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Padre no hay más que uno 3 | Crítica

Segura, detector de la mediocridad

Toni Acosta, Carlos Iglesias, Santiago Segura y Loles León en una imagen del filme.

Toni Acosta, Carlos Iglesias, Santiago Segura y Loles León en una imagen del filme.

Ahí donde la exitosa saga de Torrente sacaba a flote y agitaba en su grasienta coctelera la basura nacional del cambio de milenio, la de Padre no hay más que uno confirma a Segura como el gran detector y aglutinador de la mediocridad socio-cultural reinante en una operación aseada que juega al guiño cinéfilo (ya saben, La gran familia y sus secuelas) como coartada para contentar a esos padres de familia que, como él mismo, han asumido sus pequeñas derrotas y renuncias generacionales en un nuevo modo de vida de clase media (empobrecida) cuyas aspiraciones pasan por el chalet adosado y la decoración de Ikea, la visita de fin de semana al centro comercial,  las vacaciones en multipropiedad y las Navidades de pavo, product placement y suegros a la mesa.

Nuestra familia numerosa se prepara para las fiestas entre las clásicas y blancas disputas de género, el cuñadismo y los chascarrillos inofensivos de guiño y codazo, material insuficiente para tomar una mínima distancia paródica sobre sus elementos y pista despejada para un mecánico ejercicio de réplicas y contrarréplicas donde un esclerótico Segura intenta domar, siempre a golpe de palabra, nunca desde la puesta en escena, a esa pandilla de angelitos que hablan como viejos y tienen un corazón de oro.

A sus costados, una esposa falsamente empoderada, una sirvienta latinoamericana, un yerno trapero o unos suegros en depresión y celo completan un cuadro ejemplar que pasa por todos los lugares comunes imaginables, función teatral escolar incluida, que funciona gracias a un dispositivo narrativo bien engrasado y, sobre todo, astuto Segura, a esa banda sonora non-stop de Roque Baños (se ha vuelto a ganar el sueldo) capaz de describir, subrayar y dopar hasta la más insustancial de las secuencias.

Condenada a ser la película más taquillera del cine español de 2022, Padre no hay más que uno 3 debería hacernos reflexionar sobre el tipo de productos altamente prediseñados y formateados destinados a salvar o a mantener vivo el cine español, un cine que se parece demasiado a las sitcoms y al universo de la ficción de plataformas y que se exhibe orgulloso con una impúdica y conservadora mirada al pasado y a la imagen más rancia, mediocre, mediática y autocomplaciente del presente. Habrá quien a esto lo llame haber captado el signo de los tiempos o hacer cine popular, yo prefiero hablar de cinismo y de cine populista.