Olvidos y silencios
Festival de Cine de San Sebastián
El certamen acoge dentro de su sección oficial las proyecciones de 'Loreak', primera producción rodada en euskera que participa en el concurso, y de la chilena 'La voz en off'.
Un enigmático ramo de flores colocado en la curva de una carretera desencadena el torbellino de sentimientos que confluyen en Loreak, la película más vasca del 62 Festival de San Sebastián. Y no sólo por llevar el euskera a la sección oficial, sino por su emotividad y sus mujeres.
En Loreak, una mujer recibe cada semana flores y no sabe quién las envía; otra, no puede con la curiosidad y la incertidumbre que le provoca el ramo de flores que cada semana alguien coloca en la curva donde su marido se mató en accidente de coche. Y la tercera, la madre del hombre muerto, necesita recordar. Para crear estos personajes, apunta Jon Garaño, uno de los codirectores de la película, tiraron "de familia o gente cercana. Son personas (las protagonistas) que no comparten su visión del mundo ni de la familia, les cuesta cambiar, son gente de ideas fijas". "Las flores son el núcleo de la historia. No tienen significado de por sí hasta que los personajes se lo van dando: son sus deseos, sus frustraciones, sus circunstancias del momento, las que suponen una cosa u otra", explica José María Goenaga, el otro director.
La memoria y el olvido, el amor después de la muerte y el cortejo de un "ramito de violetas", como en la canción de Cecilia, que puede devolver a la vida a una mujer desilusionada y triste. "Las flores en la carretera es una imagen muy rotunda. Cuando la gente las ve, enseguida piensa en el drama que puede haber detrás. Transmiten una sensación de enigma, porque normalmente no ves a la persona que las coloca. Esa incógnita marca el drama de la película", comenta Goenaga.
Nagore Aranburu es Ane, "una mujer joven que recibe una mala noticia al principio de la película. Vive desilusionada, es muy introvertida, le cuesta comunicarse y se siente muy triste y muy abajo, muy falta de vida. Unas flores le van devolviendo poco a poco a la vida", explica la actriz. La madre, Tere, está interpretada por la veterana Itxiar Aizpuru, que conmueve desde la naturalidad que otorga a su personaje: "Tere ha tenido que sacar adelante a su familia. Es dura pero muy sensible". A ella no le gusta su nuera, Lourdes, porque se casó con su hijo, y éste se marchó de su lado. Ese tercer personaje, la nuera, interpretado por Itxiar Ituño, "no ha vivido la experiencia -advierte Garaño- de las otras dos, pero que también se halla en un momento muy duro".
Loreak refleja ese clima habitual del País Vasco, húmedo, gris, que se constituye "casi como otro personaje: es muy vasca", concede Goenaga sobre este film, el primero rodado en euskera que entra en la sección oficial del Festival de San Sebastián para competir por la Concha de Oro.
La sección oficial también recibió este martes la proyección de La voz en off, tercer largometraje del chileno Cristián Jiménez, una película que habla de secretos familiares, pero sobre todo de la marabunta interior que se organiza cuando no se dicen las cosas.
"Siempre pensé que La voz en off trataba de la incomunicación y de los códigos que mutan, pensando que las cosas han cambiado tanto en Chile en tan poco tiempo que las nuevas generaciones y las antiguas tenían pocos puntos en común", reflexiona el cineasta. Pero, "a poco -dice el joven realizador-, fui entendiendo que en realidad hay algo que ocurre cuando las cosas están ahí, presentes, pero no están dichas, no se nombran: esa es la importancia de lo que cuenta esta cinta, que aquí ocurre algo y es importante que lo nombremos aunque nos moleste".
La voz en off es un conjunto de pequeñas historias entrelazadas con un eje central, Sofía, el personaje que interpreta Ingrid Isensee, "una mujer que necesita entender, escuchar y ordenarse para poder seguir avanzando", señala la actriz. Sofía es vegana, está separada y es madre de dos niños; a la vez, es hermana de una mujer muy distinta a ella, sólida, independiente y resuelta, Ana (María José Siebald), e hija de unos padres muy especiales: Matilde (Paulina García), que no acaba de creer que su marido la abandone, y Manuel (Cristian Campos), que quiere una segunda oportunidad.
Y todo ello sucede "fuera del cuadro", como "esa voz en off de las películas", explica Jiménez, quien advierte que, tras documentarse, supo que los hijos de las víctimas del holocausto tenían más estrés postraumático que los padres. "Uno piensa -dice- que fue debido a la transmisión del problema (...), pero era por el silencio: el estrés tenía que ver con no hablar de las cosas, con no nombrar el dolor".
El director, para el que estar en San Sebastián es ya "una fiesta", cita como referentes las películas que tienen que ver con la vida familiar, que siempre le gustaron. Pero las que "abordan este tema sin necesariamente someterse al modelo clásico de guion, como las de los taiwaneses Ang Lee o Edward Yang o alguna película de Buñuel", aunque también están sus "experiencias personales y familiares". Y es que ninguna familia sobrevive sin secretos.
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