El Barbero de Burgos

EL BARBERO DE SEVILLA | CRÍTICA

Brillante final feliz de esta divertida zarzuela.
Brillante final feliz de esta divertida zarzuela. / Federico Mantecón

La ficha

****El Barbero de Sevilla. Zarzuela de Gerónimo Giménez y Manuel Nieto sobre un libreto de Guillermo Perrín y Miguel de Palacios. Intérpretes: Soraya Méncid, Luz Gutiérrez, Marta García-Morales, Javier Sánchez-Rivas, Julio Nomdedeu, Amando Martín, Carlos Ortega y Joaquín Caballero. Producción de la Compañía Sevillana de Zarzuela. Dirección de escena: Marta García-Morales. Dirección musical: Elena Martínez. Fecha: Domingo, 8 de diciembre. Lugar: Espacio Turina. Aforo: Completo.

La zarzuela gustó en ciertos momentos de reirse de la ópera o de usarla como apoyo para tramas divertidas, cuando no para remedarla y volverla a lo sarcástico, como ocurrió con La Golfemia, Churro Bragas o Lorenzín, el camarero de El Cisne. En este caso Perrín y Palacios (autores de esa parodia de Aida que es La corte de faraón) toman como pretexto la famosa ópera de Rossini para montar una astracanada en el mejor sentido de la palabra: trama disparatada, personajes de extremada comicidad y, sobre todo, una buena carpintería teatral que hace que todo funcione a la perfección y consiga su principal objetico: divertir, que no es poco. Claro que para ello hace falta que alguien sepa llevar a las tablas este engranaje y lo haga funcionar y en este caso hay que reconocerle a Marta García-Morales el mejor trabajo escénico de cuantos le hemos visto, sobre todo teniendo en cuenta el estrecho espacio por el que mover a los personajes. A pesar de esos condicionantes todo funcionó como un reloj, con agilidad y sentido de la comicidad, especialmente en la brillantísma escena final en la que se superponen tres planos teatrales y que movió al respetable a la carcajada, que es el mejor inidicador de que todo funciona. Tuvo a sus órdenes a magníficos actores (también cantantes), especialmente a la Doña Casimira de Luz Gutiérrez, que cantó a la perfección el "Tango del Morrongo (de la zarzuela Enseñanza Libre de los propios Giménez, Perrín y Palacios) y al inefable Javier Sánchez-Rivas, a sus anchas en el personaje de Don Nicolás, con divertidas "morcillas" y una comicidad contagiosa en su dicción y actuación.

Salvo en algún momento puntual, Elena Martínez supo adaptar la acústica de la sala a un sonido orquestal controlado y equilibrado con las voces. Hubo momentos de pérdida de definición del empaste de las cuerdas, pero en general hizo sonar al conjunto con homogeneidad y llevó a las voces con atención y precisión. Afortunadamente la estamos disfrutando mucho en los últimos meses, pero hay que repetir los elogios hacia Soraya Méncid, con esa voz cristalina, vibrante, que irradia hacia el agudo (sensacional su nota final de "Me llaman la primorosa"), siempre con articulación clara y fraseo acorde a la trama. La voz va asentándose con el tiempo y va ampliándose hacia la zona centro-grave, con lo que su registro cromático y expresivo también se va ensanchando. Sin lugar a dudas pronto dará el salto fuera de estas tierras y dará que hablar. Otra voz a tener en cuenta con más asiduidad y mayor responsabilidad en esta ciudad es la de Julio Nomdedeu, ya que no nos sobran precisamente bajos con la contundencia, el color y la claridad de emisión de este sevillano. Y además actúa igual de bien que canta y tiene apostura escénica. ¿Quién da más? Como en producciones anteriores, Marta García-Morales se enfunda en el ropaje de un personaje cómico con toda la solvencia actoral que atesora, pero también cantando con buena voz, nitidez y sentido de la comicidad el también interpuesto "Terceto del chocolate" de La gatita blanca de Giménez-Vives. Estupendos los demás actores y cantantes, con un Amando Martín que sacó a relucir su auténtica voz baritonal que debería explotar más asiduamente. Escenografía y vestuario históricos propios de la Compañía que sirvieron a la perfección dadas las estrecheces del escenario.

Esperamos, para abrir el año, el próximo título, Las hijas del Zebedeo, que a buen seguro volverá a concitar a un público que ha sabido llenar el aforo completo de tres funciones de este singular homenaje del sevillano Giménez al inmortal barbero sevillano.

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