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Cultura

Federico Guzmán: el retorno al mito

  • El pintor vuelve a exponer en la sala Atín Aya, del ICAS, para fabular sobre sus descubrimientos e intuiciones de los últimos cinco años

Federico Guzmán muestra su obra más reciente.

Federico Guzmán muestra su obra más reciente. / Juan Carlos Vázquez

Federico Guzmán está de vuelta. Como en la última fase de la labor del héroe arquetípico, la del retorno, Guzmán vuelve a exponer en Sevilla, en la sala Atín Aya del ICAS, para fabular sobre sus descubrimientos e intuiciones de los últimos cinco años.

El retorno ha sido, está siendo, largo, porque la fabula que ofrece queda lejos de acabarse. El mito nunca esta completo por muy bien estructurado que esté; necesita más que cualquier otro tipo de relato, de su aceptación por la colectividad que lo crea y por el que es creada, una colectividad que el mito unifica con carácter o pretensión de universalidad. Pero es necesario volver a él, porque lo olvidamos. Creo que es lo que hace Federico Guzmán en esta exposición que titula de forma cercana a la formulación algebraica Ser = Espacio x Acción. En las teorías de la relatividad el espacio-tiempo es un continuo de los dos conceptos relacionados inseparablemente, y nos dicen que en ese continuo espaciotemporal se representan todos los sucesos físicos del universo.

Federico no aspira –o sí, no estoy seguro– a representar todos los sucesos, sino a fabular sobre los mismos, cuya raíces se hunden en el mito. Como también indica el subtitulo de la exposición, es una fábula especulativa sobre la distopía global, que utiliza la enseñanza del mito para intentar propiciar un cambio en la psique individual y colectiva que nos libere de los oscuros poderes que nos esclavizan. Y no es fácil la tarea, pero él lo hace de forma muy brillante, sin que la apariencia oculte el sentido. Tampoco es que pretenda revelar ningún misterio, sino simplemente ponerlo de manifiesto. El retorno es un viaje iniciático al más allá; el encuentro con la sombra y la vuelta al presente actual gracias a la experiencia del artista. En un texto anterior, Federico Guzmán aclara algo de su método e intenciones: “Recombinando pintura con mitología comparada y contracultura nos sumergimos en los orígenes visionarios de nuestra civilización. Busco en ellos valores de sabiduría y pertenencia para imaginar un pluriverso ecológicamente sabio, políticamente igualitario y socialmente inclusivo”.

En la presente exposición se aúnan obras de la tres etapas principales del regreso: la exposiciones en el IVAM (Al borde del mundo), en 2017, y en la galería Juana de Aizpuru (Perséfone sin velo), en 2018, a las que se suma la residencia en la Academia de España en Roma en 2019-2020. Parménides, el filósofo iniciador de la metafísica, y su poema Sobre la Naturaleza, abren la exposición con unos esplendidos linotipos que ilustran los acontecimientos principales descritos en el poema. Otros referentes son los mitos de regeneración y florecimiento asociados a Deméter, diosa de la agricultura, diosa madre y nutricia, y a su hija Perséfone, raptada por Hades, que la convierte en reina del inframundo, pero que abandona cada medio año para encontrarse con su madre y dar lugar a la primavera. Ese mundo natural que se regenera a si mismo, está en perfecta armonía y ordenado en claves geométricas, que Federico Guzmán descubre en la semillas o en la espiral de crecimiento infinito en el que dispone el vuelo de las abejas.

El camino de vuelta de Federico Guzmán es cuento largo desde que apareció como uno de los más jóvenes de aquella generación de artistas que en los ochenta del pasado siglo renovaron no solo la escena sevillana sino que tuvieron importante incidencia nacional e incluso presencia internacional. Guzmán apareció cuando la pintura empezó a enfriarse después de la fiebre expresionista. Usaba soporte y materiales ajenos a los tradicionales como el caucho o el cobre en obras que huían del estilo reconocible, y hasta la desaparición del autor, para buscar la comunicación con el espectador. Una postura que estaba cercana en cierto modo a la escultura social de Joseph Beuys.

Esta tendencia se hizo evidente con sus prolongadas estancias en Nueva York, primero, y Colombia, en las que las obras son fruto de la colaboración, donde la participación de colectivos era impulsada por sus ideas y energía. Pero en esa etapa de obra colaborativa y activismo social también también descubrió el poder de las plantas. El conocimiento de las plantas, tan perdido en nuestro ámbito, lo encontró muy vivo en Colombia. Y creo que es a través de las plantas que llega a la Naturaleza y a su indagación e investigación sobre su origen, sobre el ser y sobre las fuerzas que se oponen a su pleno desarrollo.También hay obras inéditas en su exposición de vuelta a Sevilla, como los paisajes digitales de Grazalema, lugar en que que el artista ha pasado nueve meses viviendo en una caravana. Asimismo, quedan restos de la fase colaborativa y de activismo social, significativamente, por lo proféticas que hoy resultan, son las obras referidas a pueblo saharaui: una alude al al muro de la vergüenza quebrado por una silueta humana, y otra es una denuncia expresa y violenta de la ocupación del territorio saharaui por Marruecos, y que ha cobrado plena actualidad por el cambio de política sobre el tema del gobierno de Pedro Sánchez.

Esa presencia de obras anteriores a los cinco últimos años es quizás un reflejo de que todo esta unido, de que las partes son el todo y que el centro de todo es todo el centro. Federico Guzmán ha regresado desde el centro del mundo para enseñarnos y guiarnos al centro del mundo. Sus obras son reflejo de ese viaje cuyas experiencias ahora muestra y comparte.

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