‘Combattimento’: cuando el amor es un campo de batalla
Festival de Ópera de Sevilla
El director de escena Joan Anton Rechi explica las claves de un espectáculo que se verá en el Festival de Ópera de Sevilla y que reflexiona sobre las relaciones de pareja a partir de la obra de Monteverdi.
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Entre las escenas que reserva el próximo Festival de Ópera de Sevilla, los espectadores asistirán a la disputa de dos amantes, el retrato de los afectos como un río revuelto manchado de sangre, que planteaba Claudio Monteverdi en Il combattimento di Tancredi e Clorinda. Una obra que cuatro siglos después de su estreno –en 1624– conserva la misma lucidez, y que el 1 y el 3 de octubre, en el Patio de Carlos III de la Fábrica de Artillería, colocará ante los asistentes un espejo por el que asomará algo que nos concierne a todos: la complejidad de los asuntos del corazón.
Así lo cree Joan Anton Rechi, el director de escena de Combattimento, una producción del Festival Castell de Peralada que llega ahora a Sevilla. Para el andorrano, el enfrentamiento en el que “Tancredi lucha con un enemigo enmascarado hasta que se da cuenta de que acaba de herir de muerte al amor de su vida, Clorinda” se erige en una metáfora certera de “cómo en las relaciones de pareja podemos llegar a destruir al otro. A menudo entendemos el amor como una pelea en la que te impones y superas al otro, y después te percatas de que no puedes vivir sin esa ausencia”, expone Rechi, que para “jugar con esas ideas” en este espectáculo reúne junto a Il Combattimento de Tancredi e Clorinda “otras piezas icónicas de Monteverdi. La obra tiene una duración corta y eso nos obligaba a proponer algo más”.
Para ilustrar esa cercanía entre el amor y la violencia, la seducción y el litigio, “creamos un espacio muy onírico y poético desde un elemento muy realista, como es un ring de boxeo, para hablar de esta lucha de poder”, prosigue Rechi, que destaca la contribución de la diseñadora Mercè Paloma “con unas batas de boxeadores que recuerdan la iconografía de las figuras medievales, pero que son muy modernas y propician que el espectador contemple lo que ocurre con cercanía. Si les hubiésemos colocado a los dos caballeros armaduras medievales eso habría generado cierto distanciamiento. De esta manera, se comprende mejor que es lo que queremos contar: las luchas de poder en las parejas, este baile de ahora tengo la razón yo y ahora la tienes tú...”, apunta el director, que recalará en unos días en Sevilla tras el estreno a final de agosto en La Fenice de su visión de Tosca y la presentación esta semana en Coburgo de Una noche en Venecia, de Johann Strauss hijo. “Así que he pasado de la Venecia real a una de atrezzo, de cartón piedra”, bromea sobre los últimos compromisos de su agenda.
Rechi considera a Monteverdi un “revolucionario” en su apuesta por “la emoción del texto cantado. Hay que pensar que hoy tenemos muchos más referentes de cómo es la ópera, incluso tenemos los musicales, pero en su tiempo Monteverdi creó una cosa totalmente nueva. Por eso, por esa modernidad, sus propuestas nos siguen interesando, nos siguen emocionando sus composiciones, sus madrigales, sus óperas”.
El veterano se entusiasma cuando le recordamos una frase del crítico de este periódico Pablo J. Vayón, que decía que “puede afirmarse sin temor a caer en la hipérbole que Monteverdi es a la infancia de la ópera como Chaplin a la del cine”. Tras escucharla, exclama: “¡Me encanta esa observación! Yo soy muy cinéfilo y muy de Chaplin. Me continúa pareciendo increíble que después de todas las películas que hemos visto, y yo soy de los que compagina el cine de autor con las historias de superhéroes, después de todos los estímulos que nos rodean, de pronto estás ante Luces de la ciudad, o El chico, y te vuelves a emocionar. Es lo que ocurre con la música de Monteverdi: después de él ha habido una evolución enorme, pero es tan importante lo que hizo, abrió un camino para este género que luego ha dado tanto de sí, que sus obras no te parecen un ejercicio de arqueología. Te hablan todavía de tú a tú, como cuando coges una tragedia de Sófocles. Son creaciones que llegan a tu corazón porque trascienden su momento, y tienen eco en todos los tiempos. Aún son contemporáneas”, valora.
