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"España es una idea de derechas"

  • Almudena Grandes presenta hoy en la Biblioteca Infanta Elena 'Los pacientes del doctor García', cuarta novela de su serie sobre los perdedores de la guerra y la resistencia contra la dictadura

Almudena Grandes, en un hotel de Sevilla momentos antes de la entrevista.

Almudena Grandes, en un hotel de Sevilla momentos antes de la entrevista. / Belén Vargas

A Almudena Grandes le impactó saber que en ese lugar por el que ha pasado tantas veces, la calle Galileo del barrio de Argüelles, una mujer dirigió durante años una organización secreta que ayudó a miles de criminales y prófugos del Tercer Reich a fugarse de Europa con rumbo a Argentina. La mujer era Clara Stauffer, de doble nacionalidad española y alemana, y de militancia también doble, falangista y nazi, y en torno a ella ha construido la escritora Los pacientes del doctor García (Tusquets), cuarta entrega de sus Episodios de una Guerra Interminable, que presentará hoy en la Biblioteca Infanta Elena (19:30). Es una novela de espías, con identidades falsas, reuniones clandestinas y mensajes cifrados en el Madrid franquista de mediados de los 40, con la que la autora, de la mano de Galdós, "que nos enseñó a contar la historia desde abajo", pretende "conmover, la aspiración de toda novela", pero también "satisfacer un discurso moral": honrar a los resistentes contra la dictadura. Que en esta historia son, no por casualidad, burgueses.

Y lo son, primero, porque así lo exigía la trama de la novela, explica la autora, que narra en sus más de 700 páginas, insertando en los hechos reales peripecias ficticias, el peligroso y tortuoso intento de un diplomático republicano y de un amigo al que salvó la vida durante la Guerra Civil de infiltrarse en esa trama criminal para desarticularla. Pero también, en ese otro plano moral del libro, porque juzgó necesario "reivindicar a la burguesía republicana", una clase social "sin la cual la República no habría existido pero que se eliminó del relato oficial a partir de la guerra". "Lo cual no es inocente -dice-, porque se intenta transmitir así esa idea sobre la que sostuvo la noción de Cruzada: que la República era una algarabía de ineptos, de gentes analfabetas y miserables, manipuladas y engañadas, que no tenían ni idea de lo que se traían entre manos y por eso, claro, tuvo que llegar alguien para poner orden".

"Pero es que España es un país anormal", lamenta Grandes. "Lo es desde el punto de vista de su relación con la memoria y con sus propias instituciones. Es además el único país de Europa, aparte de Turquía, que tiene un genocidio que esconder y carece de una política pública de memoria. Es el único país europeo que surge de un Estado totalitario y no inaugura su democracia con una declaración de condena de la dictadura anterior... A los españoles les dijeron que había que olvidar para prosperar, de alguna forma se optó por no pensar en la dictadura, como si una dictadura que durante 40 años moldeó las conciencias de los españoles fuera a desaparecer por el mero hecho de no hablar de ella. Ocurre también que la derecha piensa que este país es su propiedad privada porque lo ha heredado de sus abuelos que ganaron la guerra, y que la izquierda es una realquilada con derecho a cocina, y lo peor es que la izquierda cuando llega al poder se comporta, en efecto, como una realquilada. España es una idea de derechas. No es que se haya gestionado mal el pasado, es que no se ha gestionado en absoluto. Y esto es clave para entender por qué el edificio se está demoronando; es más, creo que los problema más graves que tiene nuestra democracia, la propia identidad del país, la desafección de los ciudadanos hacia las instituciones, el descrédito de la política, la cuestión catalana, tienen que ver con ese ejercicio de memoria que aquí no se ha querido hacer".

Una vez puesto sobre la mesa El Tema, ya es imposible esquivarlo. "Lo de ayer", dice en referencia a los sucesos del domingo, "fue terrible". "Bueno, terrible para todo el mundo menos para los culpables. Lo peor de todo es que Rajoy salió ganando y Puigdemont también, ¿o es que los dos no han conseguido lo que querían? A los dos les funciona ante sus electorados, a la vista está. A estas alturas la situación se ha podrido hasta unos extremos que me parece que el único final que puede tener esto es que cambie el Gobierno de España y que llegue otro, valiente, y convoque un referéndum legal. Ahora bien, creo que ni siquiera eso lo solucionaría todo, porque ganase lo que ganase, ya fuera el o el no, una parte muy importante de la sociedad catalana se sentiría excluida y traicionada. Hace unos años un referéndum con todas las garantías podría haber sido la solución que lo habría arreglado todo, pero ahora es sólo la solución que ya no puede arreglarlo todo. Me temo que la fractura es demasiado fuerte. A mí lo que más me preocupa ahora es la cantidad enorme de catalanes que no quieren la independencia pero tampoco votan al PP; a esos los han dejado en la intemperie, absolutamente desamparados".

"Desde el poder", continúa la escritora madrileña, "tanto desde Barcelona como desde el Gobierno central, se han estimulado extraordinariamente en los últimos tiempos los bajos instintos. Esto ha surgido claramente desde arriba, desde el centro mismo del poder, así que no hay quien pueda comprar el discurso revolucionario. Esto se ha irradiado de arriba abajo, y las cosas que se irradian de arriba abajo se suelen arreglar de arriba abajo. Quiero decir que va a ser muchísimo más fácil que veamos a Rajoy y a Puigdemont dándose la mano en La Moncloa o en Barcelona o donde sea que la restauración de la paz y la normalidad entre los vecinos de Cataluña, ese es el drama auténtico".

Cabe preguntarse también por el papel de la izquierda en todo esto. "Fatal", dice con una sonrisa amarga. "La izquierda últimamente lo gestiona todo fatal, hijo. Además, no puedo entender ese tic perverso de la izquierda española, esa debilidad ante los nacionalismos, que son, como ha quedado clarísimo, conservadores y clericales. Es que no sé cómo la izquierda puede estar en el mismo bando que el Abad de Montserrat... Ha habido mucha cobardía, mala cosa para los políticos. Mucho ponerse de perfil. Pero esta es la cultura política y el nivel que tenemos. Pienso en Negrín y Largo Caballero: si se levantaran de la tumba, se caerían redondos los pobres. Cuando surgió Podemos parecía que había superado esos complejos, pero se ha visto que no, que se comportan de vez en cuando con los mismos complejos del PSOE . ¿Cuál es la verdadera izquierda? Ahora mismo, si hay una palabra que defina a a una persona de izquiedas, es soledad".

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