Bestias de la antigua Yugoslavia

Libros del K.O. rescata 'No matarían ni una mosca', un libro de la escritora croata Slavenka Drakulić sobre criminales de guerra

Adiós, Yugoslavia

Una mujer musulmana besa la tumba de un familiar en el cementerio de Srebrenica.
Una mujer musulmana besa la tumba de un familiar en el cementerio de Srebrenica. / FEHIM DEMIR / EFE

La ficha

No matarían ni una mosca. Retratos de los criminales de las guerras balcánicas. Slavenka Drakulić. Traducción de Isabel Núñez. Epílogo de Marc Casals. Libros del K.O., Madrid, 2025. 207 páginas. 20,90 euros.

¿Puede una persona normal, un honrado padre de familia, trabajador y amigo de sus amigos, un buen ciudadano que no se salta ni un semáforo, convertirse en un asesino despiadado? La historia ya nos ha respondido a esta pregunta demasiadas veces: claro que sí. Los ejemplos más recientes los tenemos en la antigua Yugoslavia, el escenario en el que se desarrolló la penúltima guerra europea (fue la última hasta que Putin invadió Ucrania) a finales del siglo XX. Fue también la región en la que se cometieron las primeras matanzas indiscriminadas (dejemos que Philippe Sands nos explique si fueron genocidios o crímenes contra la humanidad, no dejen de leer ese maravilloso libro que se titula Calle Este-Oeste) en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

La escritora croata Slavenka Drakulić retrató a varios criminales de aquella guerra en un libro que se titula No matarían ni una mosca, que vio la luz en su país hace veinte años pero que permanecía inédito en el mercado literario español hasta que la editorial Libros del K.O., sello especializado en no ficción, ha apostado por él para este inicio de año. El título es bastante revelador de lo que el lector se puede encontrar, seres completamente inofensivos en tiempos de paz que se convierten en máquinas de matar en épocas de guerra. Los ha habido siempre y siempre los habrá, pero Drakulic les pone caras, nombres y apellidos.

La autora estuvo presente en la mayoría de los juicios del Tribunal Penal Internacional de La Haya y parte de esas sesiones para retratar a los criminales. Drakulić huye de la mera crónica judicial y del tecnicismo, del lenguaje jurídico que sólo entienden los profesionales y de palabras como sobreseído, incoado, diligencias, lanzamiento, contencioso, casación y mil más que pueblan a diario las crónicas judiciales de la prensa española. A la autora le interesa el perfil humano, las vidas de los acusados, lo que hicieron, por qué están sentados en el banquillo con el mundo pendiente de ellos.

Y eso hace que el libro, por duro que sea lo que cuente, se lea con facilidad, como la crónica periodística que es. Drakulić tiene la virtud de separar el grano de la paja, como hizo años después Emmanuel Carrere en V13, el libro en el que relata los juicios por los atentados yihadistas en la sala Bataclan y en otros lugares de la ciudad de París ocurridos la noche del 13 de noviembre de 2015. Quizás para ella sea más referente Hannah Arendt y su estudio de la banalidad del mal partiendo del juicio de Adolf Eichmann. Precisamente de Arendt toma el título este libro, como se explica en la cita que lo abre: "Ha llevado tan lejos la dicotomía de las funciones públicas y privadas, la familia y el trabajo, que ya no sabe encontrar en su persona ninguna conexión entre ambos mundos. Cuando su trabajo le lleva a asesinar a alguien, no se considera un asesino, ya que no lo ha hecho por inclinación personal, sino a título profesional. Por pura pasión, él no mataría ni una mosca".

Drakulić retrata a tipos parecidos a Eichmann pero en los Balcanes, militares que se escudaban en que sólo cumplían órdenes o gente que alegaba que no tenía otra salida, personas que todavía años después eran considerados héroes en sus países de origen y que no entendían qué hacían sometidos a juicios en un tribunal extranjero. Y, por supuesto, también aparecen los más conocidos, como Slobodan Milosevic, Ratko Mladic o Radovan Karadzic, y hay pasajes muy estremecedores de lo que ocurrió Srebrenica.

En los escritos de este libro se aprecia una nostalgia por un país que ya no existe, en el que todos vivían felices, en paz y mezclados, y apenas tenía importancia (muchas veces ni se sabía) quién era serbio, quién croata, quién bosnio y quién esloveno. Un país capaz de ganar el Mundial de Baloncesto en 1990 con estrellas de la talla de Dražen Petrović, Toni Kukoč  y Vlade Divac y de desintegrarse al año siguiente para desangrarse por completo en una guerra brutal en la que volvieron a aflorar los componentes étnicos.

La publicación en España de No matarían ni una mosca es una buena noticia para los seguidores de la literatura balcánica, que parece estar de moda en los últimos años, a juzgar por las obras que están siendo editadas en nuestro país. Se han publicado recientemente grandes obras de autores procedentes de esta región, muchos de ellos marcados por la guerra de Yugoslavia. Tenemos ya múltiples enfoques sobre el conflicto.

La monumental Plegaria en el asedio, por ejemplo, del bosnio Damir Ovčina, cuenta la vida de un joven esclavizado al servicio del enemigo en la Sarajevo sitiada. A la capital bosnia le hace una declaración de amor inigualable Dario Džamonja en sus Cartas desde el manicomio, donde prefiere morir como escritor en Sarajevo que vivir como camarero en EEUU. Ese exilio dramático también lo retrata muy bien Dubravka Ugrešić en El ministerio del dolor.

Tenemos también obras fundamentales para comprender la historia de la región desde la Segunda Guerra Mundial y el nacimiento de Yugoslavia, como Los años de bronce, de Slobodan Šnajder, sobre los croatas descendientes de alemanes que se vieron forzados a luchar para los nazis. Y hay para remontarse mucho más atrás, si se quiere. Sirva como ejemplo La fortaleza, de Meša Selimović, ambientada en la Bosnia otomana. Y si seguimos hacia atrás cruzaremos en algún momento el puente sobre el Drina. El esloveno Goran Vojnović, con Yugoslavia, mi tierra, capitanea el equipo de los yugonostálgicos, en el que encaja bien Slavenka Drakulić. Disfruten de esta edad dorada de la literatura de la antigua Yugoslavia.

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