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Arquitectura

De sus concursos

  • Una revisión retrospectiva de 29 concursos de arquitectura sirve como excusa para reflexionar y valorar el alcance de este modelo de encargo profesional

Dicen que lo que comenzó como resultado de un cambio administrativo en la contratación de la obra pública ha terminado por convertirse en un lugar cultural para el fomento de la arquitectura. Corren tiempos difíciles para la arquitectura, lo quieran o no los arquitectos y sus instituciones. Lo predica un montón de síntomas que van de la opinión apocalíptica o crítica -estilo Pep Quetglas- a las ocurrencias más o menos razonadas de los ciudadanos o el corto papel que el sector de la investigación arquitectónica juega en el reparto del I+D+I.

Cada vez se nos presenta como más atinada -pese haber transcurrido 20 años- aquella ocurrencia del cínico Rem Koolhaas, cuando para describir el destino de la arquitectura escribía las siguientes palabras: ¿Ha existido alguna vez una profesión tan incapaz de definir, de controlar su propio destino?

Con la cabeza bajo tierra o asomándose por encima de la valla hay, pese a todo, recetas y consejos que, o bien se enrocan en sus posiciones más cómodas o nos arrojan a territorios de creatividad y zozobra, donde nos prometen -si todo va bien- que terminará por encarnase una nueva arquitectura. Mientras, hay gente más pragmática que se decanta por aquel procedimiento de tomar nota de lo que se va produciendo. Más allá de futuros inciertos o mejores, de posibles revueltas salvadoras, existe lo que ahora tenemos: una producción de arquitectura de una cierta calidad con la que se está dando respuesta -todavía insuficiente- a lo que es la demanda de la sociedad actual. No es mal punto de partida para el fomento de la arquitectura.

Algo de todo esto se entrevé en la exposición de los resultados de 29 concursos públicos de ideas de arquitectura celebrados en nuestra comunidad entre el 2002 y el 2006, que presenta ahora la Consejería: vía de conocimiento y difusión de un reciente panorama arquitectónico que recorre toda la geografía andaluza para detenerse en edificios singulares o en viviendas sociales y que incluye igualmente propuestas de rehabilitación y reciclaje de piezas existentes o el diseño de importantes espacios públicos urbanos y naturales. Todos, presentados como puntos de un mismo debate sobre la arquitectura que venimos realizando.

Con fichas e imágenes de cada actuación, se evidencia y sigue todo el proceso de gestión del encargo del proyecto, desde la convocatoria hasta su adjudicación, y su posterior concreción en los documentos definitivos de ejecución. Se quiere invitar así a participar de una reflexión sobre este modo de contratación que, según parece, es el más idóneo para la producción arquitectónica pública y singular. La muestra cuenta además con las voces reconocidas de 12 prestigiosos arquitectos o estudios nacionales que, en entrevistas grabadas, dan su particular visión de este tipo de oferta profesional como materia para la discusión. Un formato, éste de los concursos de ideas con participación de jurado, que bien administrado podría ser un elemento más -sustancial por el empeño de los profesionales que optan a él- de una necesaria labor investigadora para la arquitectura, el territorio o la sociedad. Pero ello supone un esfuerzo también por parte de quienes los gestionan, algo que no siempre es fácil de administrar. Lo contrario no deja de plantearnos dudas: solicitar de un importante número de arquitectos un esfuerzo ímprobo -no siempre suficientemente valorado- no debería ser la única respuesta viable para resolver un problema administrativo de contratación.

Se trataría pues, y la exposición abre esta vía en parte, de no concluir este proceso con la decisión nominal del ganador sino, y es lo que nos importa, de forzar a un necesario debate a partir de las ideas arrojadas por los participantes, premiados o no. Con él se justificaría en gran medida el conocimiento y la dedicación, económica y temporal, invertida por tantos arquitectos y, desde él, se podría dar impulso a estos profesionales hacia otros empeños de la administración que canalizaran dichas voluntades y aportaciones novedosas.

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