representan a Manet, mientras Debussy es más Monet. Es un impresionismo pero diferente: ellas son más realistas, más trágicas si quiere; el impresionismo de Debussy es más difuso".
Esa idea de que los formatos con los que se difunde la música tienen que cambiar la comparten los dos. Para Jorge, "hasta para los intérpretes, esas dos partes de cuarenta y cinco minutos se hacen duras. Yo importaría algunos modelos por ejemplo de Londres, donde hacen esos conciertos a mediodía para la gente que tiene horario partido, que sale de su trabajo a la 1 y que tiene que volver a las 3. Te dan la opción de ir a escuchar música 35-40 minutos y luego tienes todavía más de una hora para comer". Eros abunda en esa idea: "Hace unos años creé la Asociación Musical Hispano-Helvética, y desde ahí estamos experimentando en busca de nuevos formatos. Yo creo que ese formato de hora y media va a ir desapareciendo, se va a ir acortando, porque la sociedad se mueve a otro ritmo. Creo que hay que trabajar mucho más la interdisciplinariedad, hay que conectar con la literatura, con el teatro. E ir incorporando con más regularidad la música contemporánea y la electrónica. Creo que compositores como Óscar Escudero o Alexander Schubert trabajan por ahí, y es interesante. Recuerdo un concierto que ofrecí en el Conservatorio de Winterthur, con sonatas de Brahms y Prokófiev y entre medias hice Ton Morceau de Jacques Rebotier, que es una especie de performance de apenas tres minutos. Al final la gente lo que más comentaba era esa obra. Hace años, el intérprete era como un dios, como un mago que aparecía y desaparecía del escenario. Ahora casi te tienen que ver a diario. La sociedad va por ahí y los músicos tenemos que adaptarnos. Hay que ser más cercanos".
Cómo ven la situación creada por la pandemia y qué esperan del futuro inmediato. Jorge ha podido "sobrevivir de momento gracias a las clases online, pero la concentración de mi trabajo está en los conciertos. Vemos a músicos que están ofreciendo conciertos por Instagram y tal, pero será complicado. En España el último sector que va a salir es la cultura y la música. Veo muy difícil que antes de octubre o noviembre se pueda ir a un concierto a una sala. Y serán conciertos para a lo mejor 50 personas. Dudo mucho que las grandes salas puedan ofrecer conciertos hasta el año próximo. Está la opción del aire libre, pero sólo pueden ser en verano y las condiciones acústicas no son las mejores..."
Eros nos cuenta la situación vista por alguien que vive y trabaja en otro país: "Suiza tiene siete presidentes. La política aquí existe. Tienen que consensuarlo todo. Una de las presidentas es pianista. Otro es cellista amateur. Y las ayudas se han puesto en marcha. Los conciertos programados entre marzo y mayo se están pagando, aunque no se hagan. Es un punto de partida. Es evidente que va a costar, porque todo va a estar cerrado. Hay festivales que han cancelado ya. Veremos el de Lucerna, que es entre agosto y septiembre [al día siguiente de esta entrevista, el Festival de Lucerna anunciaba su cancelación]. Yo soy muy positivo de todas formas. Trato de sacar el lado bueno de todo. La gente está impaciente por volver a un concierto. Los primeros meses se va a crear una situación muy especial, va a haber experiencias místicas. Será algo muy nuevo, tanto para el público como para nosotros, y eso hay que aprovecharlo. La gente va a tener más ganas de escuchar conciertos que nunca. De ahí podemos sacar algo muy bueno; nos vamos a dar cuenta de la importancia que la música en vivo tiene para muchas personas”.
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