Arte

Lugares y personas: una política silenciosa

  • El CAAC acoge la primera exposición individual en España de la británica de origen palestino Rosalind Nashashibi, artista residente en la National Gallery

Rosalind Nashashibi (Croydon, Inglaterra, 1973), ante una de sus pinturas inspiradas por su visita a la Casa de Pilatos.

Rosalind Nashashibi (Croydon, Inglaterra, 1973), ante una de sus pinturas inspiradas por su visita a la Casa de Pilatos. / Belén Vargas

La reflexión sobre los distintos tipos de contextos sociales y urbanos que a su vez propician las múltiples maneras en que se manifiestan las interacciones humanas es un motivo constante en la obra de Rosalind Nashashibi, y de ello da buena cuenta la exposición que acoge hasta el 2 de febrero del año próximo el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC).

Se trata de la primera muestra individual en España de esta artista británica de origen palestino y la casualidad ha querido realzar la oportunidad de esta apuesta del centro por su obra con la recentísima elección de Nashashibi –finalista en 2017 del prestigioso Premio Turner– como artista residente en la National Gallery de Londres, que estrena con ella dicha iniciativa.

Planteada no exactamente como una retrospectiva pero sí como una exposición de media carrera –la artista tiene 46 años– que permite claramente identificar motivos, enfoques y preocupaciones recurrentes en su trabajo, esta selección de su obra recoge varias piezas realizadas en vídeo –películas de aliento experimental, introspectivas y de ritmo pausado que durante años fueron su cauce expresivo más habitual– así como pinturas, formato al que Nashashibi ha regresado últimamente tras darse cuenta de que sus filmes "no eran suficientes". "Necesitaba una relación más directa y cotidiana con el arte –explica–, algo que pudiera hacer en mi casa de noche".

Otras dos piezas basadas en su experiencia en Sevilla. Otras dos piezas basadas en su experiencia en Sevilla.

Otras dos piezas basadas en su experiencia en Sevilla. / Belén Vargas

En su casa o, sin ir más lejos, en la habitación de su hotel en Sevilla, que es donde la artista ha estado pintando en los últimos días a toda prisa, fuertemente imbuida del encantamiento que le produjo su visita a la Casa de Pilatos, el palacio renacentista-mudéjar que supone una fabulosa muestra de la arquitectura sevillana del XVI. "Cuando llegué al Salón Dorado sentí que se me volvieron a abrir los ojos... y la boca también, literalmente", recuerda Nashashibi, que quiso después plasmar aquella "sensación de paz" y aquella "fuerte presencia de la Historia".

El resultado de este imprevisto impacto son varias pinturas de gran formato –que realizó en el CAAC, donde la noche del lunes se quedó hasta las tantas de la madrugada rematando el trabajo– y otras tantas más pequeñas –las que hizo en el hotel–, todas realizadas con pigmento sobre papel de embalaje que compró en un chino la noche del domingo, cuando estando en su habitación por la noche sintió la súbita y poderosa necesidad de ponerse a pintar y no encontró otro soporte que ése, humildísimo y urgente. Son piezas "basadas en el color y que giran en torno al dorado, también por la luz de la tarde" que había cuando visitó la Casa de Pilatos, explica la artista, que juega también en estas obras con "la textura y el color blanco de las estatuas romanas".

Fragmento de la pieza sobre el barrio de Dahiet Al-Dareed en Jerusalén. Fragmento de la pieza sobre el barrio de Dahiet Al-Dareed en Jerusalén.

Fragmento de la pieza sobre el barrio de Dahiet Al-Dareed en Jerusalén. / Belén Vargas

En cuanto a sus vídeos, la exposición recoge desde algunas obras tempranas y emblemáticas a un díptico de muy reciente creación que se inspira en un relato de ciencia-ficción de Ursula K. Le Guin para cavilar sobre cuestiones como la nociones de comunidad (y la importancia de la misma en toda vida) y de vida familiar. La más antigua, de 2003, se titula Dahiet Al-Bareed, District of the Post Office, y es una muestra de cómo el trabajo de la artista está íntimamente ligado a su historia personal, conteniendo a la vez, de manera muy sutil, como señala Juan Antonio Álvarez Reyes, director del CAAC, una mirada política "en elipsis", en las antípodas de la consigna o de la denuncia frontal.

En esa pieza la artista filmó las calles y las gentes de Dahiet Al-Bareed, un barrio de Jerusalén donde su abuelo dirigió una oficina de correos hasta que la nueva división de la ciudad, cuando se creó el Estado de Israel, convirtió aquel barrio "casi utópico" –construido para las familias de los empleados de la compañía postal palestina– en una "tierra de nadie", en el repentino suburbio de un sobrevenido cinturón periférico. Sin vocación "documental ni polémica", la artista intentó, simplemente, según explica, capturar las "sensaciones" al pasear por aquel lugar tan ligado a su historia familiar.

Una imagen de 'Electrical Gaza'. Una imagen de 'Electrical Gaza'.

Una imagen de 'Electrical Gaza'.

De 2015 es otra pieza relacionada con el conflicto israelo-palestino, Electrical Gaza. En ella Nashashibi quiso observar la vida doméstica y cotidiana de aquel lugar, emblema del bucle sin fin de la violencia en Oriente Próximo. Quería, explica ella, vivir y comunicar la "experiencia física, emocional y mental" de estar en un lugar donde la amenaza de violencia inminente flota sin cesar como electricidad en el ambiente, y cómo ello provoca que todos allí estén "heridos de una manera u otra, sobre todo los niños", pero también, al mismo tiempo, la "tremenda hospitalidad y calidez" de aquella gente.

E irrumpió el azar: estando allí, el secuestro y asesinato de tres adolescentes israelíes y el posterior ojo por ojo aplicado salvajemente contra un chaval palestino –hechos, por cierto, que recrea de manera cruda y demoledora la serie de HBO Our Boys– desencadenó la guerra. "Tuvimos que irnos de allí antes de tiempo porque las autoridades no podían garantizar nuestra seguridad –recuerda la artista–. Oíamos todo el rato la metralla, los misiles que se lanzaban de un lado a otro. Por eso es el único de mis filmes donde mi presencia es palpable, se nota mi respiración porque quería transmitir, aunque pueda sonar mal, la emoción tan intensa que se desata en una zona de conflicto".

La autora, acompañada por Juan Antonio Álvarez Reyes, la consejera Patricia del Pozo y la traductora Concha Ortiz. La autora, acompañada por Juan Antonio Álvarez Reyes, la consejera Patricia del Pozo y la traductora Concha Ortiz.

La autora, acompañada por Juan Antonio Álvarez Reyes, la consejera Patricia del Pozo y la traductora Concha Ortiz. / Belén Vargas

Otras dos piezas fílmicas, Vivian's Garden, retrato de la convivencia doméstica de dos artistas, a la sazón madre e hija, y Why are you angry?, en torno a la representación de las mujeres en la obra de Gauguin, ambas de 2017, completan la exposición de esta artista que de un modo u otro no ha dejado de preguntarse nunca por asuntos como las convenciones sociales, los marcos donde éstas se reproducen y, en última instancia, sobre los innumerables porqués culturales y políticos que hay detrás de los modelos de vida.

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