El difícil control de la voz

Andrés Moreno Mengíbar

19 de febrero 2015 - 05:00

Soprano: Ana Alonso Blanco. Piano: Carmen Gutiérrez Arnesto. Programa: Obras de Guastavino, Villa-Lobos, Ginastera, Montsalvatge, Turina, Marqués, Serrano, Puccini y Verdi. Lugar: Pabellón de Juventudes Musicales. Fecha: Miércoles, 18 de febrero. Aforo: Casi lleno (45 personas).

Conocía a la soprano Ana Alonso en su faceta de directora del Coro An Die Musik en algún concierto con la Orquesta Bética de Cámara, pero su faceta como solista me era inédita hasta el momento. Se le debe reconocer arrojo y valentía a la hora de definir su corto pero intenso programa de anoche, con una primera parte basada en la nada sencilla canción de concierto y una segunda con muy exigentes fragmentos de zarzuela y ópera.

Quizá su mejor virtud interpretativa sea la intensidad de su manera de decir las frases y su atención a los matices expresivos mediante el uso de reguladores. Demasiada intensidad a veces, habría que decir, sobre todo en la romanza de Los claveles, demasiado enfatizada en sus primeras frases.

Sus mayores carencias, por contra, proceden de cuestiones técnicas básicas como el apoyo, el punto de articulación y la claridad en la emisión. Un continuo y exagerado vibrato que se acentúa conforme sube en el diapasón afea sobremanera las interpretaciones. Se detectan sonidos mates en la franja de paso al registro de cabeza, un registro que parece no estar correctamente cubierto y que induce a cambios de color. La emisión es trasera y el sonido, por ello, oscuro y con no deseadas adherencias.

Dadas estas condiciones, se defendió con algo de holgura en la primera parte, especialmente en una muy matizada Canción al árbol del olvido. Los tonos metálicos y chillones de sus agudos afloraron en las piezas operísticas, de las que sobresalió por su fraseo contenido el aria de Verdi.

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