Fraternidad turco-coreana

Ayla: la hija de la guerra | Crítica

Una imagen de la superproducción turca 'Ayla: la hija de la guerra'.
Una imagen de la superproducción turca 'Ayla: la hija de la guerra'.

Ficha

* 'Ayla: la hija de la guerra'. Melodrama bélico, Turquía, 2017, 124 min. Dirección: Can Ulkay. Guion: Yigit Güralp. Fotografía: Jean-Paul Seresin. Música: Fahir Atakoglu. Intérpretes: Çetin Tekindor, Ismail Hacioglu, Kyung-jin Lee, Kim Seol, Ali Atay, Damla Sönmez, Murat Yildirim.

Basada en un hecho real, Ayla: la hija de la guerra nos trae una de esas historias bigger tan life que uno pensaba que ya no se filmaban sobre la relación entre un soldado turco enviado a combatir en la Guerra de Corea en 1950 y la cándida niña huérfana de la que se hace cargo su destacamento después de encontrarla en medio del campo de batalla.

Empaquetada a todo lujo, esta superproducción turca no escatima liras a la hora de desplegar sus materiales ultramelodramáticos en las formas de un blockbuster que bien pudiera estar avalado por Jerry Bruckheimer, a saber, mete drones, escenas bélicas espectaculares, explosiones a cámara lenta, colores saturados y músicas enfáticas ahí donde haya que meterlos con tal de rememorar la vieja épica patriótica, el canto a la camaradería militar y el sentimentalismo barato de un cine que nada tuvo y tiene que ver con la realidad.

Si la historia real ya tiene todos los visos de lo rocambolesco (les ahorro el spoiler por si se animan), el guion de Güralp y la dirección de Ulkay lo subrayan aún más y se reservan para su último tramo litros y litros de lágrimas de cocodrilo entre un puente aéreo Ankara-Seúl que, sólo en billetes en primera clase, ya ha debido costar lo suyo.

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