'Master class' a cargo de Concha Velasco

Javier Paisano

01 de junio 2012 - 05:00

Concha. Yo lo que quiero es bailar. Dirección y dramaturgia: José María Pou. Texto (sobre biografía y relato oral de Concha Velasco): Juan Carlos Rubio. Intérprete: Concha Velasco. Dirección musical y arreglos: Xavier Mestres. Orquesta: Xavier Mestres (piano y vocal), Tomás Alcaide (violín, teclado y vocal), Roger Conesa (saxo, batería y vocal), Xavi Sánchez (contrabajo y vocal). Textos y canciones de: Antonio Gala, Enrique Jardiel Poncela, José Zorrilla, Rudyard Kipling, Augustó Algueró, Juan Cánovas y Stephen Sondheim. Lugar: Teatro Lope de Vega. Fecha: Jueves, 31 de mayode 2012. Aforo: Lleno.

Concha Velasco es en sí misma un género teatral. No me da miedo ser así de rotundo después de asistir a esta suerte de biopic cincuenta por ciento a la americana y cincuenta por ciento a la española, muy bien escrito por el cordobés Juan Carlos Rubio y mejor dirigido por José María Pou y que cuenta algunos de los hechos biográficos de esta actriz querida por el público y que lleva subida en los escenarios más de cincuenta años.

Concha Velasco, con el permiso de Sara Montiel, es quizás el único ejemplo que tenemos en España de actriz todoterreno en la línea de las actrices americanas que son capaces de interpretar, cantar y bailar con la mayor naturalidad y demostrar una capacidad escénica fuera de serie renovando y reinventando sus carreras tras su paso, sucesivamente o alternadamente, por el cine, la televisión o el teatro. Entonces, se retiran a Las Vegas con un show en el que cuentan sus vidas o recopilan sus mejores éxitos. Lo hizo Marlene Dietrich, lo hacen Liza Minnelli o la MacLaine y lo hace ahora la mejor intérprete de Santa Teresa de Jesús.

Concha Velasco, aparte de sus dotes interpretativas, conoce a la perfección el sentido del espéctaculo. Es, también, casi la única actriz de su categoría que no rehúye los platós de televisión con entrevistas íntimas. Eso sí, decididamente ella manda en estas intervenciones y en ellas hace gala de una enorme sinceridad que contribuye a mantenerla continuamente entre las personas más amadas de España.

Concha Velasco ha reunido todas estas, y muchas más, características arriba mencionadas y con la complicidad de Pou y de Rubio ha elaborado lo que se suele llamar un testamento artístico pero que, sin duda, sólo es el último de sus espectáculos. Animal teatral donde los haya, la actriz es recibida con el aplauso del público, en los últimos años sólo Nuria Espert y ella consiguen esta entrega desde el primer segundo. Después comienza un paseo desde su nacimiento en Valladolid, su traslado a Marruecos con cinco años y de nuevo Madrid, donde intentará conseguir su sueño: ser artista.

Concha Velasco nos habla de Celia Gámez, de Mari Carillo, de Antonio Gala, de Luis Escobar, de su pasión por el baile, de lo grosero que fue Dalí, de Josefina Molina. En realidad, una tímida muestra de su vida. La actriz no quiere contarnos penas, se decide descaradamente por la comedia y por el musical y el público le sigue embelesado como si fuera el flautista de Hamelín. Arropada por un cuarteto de músicos que están a su altura, y un escenario, al principio desnudo, que va creciendo, la Velasco se entrega durante dos horas dejando que la amemos.

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