Las composiciones de Diego Guerrero son como su toque y su voz: pulcras, equilibradas, cálidas, frescas y directas. El onubense presentó su disco de debut en Sevilla arropado por un buen ramillete de sus paisanos que se desplazaron a la capital para verle. Letras enjundiosas, que no temen enfrentarse a la actualidad, estribillos pegadizos y coros caribeños retumbantes, que fueron cantados por un público entregado desde el primer momento. También algunas versiones como el tango-canción Aurora de Rafael Farina. No es el primer artista jondo en acercarse a la música caribeña pero no son muchos los que lo han hecho, como es su caso, desde sus propias composiciones. En este sentido el referente clásico es Ketama, aunque el impulso flamenco de Guerrero es mayor si cabe. Rumba flamenca y cubana, bulerías y timba, fandangos y guaguancó. Su voz aúna el fuego caribeño con los melismas y la voz rota de lo jondo y la improvisación jazzística. Diego Guerrero es artista de artistas que se ha labrado un nombre en el directo de locales emblemáticos como el Café Berlín madrileño en el que tocó todos los miércoles durante tres años consecutivos. Temas como los tangos Vengo caminando, que dan título a su disco y que abrieron el concierto de Sevilla, de hipnótico arpegio, una oda a la tierra y al deambular. Suave, suave es una rumba cubana de tumbao poderoso. Malos tiempos es un son con un brillante coro en el que cada uno de los músicos pudo demostrar sus habilidades en el arte de la improvisación. Luna de plata es una canción de amor intimista, de nuevo a ritmo de tangos flamencos. El espectáculo fue una explosión de ritmo con la marca de la calidad en las composiciones y los arreglos. Músicos como Ramón Porrinas o Raimundo Amador no quisieron perderse esta cita en Sevilla.