La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Sánchez aguanta más que el telexto
Leo Bassi argumenta, orgulloso, que con su espectáculo Utopía, en el que confiaba en la capacidad del ser humano "para cambiar las cosas", supo captar una energía que fluía entre los ciudadanos, hasta el punto de que cree que ese montaje "fue profético. Yo hablaba mal de los banqueros e intentaba fomentar en el público un deseo de revolución. Y luego hemos tenido movimientos como el de Occupy Wall Street o el de Podemos", afirma Bassi en conversación telefónica con este periódico. El cómico tenía la sensación de que "había cogido un ambiente y lo había traducido a una obra de teatro". Y La Gran Misa Patólica, que interpreta hoy y mañana a las 21:00 en el Centro TNT, es "un paso más" en ese propósito de radiografiar el ánimo de un tiempo. En la actualidad, Bassi detecta que hay "un vacío espiritual. Tenemos cierta idea de que queremos cambiar la política de ahora, pero, por ejemplo, ¿qué hay detrás de Podemos, o de Syriza en Grecia, en qué cosas se apoyan?", se pregunta. Y en sus representaciones intenta recoger "un humanismo preocupado por el medio ambiente, que tenga al ser humano en una posición menos central en el cosmos. No es un espectáculo cómico, te ríes, pero hay también una reflexión sobre cuál puede ser una nueva espiritualidad".
El título no engaña, y Bassi propone un formato "novedoso": una misa "humanista, atea, porque ningún bufón cree en una identidad superior". Una ceremonia que el actor lleva celebrando en Madrid desde 2012, donde tiene un lugar de culto llamado El Paticano de Lavapiés y que ahora estrena en Sevilla, en el teatro de su amigo Ricardo Iniesta. Una fiesta "con la idea de la risa como un sacramento, un ritual. Hay una historia, un desarrollo, pero la obra no narra algo, es más bien la descripción de una espiritualidad y tiene el ritmo de una liturgia". Que no se asusten los tímidos: el showman ofrece al espectador dos maneras de afrontar su propuesta, "que mire desde su asiento o que participe. Daremos un distintivo que significa que quiere hacerlo".
En su Misa Patólica, Bassi y sus fieles adoran un pato de goma, un objeto elegido por su humildad. "Y por la inocencia, y por su enfoque lúdico. Yo creo que la salvación de la humanidad pasa por volver a pensar la técnica como un espacio lúdico, no con el orgullo que sentimos hoy en día. Hay una mentalidad de triunfo total de la razón, y una prepotencia frente a los débiles. Esta es la sociedad conservadora y capitalista en la que vivimos, en la que los que triunfan, triunfan, y los demás se joden. El patito de goma encierra una relación mucho más pequeña, humilde, pero a la vez es un objeto resistente y fuerte. El símbolo no es un chiste entre los nombres de católico y patólico, para mí va más lejos", sostiene.
"¿No sería el mundo mejor si en lugar del Dios del Antiguo Testamento, vengador y castigador, el Cielo estuviese regentado por un Dios de broma, inocente, juguetón, optimista y amigo de los niños?", se cuestiona en las notas promocionales de esta misa. "Un Dios revolucionario que se distingue de todos los demás por representar la imperfección", que se enfrenta desde sus fallos "a la tiranía fanática de la perfección y de sus dos bastiones: la vanidad y el deseo de poder".
Bassi juega con lo divino porque piensa que el arte del payaso es sagrado, "para mí ese es el gran mensaje de mi carrera", que la risa es "la expresión más elevada de la vida. El chiste concreta la alegría frente a la relatividad de las cosas. Es importante mantener una actitud alegre, llena de esperanza, lejos de esas verdades solemnes y pretenciosas del poder. Hay que proteger el chiste, esto lo digo en relación a lo ocurrido en Charlie Hebdo y todo lo que hemos tenido de fanatismo, de oscurantismo, frente a la risa".
Pero, ¿no se cansa el bufón de ser objeto de controversia, de que sus burlas aviven la susceptibilidad de algunos? Bassi no; él no expresa agotamiento. "La verdad es que tengo el éxito que quiero, soy un poco conocido en todo el mundo, pero no soy ni quiero ser una enorme estrella. Tengo toda la libertad para hacer las cosas que quiero hacer, puedo pagarme esta capilla que tengo en Madrid pero al mismo tiempo no tengo demasiado poder para molestar, para crear conflictos". Una independencia con la que se siente muy cómodo. "Si el bufón es muy famoso y tiene mucho dinero ya no es un bufón. Éste debe ser una persona que vive al margen de la sociedad".
La mesura con la que Bassi habla de su oficio se debe a una razón: aunque hay quien quiera ver en él únicamente a un cómico provocador, el intérprete pertenece a un linaje de artistas de circo. Siete años después de haber nacido en Nueva York debutaba en una carpa en Australia. "Mi vida es la típica historia de la gente del circo. Un día mi padre se estaba preparando para salir y me dijo que me pusiera un traje. Era un traje de Aladino, y para mí aquel encargo no era traumático, yo veía a toda la familia en la pista y tenía ganas de actuar con ellos. Recuerdo que después de Australia estuvimos en Canadá. Para mí, la vida era eso, viajar continuamente". La Gran Misa Patólica contiene un emotivo homenaje a sus antepasados, tal como anticipa Bassi. "Entre las primeras imágenes de los Lumière, ellos filmaron a mi bisabuelo y a su hermano. Hace tres o cuatro meses mi hermana consiguió de la Fundación Lumière las imágenes y los derechos para mostrarlas. En este espectáculo vamos a ver a mi bisabuelo y a su bisnieto juntos, dedicándose a lo mismo con 120 años de diferencia".
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