Teatro

Charo Urbano reparte su "medicina para el alma"

  • La actriz, popular gracias a sus vídeos cómicos, lleva a Platea los fines de semana su "manera de hablar y de reír"

Charo Urbano, en 'Esto NO es lo que era...'.

Charo Urbano, en 'Esto NO es lo que era...'. / Álvaro Quinta Domínguez

Tras dos décadas de carrera en el teatro, vinculada a proyectos tan emblemáticos de la ciudad como Estrella sublime y En Sevilla hay que morí, Charo Urbano se ganó un hueco en los corazones del público con lo que ella define como "vídeos cotidianos", extractos de vida en los que captaba con humor y desparpajo las contradicciones de este tiempo loco al que nos ha tocado enfrentarnos. "La gente que me seguía me preguntaba dónde podía ir a verme, y eso reforzó mi idea de levantar un trabajo en solitario", explica la intérprete sevillana. Pensó inicialmente en un monólogo, pero "no me sentía cómoda", reconoce, "prefería encontrar un personaje que me sirviera para lo que quería contar". Un día se le ocurrió cuál podía ser esa máscara, una de esas gitanas que adornaban las televisiones de los hogares. A Mané Solano, director de la obra, también le convenció la idea. El resultado, Esto NO es lo que era..., se puede ver los fines de semana (sábados y domingos, a las 17:00; localidades en entradium.com) en Platea Odeón Imperdible.

"Gitanilla se ha despertado hoy con su habitual dolor de brazo. Son muchos años aguantando el abanico y muchos dolores, que, aunque ella es de plástico de calidad, permanecer en la misma posición durante décadas le va pasando factura", anticipa la sinopsis del espectáculo, en el que Urbano despliega su "manera de hablar y de reír, y se me pasa la hora volando. Y mira que canto, bailo, me caigo... Es agotador pero a menudo llego al final y me digo: ¿Ya ha terminado?". La actriz sintió "cierto miedo" cuando empezó a dar vida a Gitanilla, esa "muñeca tan dramática, porque es folclórica", pero las funciones que ha protagonizado –la obra se estrenó en diciembre en el Teatro de Triana– le demuestran que el material funciona. "Con el público notas si alguna parte es más larga de lo que debería, si al conjunto le falta algo... Pero yo ya siento que nos pasamos una hora de carcajadas, y que la gente también se identifica y llora". Porque, tras el humor no exento de surrealismo que gasta la pieza, Esto NO es lo que era... habla de "cómo somos dentro de nuestros hogares y de cómo hemos cambiado con el tiempo. Gitanilla, desde lo alto de la tele, es una testigo de excepción para observarnos".

Urbano, que le ha sacado punta a las contradicciones de la pandemia en sus vídeos –su personaje auguraba, ay, que en Andalucía el virus iba a durar "tres cuartos de hora" porque "no soportaba la caló", e invitaba a todos a venir al sur con el lema "Cruzcampo o muerte"–, se siente en sus actuaciones teatrales "como una médico del alma, aunque suene ostentoso. El otro día, unas enfermeras que han tenido un año horrible me dieron las gracias por todo lo que les había hecho reír, otra espectadora me trajo un regalo... Es muy bonito ver que la gente reacciona así a tu trabajo". Con el odioso bicho por ahí suelto, la liturgia del teatro se ha erigido en toda una celebración de la vida. "Cuando volví a pisar el escenario tras el confinamiento, no con esta obra sino con En Sevilla hay que morí, me impactó ver al público con sus mascarillas. Estuve a punto de decirles: Quitaos los zapatos que voy a besaros los pies, os prometo que no os contagio nada. Me emocionaba mucho, y me sigue conmoviendo, que la gente apueste por y necesite la cultura".      

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