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Cultura

Plenitud y divertimento en una noche mágica

Noviembre Teatro. Autor: W. Shakespeare. Versión: Yolanda Pallín. Dirección: Eduardo Vasco. Intérpretes: Arturo Querejeta, Beatriz Argüello, Daniel Albaladejo, Rebeca Hernando, Maya Reyes, Fernando Sendino, José Ramón Iglesias, Héctor Carballo, Francesco Carril, Jesús Calvo y Ángel Galán. Música: Ángel Galán, Eduardo Vasco. Iluminación: Miguel Ángel Camacho, Escenografía: Carolina González. Vestuario: Lorenzo Caprile. Producción: Alcántara y Villota. Lugar: Teatro Lope de Vega. Fecha: Miércoles, 15 de febrero de 2012. Aforo: Tres cuartos.

En esta fabulosa versión de Noche de Reyes dirigida por Eduardo Vasco se escucha en un momento algo así como (escribo de memoria) "las palabras son guantes para los que saben usarlas". Siguiendo ese argumento, las obras de Shakespeare se convierten en guantes cuando tenemos la suerte de que se dé el ayuntamiento de varios elementos geniales. A saber, once intérpretes conocedores de su oficio, una dirección ágil, divertida al mismo tiempo que intensa, una iluminación caliente y acogedora, una música que hace volar el espectáculo, una escenografía sencilla, acorde con la crisis económica, un vestuario elegante y lleno de glamour (un perfecto maridaje entre el Chicago canalla de los años 20 y la delicadeza de El gran Gatsby) y una adaptación, la de Yolanda Pallín, que actualiza con precisión el texto y usa con alegría las referencias culturales justas para que el espectador reciba la obra como contemporánea.

Con estos ingredientes, la vuelta a su compañía de Eduardo Vasco, después dejar la dirección de la CTNC, no puede ser más alentadora.

Ha escogido una de las obras románticas, y algunos dirían que menores, del bardo inglés y se dedica a ofrecernos de la mano de sus colaboradores, enumerados en el extenso párrafo anterior, una delicatessen teatral que busca exclusivamente elevar el espíritu.

Vasco no se amilana y lleva los juegos de cambio de sexo a sus acertados límites provocando las mismas situaciones de libertad sexual que se podían respirar en los tiempos de Shakespeare cuando los papeles de mujer eran interpretados por jóvenes masculinos.

No se pierdan esta lección de teatro total en la que satisfarán a partes iguales el intelecto y el instinto.

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