Combattimento cuenta con la dirección musical de Fausto Nardi, la interpretación de la Orquesta Barroca de Sevilla y las voces de Rocío Martínez, Anna Alàs i Jovè, Víctor Sordo y el sevillano Francisco Fernández-Rueda. A Rechi le hace “mucha ilusión” volver a trabajar con este último, “porque hicimos un Winterreise precioso en Andorra, un espectáculo complicado para él porque teníamos unos bloques de hielo auténticos en escena que se iban deshaciendo, con lo que eso conllevaba para él, que actuaba descalzo. Fue un experimento en el que cada función era diferente. Me apetece mucho el reencuentro porque él es un especialista en el género, y va a cantar en su tierra y estará muy motivado. Y el resto del reparto es sencillamente maravilloso”.
Rechi es un viejo conocido de los aficionados andaluces, y en los últimos años ha traído al sur sus montajes de Madama Butterfly o Ariadne auf Naxos, títulos que programó el Maestranza. Su revisión de Ariadne con aires de vodevil, especialmente celebrada, provocó carcajadas en el auditorio. “Es que a mí me gusta mucho divertirme, y me divierte mucho esta profesión mía. Yo vengo del teatro, llegué un poco de casualidad a la ópera, y disfruto mucho de este mundo inesperado que es como un regalo. Siempre estoy contento, siempre tengo ganas de ir a los ensayos, por este componente de divertimento”, admite un profesional convencido de que “la vida tiene una mezcla de drama y comedia, tú puedes reírte en un funeral de algo que ha dicho alguien y al momento volver a estar triste, y por eso me gusta, incluso cuando hablamos de óperas serias, no dejar atrás el sentido del humor. Y en este momento la realidad es tan terrible, sólo hay que leer los periódicos para comprobarlo, que siento que debemos salir de esa oscuridad y coger aire. En Ariadne... se trataban la II Guerra Mundial y el nazismo, temas muy graves a los que nos acercábamos con ligereza. Y creo que el espectador agradece esa mirada”.
El creador andorrano también dirige a Pasión Vega en ‘Pasión Almodóvar’
En “un mundo que se ha vuelto un poco loco”, Rechi concibe la cultura como un bálsamo. “Es hermoso que, en este presente en el que parece que vamos directos a un agujero negro, Sevilla apueste por crear un festival de ópera. Porque los que nos dedicamos a esto sentimos que cada vez interesan menos las artes. Hay muchos indicios para caer en el desánimo: nos hemos vuelto todos más egoístas, estamos entregados a la pantallita que guardamos en los bolsillos, las humanidades han salido de los planes de estudio... Y por eso la noticia de un nuevo festival de ópera resulta esperanzadora. Bernstein decía que la música no sirve para parar guerras, pero hace mejores ciudadanos, mejores personas, y esas mejores personas seguramente no querrán que haya sociedades en guerra”, reflexiona.
Su paso por el Festival de Ópera no es la única cita que Rechi tiene este curso en Sevilla: el Teatro Maestranza acoge el 15 de marzo Pasión Almodóvar, un espectáculo en el que Pasión Vega se adentra en el “laberinto de canciones” de la filmografía del director manchego. “Yo dirijo un festival en Andorra, ClàssicAnd, y le propuse a Pasión hacer esto, creo que ella tiene una sensibilidad maravillosa y es una de esas voces que te tocan el corazón. Salió un proyecto muy bonito, con una escenografía estupenda de Gabriel Insignares, y quedó como un caramelito. Estoy muy contento con que haya salido de gira y la gente pueda verla”, concluye Rechi, que bien podría suscribir esa letra que entonaba la Lupe en Mujeres al borde de un ataque de nervios, rescatada para la ocasión: eso de que la vida es puro teatro.
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