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Cultura

Modernidad de Martínez de León

  • Una muestra recorre en el Patio Mayor del Ayuntamiento siete décadas de trabajo editorial del dibujante e ilustrador de Coria del Río, cuyo magisterio reivindican los artistas sevillanos de hoy

Reivindicado recientemente por los artistas del cómic, que han visto en él a un pionero, y por pintores contemporáneos como Curro González, que le dedicó un puesto de honor en la colectiva sobre el arte sevillano actual que comisarió para el MIAM de Sète (Francia), Andrés Martínez de León (Coria del Río, 1895-Madrid, 1978) se ha convertido, casi cuatro décadas después de su deceso, en un referente de la capacidad del dibujo y la historieta para apresar algo tan invisible como mágico: la vida. Una habilidad que incita al artista Ricardo Cadenas (Sevilla, 1960) a compararlo con figuras totémicas del dibujo europeo contemporáneo, "como Henri de Toulouse-Lautrec o George Grosz".

"Martínez de León captó en sus viñetas, aleluyas y dibujos la sociedad de su tiempo a la manera de un periodista. Realizó la crónica de lo que pasaba a su alrededor con una genialidad técnica extraordinaria, mediante pocos trazos pero con mucha gracia, sobre todo en los trabajos anteriores al estallido de la Guerra Civil, tras la cual este hombre profundamente comprometido y culto se recluyó en una labor más costumbrista y oscura", reflexiona. "Se consideraba un periodista gráfico antes que nada. Y es curioso que, primero por razones políticas, y luego por su adscripción a posiciones más castizas, la excelencia de su dibujo haya sido poco conocida en su ciudad, que tanto amó y tantas veces paseó junto a amigos como Belmonte. Desde el periodismo, la viñeta, la historieta y el arte, Martínez de León recoge en su obra las peripecias de todo un siglo de la vida española", añade Cadenas.

Su percepción coincide plenamente con la de los expertos Iván de la Torre y Juan Ramón Rodríguez-Mateo, socios de Laboratorio del Arte, la empresa cultural que ha comisariado la muestra Martínez de León. La ilustración literaria (y un eco contemporáneo), un recorrido por los dibujos y libros ilustrados que realizó a lo largo de su vida este dibujante. La muestra, que puede disfrutarse hasta el 20 de junio en el Patio Mayor del Ayuntamiento, evalúa la trayectoria y los avances estilísticos y estéticos del artista lo largo de siete décadas de trabajo editorial continuado y también resalta el papel de la ilustración como traducción y proyección de la palabra.

Inaugurada en el marco de la Feria del Libro de Sevilla, esta deliciosa y didáctica exposición bibliográfica recoge primeras ediciones -por ejemplo, del libro Juan Belmonte, matador de toros: su vida y sus hazañas, de Manuel Chaves Nogales, con las espléndidas ilustraciones de Martínez de León- acompañadas de apuntes, dibujos y obras que las contextualizan o inspiraron. Y además, incluye un homenaje en forma de enorme mural dibujado a medias por Ricardo Cadenas y Antonio Sosa.

Iván de la Torre descubrió a Martínez de León a través del "indisimulado interés" que artistas contemporáneos de muy diverso perfil mostraban "por un creador que trascendía su dimensión como mero ilustrador". Así, este crítico de arte y comisario accedió "a una persona y un artista multidimensional, relacionado con la intelectualidad española y el arte más avanzado, pero apegado también con fuerza al solar y la idiosincrasia andaluza, lo que le llevó a crear el arquetipo que es Oselito, a dibujar el escudo de Andalucía diseñado conceptualmente por Blas Infante o a crear un lema universal: 'Viva er Beti manque pierda".

El caso fue distinto para su socio en Laboratorio del Arte, el coriano Juan Ramón Rodríguez-Mateo. "Mi familia paterna, a través de mi abuelo y mi tío abuelo, mantuvo una estrecha amistad con Martínez de Léon, que se plasmó en numerosas colaboraciones bibliográficas y en un trato continuo que se extendió hasta su fallecimiento". Rodríguez-Mateo se crió viendo, apreciando y disfrutando dibujos e ilustraciones de su paisano, y le sorprendió al crecer oír hablar de él de forma reivindicativa. "No entendía bien por qué había que recuperarlo: para mí siempre había estado ahí, siempre había sido un maestro..."

