Crítica de Flamenco

El arte de la variación melódica

Raúl Rodríguez es un formidable instrumentista, capaz de llevar el arte de la variación melódica un poco más allá, para clavarla en el mismo centro de la emoción. Sin grandes alharacas armónicas porque su música es ante todo popular, tiene vocación social. Sus composiciones sirven ejemplarmente a este fin, así como su calidad como vocalista, de nuevo cuño. Rodríguez ha estudiado la lírica popular, en forma de décima o cuarteta, para hablar de lo que más le gusta. El flamenco tradicional, que en su momento fue vanguardia, naturalmente, se ofreció en crudo en un par de ocasiones: la soleá de Manolo de Huelva, el baile de Marco Vargas. En el ritmo de hemiolia se crece la música de Rodríguez hacia la épica, sin olvidar que la polirritmia fue también el parámetro del verano del amor que dura hasta hoy. El aporte de Rodríguez es también organológico, al inventar el tres flamenco y el eléctrico. La electricidad ha vivido en el seno de lo jondo desde antes de Sabicas, desde los inicios mismos de este arte. Porque los seres humanos, que es de lo que trata la música de Rodríguez, la música flamenca, somos eléctricos al cabo. El grupo, de ejemplar pulcritud, funciona como un reloj.

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