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DERBI Joaquín lo apuesta todo al verde en el derbi

Rafael Arjona y Alejandro Casal | Crítica

El guitarrista que estábamos esperando

Arjona y Casal, en San Luis de los Franceses

Arjona y Casal, en San Luis de los Franceses / Lolo Vasco (Femás)

Pocas veces hemos oído al público sevillano tan silencioso como ayer en la –siempre maravillosa– Iglesia de San Luis al escuchar a Rafael Arjona una zarabanda de la primera suite de chelo de Bach íntima, de matices sutiles, casi susurrada. Fue tal vez el momento más perdurable de un concierto en el que el becado de la Asociación de Amigos de la O.B.S. demostró una solidez técnica y una madurez estilística que pueden sorprender a sus apenas veinticinco años, pero que se explican por su formación previa en lo musicológico, por un lado, y en lo técnico como guitarrista clásico, por otro. Su mano izquierda fue muy firme durante todo el concierto, y la derecha emitió un sonido homogéneo pero matizado y finamente articulado en todo el repertorio.

Su aparición es especialmente bienvenida puesto que, pese a la fortísima tradición guitarrística en Andalucía y a mantener la región su escuela de música antigua, en la últimas décadas han surgido aquí pocos músicos sobresalientes dedicados a los instrumentos históricos de cuerda pulsada. Cabe esperar que Arjona no se quede en Suiza, donde estudia, y donde ya reside Miguel Rincón, uno de esos raros talentos. Tal vez ese domicilio en Suiza explique cierta contención en las piezas españolas para guitarra barroca, en las que Alejandro Casal acompañó al continuo con hábiles juegos rítmicos; su presencia, algo redundante con la propia tiorba al inicio del concierto por la naturaleza de la música italiana, fue siempre eficaz y atenta.

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