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"Cuando la gente de Zemos98 planteó esta posibilidad a mí me pareció estupenda, y lo que hice fue animar a Israel, a Fernado y a Orthodox a que se metieran en el lío. Así que supongo que se me puede llamar animador", bromea Pedro G. Romero -comisario de exposiciones, director de espectáculos y agitador cultural- cuando se le pregunta por su papel en el encuentro que mañana abrirá la X edición del festival audiovisual Zemos98, y que reunirá sobre las tablas del Lope de Vega a los artistas mencionados: el bailaor Israel Galván, el cantaor Fernando Terremoto y el (muy peculiar) grupo heavy sevillano Orthodox.
La propuesta viene de lejos y arranca cuando Galván y Romero trabajaban en El final de este estado de cosas, espectáculo que el primero terminaría estrenando en la última edición de Málaga en Flamenco, aunque en realidad su primera aproximación sobre el escenario se produjera meses antes, el 2 de marzo de 2007, en el festival de artes interdisciplinares Les Antipodes de Brest (Francia). "Conocí a Orthodox trabajando en un proyecto que producía Zemos98 -recuerda Romero-. Me enseñaron un vídeo en el que se les veía tocando con esas túnicas de nazareno. Los llamé para conocerlos y me di cuenta de que estaban en un proyecto muy consciente y muy serio. Esta ciudad siempre ha dado músicos que borran las fronteras entre los supuestos sentires tradicionales y la urgencia de la música que les toca hacer en su tiempo, y el espectáculo de Israel pedía a gritos una formación como ésta. Lo paradójico, al final, es que es Israel quien tiene una actitud más heterodoxa sobre el asunto de las tradiciones locales, mientras que Orthodox, aunque aparece como un grupo de heavy metal, es el que tiene una actitud más ortodoxa, como su propio nombre indica, sobre todo de la música de Semana Santa. Y no es una pose: estructuran sus composiciones sobre los ritmos de las bandas de cornetas y tambores".
En efecto, el trío sevillano -integrado por Marco Serrato (bajo), Ricardo Jiménez (guitarra) y Borja Díaz (bajo)- es un llamativo caso aparte que, al igual que el propio Israel Galván en el campo del flamenco, desborda límites genéricos y estilísticos para indagar en una música sin fronteras que toma tanto elementos del rock como del free-jazz y la experimentación de corte académico. Fe de ello dan sus dos trabajos discográficos -Gran Poder (2005) y, sobre todo, Amanecer en puerta oscura (2007)-, mientras que prueba de la buena acogida dispensada a ambos es que, sin ir más lejos, el próximo mes de julio vayan a compartir cartel en el festival Super Sonic de Birmingham (Gran Bretaña) con luminarias del post-rock como Battles, experimentalistas incansables como Efterklang o el inesperado padrino que han encontrado en el veterano Julian Cope. "Cuando entras en los foros heavies al uso ves que no suelen hablar de ellos en términos positivos, sino más bien de estos sevillanos coñazo que se tiran una hora con un acorde -vuelve a bromear Romero-. Son fans de John Coltrane y creo que tienen mucho que ver con ese tipo de jazz. Y también con Ligeti, otro de los puntos en común que tienen con Israel".
Más que un espectáculo, este encuentro sin título -"sin guión ni dramaturgia", añade Romero- se estructura como un concierto "que reúne a tres músicos, porque aunque Israel sea bailaor su papel aquí es el de un músico", apunta el animador. Lo certifica el hecho de que lo primero que se vaya a ver y escuchar en el Lope sea, en riguroso estreno, la banda sonora que Galván ha compuesto para Retorno a la razón (1923), la película de Man Ray, por encargo directo de Tristan Tzara, que inauguró el surrealismo fílmico. "Israel ha hecho una banda sonora que tiene mucho que ver con la película, con los ruidos, con el ambiente abstracto de la cinta, pero de alguna manera el tempo es flamenco", comenta Romero evocando la influencia del género en el trabajo del pintor y fotógrafo norteamericano.
¿Galván compositor? Pregunta inevitable. "Él es compositor ejecutante -señala Romero-. Con los técnicos con los que normalmente colabora ha desarrollado un suelo que permite que su trabajo de pies se convierta en señales de sonido a partir de dispositivos MIDI". Tras tan singular arranque, el encuentro dispondrá sobre el escenario diversas combinaciones de este inusual triángulo y, quién sabe, quizás hasta haya también oportunidad de verlos a los tres juntos "en un intento por seguidillas", concluye Romero manteniendo el suspense.
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