A la vindicación del creador se dedica precisamente esta muestra, que se perfila como la primera pieza en un proyecto ambicioso de estudio y recuperación que a lo largo de los próximos años involucrará a numerosos artistas, coleccionistas y apasionados por la obra de Martínez de León. Una exposición que, según explica Iván de la Torre, "se extiende desde los inicios de su carrera, cuando adapta a un lenguaje regionalista preceptos estéticos que amalgaman resabios modernistas y mediterraneístas, como ocurre en sus ilustraciones para Rocío la Cartujana (1924) de Fernando de los Ríos, La plazuela de los luceros (1924) de Salvador Valverde o Tentación (1927) de Gutiérrez-Gamero, hasta llegar varias décadas después a un ascetismo de medios que redunda en una multiplicación expresiva".

Para los comisarios, y también para los artistas encargados de rendirle un tributo contemporáneo (Sosa y Cadenas), está claro que la Guerra Civil marcó un hemistiquio en su trabajo. "Hasta 1936, las ilustraciones de Martínez de León se vinculaban a la literatura e incluso a artículos en prensa y revistas con pretensión literaria y poética; durante la guerra toma en cambio una actitud concienciada con su entorno y con el desgarro que supone la contienda. De hecho, tras su salida de la cárcel su actividad creativa se multiplica pero se enmarca en el mundo de la tauromaquia, donde se mostrará, tal vez, como el mejor ilustrador taurino del siglo XX, y del flamenco y el folclore andaluz", analiza Iván de la Torre.

Rodríguez-Mateo comparte esa reflexión. "Martínez de León, en su genio, sufre en su contra un doble apriorismo: ni fue sólo un pintor de toros ni sólo un miliciano comprometido. Ha sufrido en su contra una estúpida politización que difumina su espíritu contestatario, su voluntad de contemporización, su bonhomía, su genio, en definitiva. Su terrible estancia en las cárceles de la dictadura franquista, recién terminada la guerra, marcó su trayectoria y obra. Hay un antes como ilustrador atento a múltiples ámbitos sociales y artísticos, como figura pública incluso; y un después, más centrado en la tauromaquia (por cuestiones alimenticias primero y prácticas después) y, a partir de mediados de los años 1950, en la pintura".

Esa figura profunda y compleja es la que aflora en el mural dibujado a medias por Ricardo Cadenas y Antonio Sosa, un trabajo que merece la pena contemplar con detenimiento para admirar cómo se comunican las estéticas de estas dos figuras referenciales del mejor arte español contemporáneo con la de su homenajeado. Sosa se inspiró "en la madeja del escudo de Sevilla", cuyas formas sinuosas él identifica con otros símbolos, como orlas y pases taurinos, habituales en las ilustraciones de Martínez de Léon. Sosa realiza el fondo, el tapiz o soporte, y lleva al ilustrador a su mundo simbólico y subjetivo para que luego Cadenas trace las referencias más directas.

Este mural es el fruto de muchas charlas y dibujos previos entre los dos y está presidido por la figura central de Martínez de León, retratado libremente por Cadenas, con un lápiz y un pincel en el bolsillo y una libreta de dibujante, a partir de fotografías de la época. A su alrededor ubica iconos extraídos de los libros y publicaciones que ilustró, como Las historietas sevillanas y Los males del toreo. Vemos toros, la Giralda con la bandera comunista, el personaje de Oselito con su sombrero de ala ancha...

Para Sosa, "Martínez de León era un dibujante tan bueno que, aunque se le ha podido querer encasillar en el casticismo, trasciende esos límites en aras de la pureza del arte. Vivía donde vivo yo, en la cornisa entre Coria y La Puebla, frente al castillo de Blas Infante. Y esa simbiosis me ha resultado muy sugerente porque me he sentido muy libre, me he dejado llevar". "Este homenaje nuestro, aunque tiene un tono elegíaco y un halo de emoción, pretende sobre todo expresar por qué lo sentimos como un contemporáneo", concluye.

Martínez de León. La ilustración literaria (y un eco contemporáneo). Ayuntamiento de Sevilla, hasta el 20 de junio.

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