El periodista Miguel Fernández presenta este miércoles a las 19:30 en Caótica (José Gestoso, 8) Desafiando al olvido (Roca Editorial), una exhaustiva biografía de Waldo de los Ríos, conocido por sus orquestaciones y adaptaciones de clásicos como el Himno a la alegría que inmortalizó Miguel Ríos pero también un compositor audaz y prolífico que fascinó al mismísimo Stanley Kubrick. De la carrera llena de éxitos y altibajos del argentino, de un carácter complicado y una vida interior turbulenta que acabaría en 1977 en suicidio, hablará Fernández junto al recién nombrado director gerente de la ROSS Pedro Vázquez Marín y el psicólogo Enrique Vázquez.

En una entrevista reciente con este periódico, el biógrafo aseguraba que De los Ríos era una figura "con una vida mucho más compleja de lo que piensa el ciudadano medio, que asocia su nombre a una música intrascendente. Pero su historia fue muy distinta: ese hombre afrontaba dentro de sí un debate personal bastante crudo", defendía Fernández, que concibió Desafiando al olvido como un homenaje a la generación de su padre, recientemente fallecido: Waldo de los Ríos le facilitaba trabajar en una historia que tuviese que ver "con las canciones que cantábamos cuando íbamos de viaje, los programas de la tele, los coches, todo lo que en aquella época parecía nuevo y sorprendente" y que hablara de la "euforia colectiva" con que España intentaba "enterrar los fantasmas del pasado" y abrazar la modernidad, una causa a la que el sello Hispavox y Waldo de los Ríos se sumaron con entusiasmo.

El periodista Miguel Fernández.

Durante la presentación, Fernández y sus acompañantes abordarán la esquiva personalidad del músico, que "había estudiado con los mejores maestros, Alberto Ginastera entre ellos, conoció a Falla en su exilio... Estaba destinado a otro mundo más elevado, pero él dio prioridad a un respaldo económico, porque le gustaba vivir bien, y encontró la alianza perfecta con la industria. Junto a ella hizo ese boom del Himno de la Alegría, un triunfo bestial. Hoy costaría fabricar un éxito de esas características". Pero Waldo "se preguntaba qué hacía él fabricando éxitos para que la gente los bailara en verano cuando podía estar componiendo una gran obra".