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Guzmán de Cádiz

La sevillana Barataria, flamante Premio Nacional a la Labor Editorial, reedita el libro de memorias de Pericón de Cádiz

Pericón, por malagueñas, con la guitarra de Paco de Lucía.

17 de diciembre 2008 - 05:00

La editorial sevillana Barataria, flamante Premio Nacional a la Labor Editorial, ha reeditado este clásico de la literatura flamenca, es decir, de la literatura contemporánea. Un libro desternillante, que conecta con la mejor tradición picaresca hispana y andaluza, y que nos legó la memoria y la inventiva sorprendente de uno de los grandes cantaores del siglo. Y también, cómo no, el instinto lírico y el oído poético de José Luis Ortiz Nuevo. Tengo que dar la razón a mi compañero Marcos Escánez de que, hoy, sin duda, el palo flamenco más difícil es el de saber escuchar. Ortiz nos da en ésta, y las demás obras de memoria que a su pluma se deben (Enrique el Cojo, Tía Anica, etcétera: obras que en breve publicará Barataria), una lección del saber escuchar. Es la dura realidad de pre y posguerra la que marca la prodigiosa fantasía del cantaor. Pericón es a veces Carpanta, otras Homero y siempre Ulises. Mas sus sirenas son putas, es decir, muchachas, su Nausica La Tani, sus monstruos marinos pulpos y perros que te llaman ratero. Eso sí, con voz de perro. Cádiz es un continente, el Mediterráneo todo, y la historia del niño huerfanito cantor emociona más que toda la repostería Disney de estas fechas porque el niño huerfanito cantor (Chiquito de Triana) era el más rico de la trouppe, el que ganó el premio del Price y el cabeza de compañía. Fue por competir con el niño, por quitarle dos o tres de los miles de palmas que el público le daba, y su correspondiente en pesetas, que Pericón cantó dos o tres letras políticas. Y por estas dos o tres letras fue que se tiró media posguerra debajo de la cama, esperando a que vinieran a verlo los falangistas. Así se llamó el espectáculo teatral que el propio Ortiz, en su vertiente actoral, encarnando a Pericón, hizo sobre este libro: Por dos letras.

Pericón (1901-1980) es el paradigma de cantaores decidores y graciosos de Cádiz, una estirpe que se retrotrae a Ignacio Ezpeleta, y que hoy prolongan voces como el honorable Chano Lobato. Pericón saca su voz más íntima para cantar la malagueña del Mellizo o para hablar de La Tani (y también del perro Esmoquin, ¿por qué no?, el que hablaba con voz de perro), y su voz de trueno, portentosa, por bulerías o burlerías de veras. Quizá ésta sea la grandeza y también la tragedia de Cádiz: que no hay tragedia, que todo es drama cómico. Son los dos polos, necesarios, del hiperrealismo social y el surrealismo, que buscan su reconciliación, su entendimiento, en la sabia ponderación del decir gaditano. Es entonces cuando el disparate se hace verdad de a puño y la ficción puro presente. La primera edición se publicó en 1975 (Demófilo) y la segunda en 2002 (Silex).

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