Cuentan que a Francisco de Asís Palacios Ortega, El Pali, lo llamaban El trovador de Sevilla, porque sus letras trataban de rescatar esa capital hispalense popular, plagada de tradiciones, con costumbres y raíces muy marcadas. Una ciudad que, a su juicio, estaba desapareciendo. Hasta él mismo se ha convertido en todo un símbolo identitario de la urbe que lo vio nacer. Un lugar en el que el pasado y la vanguardia entrelazan sus dedos. La icónica fotografía del Trovador que tomó Atín Aya, allá por 1979, es el cartel de la nueva exposición de la Fundación Valentín de Madariaga (Avda. María Luisa s/n). Una muestra que lleva el nombre, como no podía ser de otro modo, de Pintores de Sevilla. Todo un homenaje a esa sevillana, al más puro estilo corralero, que El Pali compuso. 

Foto de familia con los artistas de la muestra.

La colección, que permanecerá abierta hasta el 9 de noviembre, hace un recorrido por el arte más vanguardista de la ciudad. La particularidad más especial de la muestra es que las obras expuestas pertenecen a 84 artistas que están en activo en Sevilla, o tienen una especial vinculación con ella. Además, su riqueza abarca la veteranía de Luis Gordillo, Juan Suárez o Pepe Barragán hasta llegar a la juventud de Miki Núñez, Sofía González o Ana Lara. Toda una apuesta sin precedentes, encabezada por Rafa Almarcha con el asesoramiento de Fernando Francés y Javier Parrilla, que busca dar a entender la importancia de la pintura sevillana desde la segunda mitad del siglo XX a nuestros días. 

Además, la exhibición tiene un fin solidario. Las obras se podrán adquirir mediante subasta solidaria online a beneficio de la Obra Social de la Hermandad del Rocío de Triana que recibe el nombre de Trianidad. Este año  se cumple el 50 aniversario de sus colonias de verano para niños en riesgo de exclusión social. Todos los beneficios que se consigan de la muestra, cuya puja arrancará el próximo viernes 20 y finalizará a principios de diciembre, serán destinados a esta causa.

Un visitante contempla la obra 'El río' de David López Panea.

Almarcha explicó que, en plena pandemia, grabó el tema Corazón de Siempre Así, rodeados de artistas visuales de la ciudad. Una iniciativa que, en momentos de incertidumbre y miedo, derivó en una exposición y en una subasta solidaria que también ayudó a sufragar gastos de  la labora social de Trianidad. Del resultado tan positivo de esta experiencia y de su grata acogida nace ahora Pintores de Sevilla. De este modo, junto a cada obra hay un código QR asociado para pujar. En la trastienda, la galería de arte contemporáneo Di Gallery se encarga de la subasta online. Toda una oportunidad para las personas que empiezan a coleccionar.

Lo cierto es que las ocho salas están repletas de obras que demuestran que "el arte contemporáneo no tiene identidad", indicó a este periódico Javier Parrilla. En este sentido, la exhibición hace un viaje por el arte de David Panea y su reinterpretación del paisaje en El río hasta Andalusia no natsu del artista herreño Fran Ramírez. Un recorrido absolutamente natural. Todas las pinturas construyen la ciudad como la entienden los sevillanos en la actualidad. Con su versión culta y popular que a su vez, desde la posmodernidad, se confunden en una misma categoría y comparten sus valores. "Dentro de unos años, si alguien ve el catálogo de la muestra puede pensar que es una representación del hoy", apostilló Parrilla.

En este sentido, Francés manifestó que "Sevilla es una ciudad en la que hay un gran amor por la tradición, pero Velázquez fue un revolucionario en su momento". Además recalcó que, en la capital hispalense hay una gran "contaminación multicultural". "Esto ha generado una visión cosmopolita que aprecia todas las influencias". 

Visitantes en una de las salas.

De estas influencias también habló el alcalde de la ciudad, José Luis Sanz, quién asistió a la inauguración de Pintores de Sevilla. El primer edil puso en valor esa "Sevilla mudéjar, árabe, judía". Pero también, esa capital hispalense que mira hacia el flamenco y hacia la ópera. En definitiva, una urbe donde "la diversidad" es su seña de identidad.

Todas las piezas demuestran hacen una clara declaración de cómo entender la cultura en Sevilla. Esa que no ritualiza o denota la tradición y el folclore, sino que se enriquece de ellos y asume sus aciertos como parte importante de su identidad.