Un viaje italiano era la propuesta de la nueva entrega del actual programa de abono de la OBS; un homenaje al estilo que se convirtió en internacional en toda la Europa dieciochesca. Para ello se contó con la presencia de la conocida violonchelista Kristin von der Goltz, que asumió la parte solista en los conciertos de Hasse y Porpora y que se integró con la orquesta en el resto del programa.

La tarde venía cargada de humedad y ya se sabe el efecto que dicha circunstancia provoca en los instrumentos de cuerdas de tripa y en los arcos. Quizá a ello se debiese que la solista defraudase parcialmente las expectativas iniciales. El sonido de su instrumento no acababa de cuajar ni de redondearse, ofreciendo tonalidades metálicas y hasta chirriantes en la cuerda superior, sin que los graves adquiriesen tampoco la contundencia esperable. En el concierto de Hasse emergieron con demasiada frecuencia notas fuera de tono, algo que se palió en parte con el concierto de Porpora, más ajustado en afinación y con un sonido algo más matizado. Lo que no se le puede discutir a la germano-noruega es el dominio total de los recursos técnicos del chelo y una remarcable agilidad.

Tampoco empezó la OBS con el empaste y el refinamiento en ella habituales, con un concierto vivaldiano que fue mejorando a partir del contundente ostinato de los chelos en el Largo para recalar en una brillante demostración de flexibilidad y agilidad en el Allegro. A partir de ahí el grupo encarriló la velada con un empaste y una riqueza tímbrica absoluta, rematando en una sensacional versión del op. 3 nº 2 de Vivaldi llena de contundencia y fuerza expresiva.