Virginia Maestro. Cantante

"OT' sirvió de trampolín, pero ¿a qué precio?"

  • De su paso por 'Operación Triunfo' le quedó un regusto agridulce, pero eso fue "hace mucho tiempo". Reinventada, presenta ahora en directo su nuevo álbum, 'Blue Bird'.

Virginia Maestro logró popularidad con su paso por Operación Triunfo, aquel reality televisivo de nefastos efectos a largo plazo para el pop nacional. Después de ganarlo, fue primero Labuat y luego Virginia Labuat. Tras cambiar el castellano por el inglés, con su nuevo y cuarto trabajo, Blue Bird, firmado ya con nombre propio, se reivindica más ella que nunca.

-Aunque nacida en Linares, vivió muchos años en Sevilla, en Mairena del Aljarafe. ¿Qué recuerda de aquella etapa?

-Viví en Sevilla desde el año 98 hasta 2008. Tenía 15 años cuando llegué y me fui con 25, cuando entré en el programa. Después de OT volví, pero con la gira estuve tres o cuatro meses yendo y viniendo. Luego ya me mudé a Madrid.

-Y llegó aquí desde Córdoba...

-Allí viví desde los 6 hasta los 15 años, que también es una etapa muy importante. Tengo muchos recuerdos de mi pandilla de la sierra de Córdoba, de esos amigos de la infancia con los que has jugado en la calle, te has tirado al suelo, te has peleado y te has ido por ahí en bicicleta. Ultimamente me acuerdo más de Córdoba. De hecho, cuando sueño con mi casa, no sueño con la de Mairena, sino con la de Córdoba

-Estudió en Sevilla Magisterio Musical y entró en contacto con la resistente escena blues de la ciudad...

-En esa época me lo pasaba genial. Tenía 20 ó 21 años y comencé a salir por ese circuito del Jazz Corner, el Casagrande de Tomares, donde nos reuníamos todos los blueseros... Allí conocí a Mingo Balaguer y a mucha más gente. Trabajaba de niñera para ganarme 20 euros, poder coger un taxi para irme allí y decirles a todos que yo quería cantar con ellos. Después me hice mi banda. Es un recuerdo muy bueno. Ahora tengo la sensación de que hace, no sé, 30 años de aquella época. Porque desde que tenía 20 hasta ahora, que tengo 33, me han pasado 800 millones de cosas.

-Entre ellas, saltar de un ambiente de gente apasionada por la música a uno de gente con otras pasiones...

-Justo así. Es mucha pasión por la industria y poco que ver con la música. Y lo es en un porcentaje sorprendentemente alto. Pero la chica de 25 años que yo era entonces eso no lo sospechaba. No fue sólo el cambio de pasar del entorno bluesero de Sevilla a vivir en Madrid, en la industria de los peces gordos, sino que esa chica había estado cuatro meses encerrada, incomunicada, en un programa de televisión que no era de música, sino un reality. Te metes en la industria, en una productora muy tocha, que te hace firmar cuatro contratos tremendos o no entras. Pero también tuvo sus cosas buenas: por primera vez me vi con la gran oportunidad de tener un público que se fijara en mí y me permitiera desarrollar una carrera discográfica. OT sirvió como trampolín, pero ¿a qué precio?

-Tras tres discos con Sony, con Blue Bird da el salto a la independencia...

-Todavía me quedaban tres discos con ellos y, como hacen habitualmente las compañías, me llamaron para pedirme la maqueta del siguiente álbum. La preparé, la presenté y les dije que me encantaría seguir, pero no de la forma en que se habían implicado con mi anterior álbum, Night & Day. Lo habían pagado y distribuido, que no fue poco, pero la promoción fue nula. Si hay un incumplimiento de contrato tan bestia, pero yo tengo que seguir cumpliendo sus cláusulas, entonces ese contrato no tiene sentido. Tampoco lo tenía seguir en esas circunstancias. O se implicaban más o prefería seguir sola mi andadura. Escucharon la maqueta, se lo pensaron y tomaron su decisión: dijeron que no se podían comprometer a eso. Le eché todo el valor que pude y seguí adelante con mi decisión, aunque estuviera muy desorientada. Pero una vez que decidí hacer un crowdfunding y me puse con ello, hasta ahora no he parado.

-Es curioso: después de tantas idas y venidas, en Blue Bird hay algo de retorno a los orígenes: soul, country... Nada que ver con sus primeras producciones.

-En Night & Day ya me olvidé de todo eso. Aquél fue un disco más oscuro, que coqueteaba más con el folk y lo hacía desde presupuestos más puristas. Blue Bird es sin duda más luminoso, más pop. Respira una mayor mescolanza. Creo que es el disco más pasional y más detallista que he hecho. El único elemento en común de las 11 canciones es que son las que más rápidamente compuse de entre todas las que tenía para seleccionar.

-¿Espera a muchos amigos en el concierto de esta noche?

-Ojalá que haya un montón, pero, vaya, que tampoco he avisado en plan "¡Que voy pa'Sevilla! ¡Preparad las tortillas!". Voy con un pedazo de banda: Amable Rodríguez a la guitarra eléctrica, Alfonso Ferrer al bajo y Álex Riquelme a la batería. Y yo con mi guitarra acústica y mi voz. No llevo más gente porque, como bien sabe, la cosa está un poco regular. Tampoco es cuestión de tener que pedir una hipoteca para hacer una gira.

Virginia Maestro presenta Blue Bird esta noche a las 22:30 en la Sala X (José Díaz, 7).

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